Abstract
Este artículo extrapola conceptos cinematográficos que desarrollan Gilles Deleuze y Alain Badiou, tales como movimiento, cuadro, plano y montaje. El propósito de corroborar estas categorías es para articularlas en el largometraje del director Melinton Eusebio, Jarjacha. El demonio del incesto (2000), y detectar la cosmovisión concomitante que prevalece en una localidad distanciada de la capital, caracterizada por la presencia andina de una tradición y una organización política basada en el sometimiento de una localidad hacia un alcalde, quien dictamina y castiga a través de una personificación endemoniada. Este análisis será factible, una vez que se diferencien los instantes privilegiados y ordinarios, que abarcan las escenas de la película de acuerdo con su intencionalidad. De ese modo, se comprenderá el funcionamiento del filme desde una perspectiva más contundente y eximia para el espectador, además de que logrará reconocer los momentos fundados desde la realidad y lo real.