Abstract
En la novela La ciudad y los perros (1963), del escritor peruano Mario Vargas Llosa, se muestra el desbalance que se genera en los cadetes del Colegio Militar Leoncio Prado que se dedican a estudiar enfáticamente (como ocurre con el caso del Esclavo): conduce a la envidia de quienes dominan poco alguna materia, además de que los maestros no apoyan su educación. Un acontecimiento similar es cuando se origina lo opuesto: no se proyecta un buen porvenir en quien no estudia (caso del Jaguar). Sin embargo, pasa algo particular con este protagonista: no necesitó ir a una cárcel luego de haber asesinado al Esclavo para reflexionar sobre su vida, bastó con que se le brindara la oportunidad de aprovechar su existencia en hacer buenas obras para su reivindicación. Esa posibilidad lo configura como un personaje más civilizado y ético.