Abstract
La vida en el laboratorio. La construcción social de los hechos científicos (Latour y Woolgar, 1979)
sostiene que los hechos y las entidades cuya existencia ha sido establecida por la ciencia no son
descubrimientos sino “construcciones sociales” llevadas a cabo por los científicos mediante “versiones” o
“explicaciones ordenadas” al establecer acuerdos (“cierres de controversias”).
Se sostiene, siguiendo la terminología de la filosofía de la ciencia actual, que este argumento es una
forma de antirrealismo científico lingüístico, tesis sustentada también por autores como Richad Rorty,
Nelson Goodman, Thomas Kuhn y Ludwik Fleck, que es inconsistente y que confunde niveles de lenguaje,
porque al referirse metalingüísticamente a las teorías, “versiones” o descripciones científicas no diferencia
entre cosas metafísicamente diferentes: la existencia (o la inexistencia) de una entidad o un hecho, y la
creencia compartida o la descripción de la existencia (o la inexistencia) de esa entidad o ese hecho. Ello lo
lleva a cometer el error categorial de atribuir características del lenguaje (como la de explicar o la de ser
usado) a cosas que no son lingüísticas (como la naturaleza o un hecho).
Si bien tanto la versión de Latour y Woolgar como las demás no diferencian entre que un conjunto de
personas crean que existe lo que la ciencia afirma y las propias afirmaciones de la ciencia sobre lo que
existe, ambas cosas ocurren en la realidad social, por lo que el argumento constructivista –tal como el de
Goodman de que una constelación ha sido creada mediante una versión, el de Kuhn de que “los conceptos”
“conforman el mundo al que se aplican” o el de que los hechos y las teorías no son categóricamente
separables, el de Fleck de que la sífilis no existe independientemente de las representaciones lingüísticas de
la medicina o el de Rorty de que el color de la piel de un dinosaurio depende de la descripción científica
sobre él, por ejemplo-, en la medida en que niega la existencia independiente de esos hechos y entidades no
es más que una forma actual de lo que se llamó idealismo metafísico, en la que no se considera como
entidad primitiva las “ideas” o estados de conciencia sino hechos de sociedad humana como las
afirmaciones y los significados científicos y las creencias que generan en las personas.