Abstract
La Educación Superior debe responder a dinámicas globales que provocan profundas transformaciones en el conocimiento, las interacciones y la vida de las personas, las comunidades y los ecosistemas. En entornos críticos, las Universidades necesitan aprender a convertirse en agentes del futuro ante los desafíos de producir bienes públicos globales y proteger los bienes comunes globales. La educación como bien común global y la interdependencia constructiva son referentes para asumir desafíos globales que van más allá del Estado Nación y requieren impulsar la internacionalización como requisito de adaptación y transformación a lo que se obligan las instituciones de educación superior.