Abstract
El trabajo evalúa el alcance de la caracterización realizada en 1967 por Guy Debord de la vida social contemporánea como sociedad del espectáculo. Se muestra la vigencia de aquel análisis en las condiciones de un capitalismo globalizado que redimensiona cada vez más, a través del espectáculo mediático, una relación enajenada con la realidad. Un factor de incuestionable importancia en el dominio que el capital hoy ejerce sobre la vida humana radica en la visión fetichizada y manipulada de la realidad que aquel logra por diversas vías fomentar, dejando ocultas las claves mismas que permitirían explicar este proceso. Las imágenes que por doquier se distribuyen a través de los medios masivos de comunicación, más que acercarnos al conocimiento de nuestro mundo, la mayor parte de las veces tienen la misión de alejarnos de él, recreando espectacularmente una realidad que, por esa misma razón y por mucho que en verdad nos afecte, parece alejarse cada vez más de nuestro alcance hasta ya no ser nuestra.