Abstract
Las «metáforas», «analogías» o «alegorías» tienen un lugar bien ganado en la tradición filosófica. Han sido atacadas por dar lugar a una interpretación poco rigurosa de las nociones que describen, pues permite asociarles propiedades que originalmente no se había pensado (ni resulta deseable) que formen parte de su concepto. Sin embargo, a pesar del reclamo en favor de procedimientos estrictos de definición, el uso de una imagen apropiada suele ser el mejor modo de explicar esas cuestiones que cada siglo escapan a la disección que el filo de las mejores definiciones pretendía darle.
Tal es el caso de las ilustraciones usadas por Charles S. Peirce en sus artículos "Algunas consecuencias de cuatro incapacidades" y "Cómo esclarecer nuestras ideas" para dar cuenta del pensamiento.
Primero veremos el papel que juegan estas imágenes en la argumentación conque Peirce establece dos principios importantes de su filosofía: el de que toda cognición se encuentra determinada por otras cogniciones previas, y el de que no tenemos ningún poder de introspección. Luego hallaremos que dos de las imágenes presentan cierta incompatibilidad en un aspecto especialmente relevante desde el punto de vista de lo que tratan de ilustrar.
Para finalizar, consideraremos una explicación que sea consistente con los textos y que permita resolver la discrepancia, brindando una mejor comprensión conjunta de ambas ilustraciones
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