Abstract
En su artículo “On Knowing One’s Own Mind” (1988), Shoemaker argumenta en favor de tres afirmaciones: (1) se requiere un autoconocimiento directo (self-acquaintance) para la cooperación racional con otras personas (porque ésta depende de que podamos decirles qué es lo que creemos e intentamos hacer); (2) el autoconocimiento directo es necesario para la deliberación sobre qué creer y qué hacer (porque no podemos ajustar racionalmente creencias y deseos sin saber qué creencias y deseos tenemos); y (3) el autoconocimiento directo es una consecuencia inmediata de nuestra capacidad para reconocer el carácter paradójico de oraciones que ejemplifican la paradoja de Moore. En este capítulo trato de mostrar que las afirmaciones (1) y (2) no son correctas; la cooperación se puede llevar acabo comunicándonos exclusivamente sobre (supuestos) hechos y acciones y el ajuste racional de creencias normalmente sucede de una manera automática a un nivel de primer orden. Sin embargo, la afirmación (3) indica una relación interesante entre nuestras capacidades conceptuales y lingüísticas, por un lado, y, por el otro, nuestra capacidad de “contestar la pregunta de si creo que p poniendo en marcha el proceso (cualquiera que éste sea) mediante el cual respondo a la pregunta de si p” (Evans, 1982: 225).