Abstract
Este ha sido el mundo infantil – imposible y contradictorio – que sentimos habitar en este escrito, en esta escritura. En ese mundo, como ahora, el inicio y el final coinciden. En ese mundo, que Heráclito llamaría aión, es la infancia la que gobierna. Un gobierno infantil. Por lo tanto, es tiempo de callarnos. De estarnos sin tanta luz y sin tantas palabras. Para dormir y soñar. Es tiempo de terminar. O de comenzar. Los y las lectores infantiles (no) tienen la palabra. Nosotros ya (no) la tenemos… (¡hipo!)