Abstract
En el núcleo de nuestra imagen de sentido común se encuentra la idea de que los seres humanos somos agentes, es decir, orientamos nuestras acciones a partir de pensamientos, intenciones y deseos. En este texto, Norman Malcolm examina si disponer de una teoría neurofisiológica completa podría llevarnos a abandonar esta suposición. Malcolm argumenta que nuestras explicaciones cotidianas del comportamiento humano dependen de principios a priori que conectan a lo mental con la acción. Puesto que las explicaciones proporcionadas por una teoría neurofisiológica completa dependerían de leyes contingentes, no de verdades conceptuales, tales explicaciones estarían en competencia con las explicaciones psicológicas. Para respaldar esta afirmación, Malcolm introduce un supuesto que se ha vuelto extremadamente influyente en el debate sobre la causación mental: el ‘principio de exclusión causal’. Si las leyes neurofisiológicas fuesen suficientes para explicar la acción, entonces podría prescindirse por completo de las explicaciones psicológicas. La incompatibilidad entre explicaciones psicológicas y explicaciones neurofisiológicas sumada a que las primeras involucran verdades conceptuales parecería conducir a una refutación a priori de la posibilidad de una teoría neurofisiológica completa. Pero la conclusión de Malcolm es más moderada. Él afirma que tal teoría es inconcebible; aun así, sigue siendo una posibilidad lógica.