Abstract
El hombre antiguo vivía en un lugar suyo y de otros, formando comunidades con identidad. Pertenecía a esa sociedad y a ese entorno, como se es y se piensa. Sí, un apéndice, pero con su propia verdad y su voz. Vivía en la necesidad y en la inseguridad, mas lo aceptaba como un hecho más de la naturaleza implacable. No, no era bueno por naturaleza, la guerra existe desde que el hombre aprendió a reconocerse. Entonces llegó la modernidad. No fue el primer paso, pero sí uno diferencial y relevante. Su espíritu es la regla y la uniformidad, somete naturaleza y hombres a regularidades justificadas. El hombre se siente dueño de sí mismo y de su condición. Entonces, el hombre pensó que acariciaba la inmortalidad y la omnipotencia, y encumbró la ciencia como instrumento eficaz, una segunda naturaleza.