Ci imbattiamo in un confine ogni volta che pensiamo a un’entità demarcata rispetto a ciò che la circonda. C’è un confine (una superficie) che delimita l’interno di una sfera dal suo esterno; c’è un confine (una frontiera) che separa il Maryland dalla Pennsylvania. Talvolta la collocazione esatta di un confine non è chiara o è in qualche modo controversa (come quando si cerchi di tracciare i limiti del monte Everest, o il confine del nostro corpo). Talaltra il confine non corrisponde (...) a una discontinuità fisica o a una differenziazione qualitativa (come nel caso dei confini del Wyoming, o della demarcazione tra la metà superiore e la metà inferiore di una sfera omogenea). Ma, che sia netto o confuso, naturale o artificiale, sembra esservi per ogni oggetto un confine che lo separa dal resto del mondo. Anche gli eventi hanno confini, quantomeno confini temporali. Le nostre vite sono delimitate dalle nostre nascite e morti; una partita di calcio comincia alle quindici in punto e termina col fischio finale dell’arbitro alle sedici e quarantacinque. E a volte si dice che anche le entità astratte, come i concetti o gli insiemi, hanno dei propri confini. Se tutto questo parlare di confini abbia davvero un senso, e se rifletta la struttura del mondo o solo l’attività organizzatrice del nostro intelletto, è però oggetto di profonda controversia filosofica. (shrink)

Este trabajo realiza un estudio metafísico sobre la noción de contacto en términos de límites a partir de una ontología de objetos materiales. Dos cosas están en contacto cuando sus límites (o partes de ellos) se topan espacialmente. Las tesis relacionista y la substantivista sobre la naturaleza del espacio son evaluadas en sus compromisos respecto a la idea de contacto. Sin embargo, puesto que considerando algunos descubrimientos de la física cuántica es posible descartar la idea de contacto físico, la discusión (...) requiere ser trasladada a un espacio topológicamente continuo. Aquí la idea de contacto requiere solucionar la compatibilidad entre la existencia de un espacio continuo y la existencia de límites como un tipo de discontinuidad. Cuatro tesis son evaluadas: clásica, superposición, brecha, y coincidencia. Esta última es defendida puesto que, a diferencia de las otras, no renuncia a características ontológicas fundamentales de un límite y es la menos arbitraria sobre su pertenencia. (shrink)

Este artículo aborda un estudio metafísico sobre límites en la discusión sobre composición material. Según la tesis nihilista, dos o más objetos nunca componen otro objeto. Los objetos materiales ordinarios y sus límites (superficies) serían entidades fiat, mientras que los objetos simples (sin partes) y sus límites precisos son los únicos componentes bona fide del mundo. Sin embargo, si hay razones para postular la existencia de un límite bona fide que separa una colección de objetos de sus alrededores espaciales, entonces (...) tenemos razones para postular también la existencia de un objeto compuesto bona fide. Si existe un límite, dada su dependencia ontológica, debe existir un objeto al cual pertenece. La emergencia de un límite de un objeto material tridimensional instancia propiedades irreductibles a las propiedades de alguna de sus partes. No obstante, una vez que los límites son introducidos en el mundo, la presencia de vaguedad ontológica en términos modales resulta inevitable. (shrink)

We think of a boundary whenever we think of an entity demarcated from its surroundings. There is a boundary (a line) separating Maryland and Pennsylvania. There is a boundary (a circle) isolating the interior of a disc from its exterior. There is a boundary (a surface) enclosing the bulk of this apple. Sometimes the exact location of a boundary is unclear or otherwise controversial (as when you try to trace out the margins of Mount Everest, or even the boundary of (...) your own body). Sometimes the boundary lies skew to any physical discontinuity or qualitative differentiation (as with the border of Wyoming, or the boundary between the upper and lower halves of a homogeneous sphere). But whether sharp or blurry, natural or artificial, for every object there appears to be a boundary that marks it off from the rest of the world. Events, too, have boundaries — at least temporal boundaries. Our lives are bounded by our births and by our deaths; the soccer game began at 3pm sharp and ended with the referee's final whistle at 4:45pm. It is sometimes suggested that even abstract entities, such as concepts or sets, have boundaries of their own, and Wittgenstein could emphatically proclaim that the boundaries of our language are the boundaries of our world. Whether all this boundary talk is coherent, however, and whether it reflects the structure of the world or simply the organizing activity of our mind, are matters of deep philosophical controversy. (shrink)