Abstract
Ya desde los años sesenta, sólo un problema obsesionaba a Deleuze: el ejercicio del pensamiento, “¿qué significa pensar? ¿A qué llamamos pensar?”. Su preocupación se orientaba, por ello, a pensar de otro modo, de manera diferente. Su cometido era, en palabras de José Luis Pardo, “introducir una diferencia en la práctica de la filosofía”. Pero como preludio a esta tarea era preciso perder toda nuestra memoria, coagulada en palabras, prácticas y conceptos ya establecidos, era necesario alterar nuestros hábitos especulativos.