Dissertation, Universidad Autónoma de Sinaloa (
2006)
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Abstract
Hoy, al igual que ayer, identidad, independencia y liberación siguen siendo para Latinoamérica asuntos indisolublemente unidos. El actual proceso de globalización, unido a la unipolaridad política que impera en el planeta, obliga al latinoamericano a enfrentar el mismo dilema de siempre: si se es diferente no hay derecho entonces a ocupar un lugar en la universalidad imperante, si se integra a esa universalidad se tiene que renunciar a una buena dosis de lo propio. Es la alternativa que impone, por un lado, una universalidad excluyente y, por el otro, una identidad forjada en alto grado por la oposición a esa universalidad. La solución definitiva al dilema no puede estar, claro está, en la renuncia a lo propio, sino en el cambio de la universalidad misma, en la sustitución de la universalidad imperante por una que le abra espacio a todas las expresiones particulares de lo humano, en la conformación de un nuevo sistema universal de relaciones sociales que incorpore -y no aplaste- todo lo que, surgido en distintos ámbitos socio-culturales, sea realmente valioso para el género humano. Es por eso que, si hablamos de soluciones definitivas, el “caso” latinoamericano es insoluble al margen del “caso” mundo. Pero el cambio de universalidad necesario no sería posible si antes no se crea una pujante fuerza capaz de llevarlo adelante.