Abstract
El trabajo cuestiona críticamente cierta visión extrema y unilateral apreciable en Adorno y Horkheimer al juzgar la relación de la industria cultural con la música. Es cierto que hoy prácticamente toda actividad humana se encuentra condiciona¬da por el mercado y que la música no es una excepción. Ella también es portadora de valor de cambio que tiende a ser dominante en los marcos de la industrial cultural. Pero es plausible que dentro de las industrias culturales mismas se empezara a hacer una distinción entre los bienes culturales producidos por razones meramente comerciales y aquellos producidos por razones más artísticas. Un público demandante de obras de valor artístico, aun cuando pueda ser minoritario y estar inmerso también él en el mercado, condiciona de cierta manera la propia producción cultural, o, al menos, un segmento de ella. Esta posibilidad real no era muy reconocida por los autores de la “La industria cultural”. Según su lógica, como nada puede sustraerse a la industria cultural y como ésta compulsa a la prevalencia del valor de cambio o comercial y a la casi supresión de cualquier otro valor, entonces el arte, el verdadero arte, terminaría por desaparecer, sucumbiendo ante una lógica no interesada en su conservación o crecimiento, sino sólo en la maximización de ganancias a toda costa. Los hechos han contradicho esta conclusión. La relación de la música con la industria cultural, igual que las monedas, tiene dos caras. No basta con reconocer sólo la parte negativa, la que busca alienar las obras con tal de convertirlas en sólo mercancías. Es imprescindible tomar en cuenta también la posibilidad más que comprobable de que piezas con excelente factura estética surjan también en los marcos de esta industria. El asunto radicaría en develar las condiciones que lo posibilitan. El mercado, si bien puede favorecer la generación de productos pseudoculturales de escaso o nulo valor artístico, también se constituye en la única vía, dentro de la sociedad de consumo, por medio de la cual lo genuinamente valioso se convierte en patrimonio común.