Abstract
Este trabajo se propone demostrar que el diseño editorial deconstructivo, a la par que pone en jaque la identidad del lector, en la forma en la que la educación le enseñó que debe reconocerse, lo empuja a identificarse con una nueva forma de ser y comprender el mundo, adquiriendo mayor conciencia de su carácter globalizado, rizomático, polifónico y polisémico. El diseño editorial deconstructivo se levantaba en su momento contra la imposición homogeneizadora de una identidad proclive a la defensa de los valores instituidos por el poder hegemónico. Sin embargo, ese poder, con su capacidad para asimilar en su seno y bajo sus propios valores a lo que en algún momento le fue contestatario, logra convertir en propia a la deconstrucción misma. ¿Por qué? Tal vez sea porque la deconstrucción por sí sola no basta, porque no puede ser el lugar definitivo de llegada, porque tiene que señalar un tránsito hacia alguna otra cosa que es, en definitiva y a la larga, la única que puede darle un verdadero sentido revolucionario.