Una Pedagogía del Nosotros

Madrid, España: FERSE (2020)
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Abstract

"Una Pedagogía del Nosotros" pretende mostrar la esencia de la educación como punto de encuentro, compatible con todas las cosmovisiones. La pedagogía del nosotros invita a habitar la educación con originalidad, pero con un criterio más allá de la propia originalidad. Se trata de tener sensibilidad ante el peligro de manipulación, pero también ante el peligro de no educar, por temor a manipular. Los grandes problemas de la Humanidad no se producen por conflictos y crisis, sino por el egocentrismo. Las dificultades, errores, debilidades, conflictos y crisis son humanos, y cuando se gestionan con nosicentrismo, suponen una oportunidad para crecer, pero si se gestionan con egocentrismo, no solo no se resuelven, sino que se agravan, y si se logra un equilibrio de egocentrismos que aporte apariencia de paz, en el fondo, no hay autorrealización porque los sujetos no están sabiendo madurar; simplemente viven para aplacar a su egocentrismo. El nosicentrismo es la maduración original de sí más allá de sí, que tiende a la autorrealización apoteósica entregándose al nosotros-maduro. Para que las comunidades sean vivencias de “nosotros” felices, es primordial que los sujetos se dispongan de forma nosicéntrica en cuerpo, mente y apertura. Cultivando el carácter, desarrollando las competencias y madurando la sensibilidad. De este modo, la unidad de sujetos forma un nosotros-maduro donde cada sí-mismo es más sí-mismo desplegándose hacia fuera, colaborando, sirviendo o dándose sin devorar y sin dejarse devorar. Es un salir para dar o darse, de modo que el sujeto se hace grande haciendo grandes a los demás y se enriquece interiormente, enriqueciendo lo otro. Cuando los sujetos desde su egocentrismo forman un nosotros, en realidad es un falso-nosotros. La educación apertural, libera del falsos-nosotros, cicatriza la originalidad y la despliega por medio de una pedagogía del nosotros-maduro. ¿Y cómo se educa la apertura? Aportando motivos por los que vale la pena abrirse, madurando la conciencia y capacitando al sujeto para una libertad consciente. El sentido es clave para dar, para darse y para saber a quién vale la pena darse por entero, por qué y para qué. ¿Y cómo descubrir el sentido de darse por entero? La clave está en enseñar a cada sujeto a mirar hacia su propio sentido original, que se encuentra en su conciencia. Y así es como realmente uno se hace original y creativo. La educación apertural no es un forzar hacia fuera “porque es bueno”, sino invitar a buscar hacia dentro para reconocerse en su origen y desplegar el sí-mismo original. Pero el sí-mismo no podrá ser plenamente sí-mismo sin el tú, así que será una educación de comunidad, comenzando por la familia. Desde esta interpretación, la acción educativa tiene mucho de acompañar a cada sujeto en la aventura de conocerse a sí mismo, descubrir su propia originalidad y disponerle para que la despliegue con sensibilidad y empatía. No se tratará de imponer desde fuera, sino invitar a sacar; ayudar a crecer. Desde la pedagogía del nosotros se busca el entendimiento de todas las cosmovisiones y de ellas entre sí, para ayudarnos a madurar y habitar en un nosotros-maduro. Así, se considera que lo más práctico es ir al fondo: ¿Cuál es el fin último de la educación? ¿Cuál es la esencia de la autorrealización máxima a la que puede aspirar un sujeto? Para sintetizar la respuesta, se tomará el concepto “apoteosis” del griego apothéōsis “deificación”, “divinización”, “endiosar”. Según cada cosmovisión, la apoteosis supone “estar en la gloria”, disfrutando del máximo bien, al que cada cual aspirará, según sus prioridades vitales: Placer, Poder, Sentido u Originalidad (se explica en el libro). Sea como fuere la cosmovisión del sujeto, el “tú” endiosa, pero es la propia conciencia la que está llamando a ser “dios” y si no se encuentra en el camino de la apoteosis, siente una especie de vacío interior, como que algo no va bien. No termina de vivir colmado; ni cuando prospera con actividades exitosas, ni en una situación general de bienestar, ni en una actitud vital de servicio a los demás, nada colma. La apoteosis es la máxima autorrealización de un sujeto en el “nosotros” o la mejor realización de la Humanidad como “nosotros total”. La educación apoteósica consiste en ayudar a descubrir o redescubrir, en conciencia, el sabor de las alegrías originales de la vida. La pedagogía del nosotros no plantea ninguna fórmula absoluta para educar ni para vivir. Sencillamente se considera el vivir humano como un vivir-con, que sorprende con descubrimientos constantes. Desde la Pedagogía del nosotros todas las instituciones intermedias: familia, escuela, etc., y la sociedad en su conjunto, contribuyen a la educación de cada sujeto, más o menos egocéntrico y más o menos abierto a la aventura de habitar la vida con mayor conciencia. La Pedagogía del nosotros invita a cada sujeto a que apueste toda su existencia a la exploración y experimentación de lo auténtico. Cada sujeto solo puede crecer y desarrollarse, una vez que ha aprendido a vivir en relación con los demás, a reconocer las posibilidades del espacio entre sus “nosotros”. El medio fundamental es el diálogo al que se ha llamado amor, que es lo que sucede cuando dos sujetos comparten en conciencia, algo o todo de sus vidas al mismo tiempo. Dice Antoine de Saint-Exúpery: "amor no es mirarse el uno al otro, sino mirar los dos en la misma dirección". Este compartir en conciencia es convivir en realidad. Dice Buber: "Toda vida real es reunión" y la sociedad, la familia y la escuela tienen la llave para reunirnos y enseñarnos a dialogar. Solo se vive la vida real, la vida auténtica desde la originalidad compartida, cohabitada. Ahí es donde los sujetos pueden ser más sí mismos, creativos y auténticamente felices.

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Luis Manuel Martínez Domínguez
Universidad Rey Juan Carlos

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2020-02-16

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