Abstract
Desde los propios tiempos de su constitución y en no poca medida todavía hasta el presente, el paradigma general del idealismo poskantiano ha sido objeto de numerosos malentendidos. La historia estándar de la Filosofía Moderna dominante sobre todo en los países de habla inglesa tiende a ver a la filosofía de Kant como el límite máximo de idealismo capaz de ser asimilado de forma consistente por la reflexión filosófica. A partir de Kant, la radicalización del motivo idealista en las filosofías de Fichte, Schelling y Hegel ha sido así considerada a menudo como un abandono de los patrones viables de racionalidad. En la base de esta visión no es en modo alguno inusual encontrar la confusión del idealismo poskantiano con una forma desorbitada y excéntrica del idealismo de Berkeley. Sin embargo, el proyecto teórico de radicalización del idealismo trascendental de Kant poco tiene que ver con esta interpretación. Una de las claves principales para poder entender correctamente ese proyecto es comprender su particular teoría sobre la relación entre conocimiento sensible y conocimiento intelectual, entre intuición y concepto. En el marco teórico de un idealismo absoluto se abandona la diferenciación radical entre intuición y concepto y con ello se excluye por principio la posibilidad de resolver el problema de la referencia de la mente humana al mundo mediante una concepción empirista del conocimiento sensible. En este nuevo contexto, el problema del vínculo de lo mental y lo real debe ser resuelto en el propio plano inmanente de los conceptos. El objetivo de nuestra ponencia será justamente analizar, con ocasión de la teoría de Hegel sobre la relación entre intuición y concepto, los presupuestos teóricos que hacen plausible una concepción de la relación entre la mente y el mundo que no apela para justificar esa relación a categorías como la de receptividad y causalidad.