Abstract
Este capítulo se propone explorar cómo el replanteo de las causas finales en la ciencia natural suscitado por la Revolución Científica impactó en el desarrollo del materialismo y el ateísmo del Siglo de las luces. Con el surgimiento de
la ciencia moderna en Europa, en el siglo XVII ocurrieron cambios sustantivos en la concepción de la causalidad. Ciertos estudios pioneros sobre el tema, sostenían que la nueva ciencia anulaba las causas finales y establecía que todos
los fenómenos naturales debían explicarse en términos de materia y movimiento (Burtt, 1952:98‒99; Schmitt, 1983:5). Más tarde, otros especialistas —con argumentos más sólidos y pruebas más convincentes— mostraron que la causalidad final no fue anulada por completo; siguió presente en muchos autores, aunque ya no como parte indispensable de la explicación científica, sino como un componente ontológico de la naturaleza (Osler, 1996 y 2001).
Ahora bien, ¿qué sucedió con las causas finales en el siglo XVIII europeo, época de profundas turbulencias políticas y controversias filosóficas, en la cual el materialismo, el ateísmo y el deísmo fueron ganando terreno? Para
hacer un recorte dentro de la vasta variedad de posiciones existentes en este escenario, comenzaremos por repasar la posición sobre las causas finales de Francis Bacon (1561‒1626), quien fue una figura muy influyente en la Ilustración.
2 Luego, analizaremos la recepción de esa posición por parte de algunos autores británicos (D. Stewart, S. Parker) y franceses en el siglo XVIII (D'Alembert, Naigeon, Diderot, Cabanis).