Abstract
Una importante amenaza para la comunicación intercultu-ral es el relativismo: la idea de que cada cultura es tan diferente a las demás que resulta imposible entender nada de una de ellas desde cualquier otra. Se trata, de hecho, de una noción que cobró cierto éxito en diversas áreas del saber durante el siglo XX. Para oponerse a ella, los filósofos a menudo han intentado encontrar qué es lo que sí tienen todas las culturas en común, con el propósito de que sirva de punto de apoyo para la comprensión mutua. En este artículo, empero, intentamos mostrar cómo cabe refutar las ideas del relativismo sin tener a la vez que comprometerse con una u otra idea de lo que presunta-mente puedan tener todas las culturas en común. El pensamiento de Richard Rorty será el que nos sirva de guía para ello. Veremos por qué, según este autor, el relativismo puede considerarse en realidad una idea incomprensible y, por tanto, que puede ser abandonada; y por qué, aunque nos confesemos etnocéntricos (como él se confesaba), ello no nos cierra a la comunicación con otras culturas, sino que, bien al con-trario, nos invita a entenderlas y a ampliar con ello nuestra propia comprensión de nosotros mismos. El uso de argumentos filosóficos tomados tanto de la epistemología elaborada por Donald Davidson, como de la historia del liberalismo político, nos resultarán fecundos en ambos empeños.