Abstract
El presente trabajo se propone señalar algunas tareas posibles para la ética del discurso de Karl-Otto Apel en la actualidad. Tales tareas pueden concentrarse en la necesidad de una teoría de la institucionalización del discurso práctico, como forma de racionalidad práctica realizada socialmente. La pregunta que se ha de responder es qué condiciones marco debe cumplir el discurso para que pueda ser puesto en práctica y qué efectos político-institucionales puede producir en el contexto de instituciones realmente existentes. A partir de Gehlen y de Luhmann -aunque en menor medida-, Apel interpreta a las instituciones como sistemas de autoafirmación que, por un lado, liberan a los sujetos de la carga de la acción, pero, por otro lado, limitan o condicionan la racionalidad práctica consensual-argumentativa propia del discurso. Las coerciones (Sachzwänge) funcionales de las instituciones configuran un campo de acción y un tipo de racionalidad que, de acuerdo con Apel, deberían estar bajo el control del discurso institucionalizado como esfera pública racional (Öffentlichkeit). La relación entre los criterios normativos ideales del discurso práctico institucionalizado y las instituciones realmente existentes debe interpretarse como una tensión o entrelazamiento dialéctico no superable. Si esta interpretación es correcta, la ética del discurso, en tanto teoría crítica de la sociedad, no puede ser entendida como una aplicación sin más de criterios normativos ideales a la realidad histórica o de adecuación de esa realidad a los criterios ideales en su sentido vertical, sino como de mutua correlación horizontal.