Abstract
A pesar de los enormes avances que ha tenido la inteligencia artificial (IA) y la robótica, aún es polémico afirmar que una máquina pueda crear arte. Contrario a esta visión, propongo que tras la negación de las capacidades estéticas de las máquinas subyace un sesgo antropocéntrico. Para ilustrar lo anterior tomo ejemplos sobre el rol de las máquinas en la música y arte pop. He seleccionado estos géneros pues históricamente han incorporado de buena forma las novedades tecnológicas. En definitiva, este artículo toma a la música pop y el método de trabajo de Andy Warhol, para iluminar nuevos puntos de vista sobre las capacidades estéticas de máquinas y algoritmos. De este modo se fortalece la tesis de que las máquinas sí pueden crear arte.