Abstract
La teoría quizá más extensamente aceptada sobre la mente humana es la que la concibe como una tabula rasa o un “papel en blanco” que reproduce las cosas de un mundo externo. En esta concepción, la mente es identificada en la práctica con la esfera general de lo inteligible, mientras que el mundo real es asignado a la esfera de lo sensible. La actividad específica de la mente, esto es, el pensamiento, es considerada aquí como una actividad libre en el sentido del libero arbitrio, es decir, como una actividad de suyo arbitraria que gira sin control en el vacío y obtiene su freno de la percepción sensible, en la precisa medida en que la percepción funciona en este paradigma como el punto de contacto entre la mente y el mundo. La percepción es vista así como el criterio que permite decidir cuándo la relación de la mente con el mundo es correcta y cuándo no lo es, es decir, cuándo los pensamientos son verdaderos y cuándo son falsos. No hay ninguna concepción sobre la mente humana que Hegel rechace más decididamente que la que acaba de ser descrita.