Abstract
El artículo aborda el problema de la relación entre el ser humano y la técnica en el mundo actual desde una perspectiva filosófica. Volver a la concepción de la filosofía griega permite concebir hoy el quehacer filosófico como un ejercicio vital, sin fracturas entre el pensamiento y la acción. La patente plasticidad del ser humano evidencia la constitutiva apertura que determina su especificidad y, además, columbra la estrecha vinculación entre técnica, creación y cuidado a partir del acontecimiento del habitar. El cuidado no puede tener lugar sin cierta promoción de un ethos cultural centrado en el miramiento, la asistencia y la preocupación por uno mismo y por el Otro. El olvido de la relación entre la creación y el cuidado conduce a un desequilibrio ethopoiético entre la condición ontológica del ser humano, como ser nacido, finito y vulnerable, y el desarrollo tecnológico, impulsado por la digitalización de la vida y el ascendente papel de las nuevas tecnologías en la sociedad. Advertir y remediar dicho desequilibrio supone repensar la originaria relación entre la creación técnica y el cuidado ético, así como la importancia de la ética para la persistencia de lo orgánico.