Abstract
La experiencia democrática en el Perú exige una revisión detallada de su definición puesta en práctica, así como las consecuencias de su uso. Por un lado, tenemos la noción procedimental que reduce la democracia al cumplimiento de reglas electorales; por otro, tenemos nociones más sustantivas que incluyen los conceptos de rendición de cuentas, oposición y calidad democrática, que exigen mayores ampliaciones sobre la primera noción procedimental, usada dentro de su sentido común. El caso peruano sitúa a la democracia en un marco histórico más reciente (1978-1980) en el que se logró cumplir un criterio de ampliación de derechos civiles a una gran parte de la ciudadanía, pero mantuvo intactos los problemas de desigualdad social que convierten a la ciudadanía y a las elecciones en meras apariencias de los valores atribuidos al sistema democrático. Un segundo momento importante se halla luego del 2001, cuando el final de un régimen autoritario no significó la eliminación de la corrupción y de situaciones de conflicto que están vigentes actualmente dentro de la democracia.