Abstract
La pobreza y la democracia guardan relaciones complejas y ya bastante estudiadas por los científicos sociales. En este artículo no volveré sobre estos enfoques, ni tampoco insistiré en los problemas de gobernabilidad que nacen de la pobreza, sino que presentaré la crítica filosófico-política al ideal democrático que resulta cuando consideramos a la pobreza como privación de libertad individual. A la pobreza se la puede entender desde múltiples perspectivas filosóficas, pero el interpretarla como privación de libertad individual, como lo hace Amartya Sen, la pone en relación directa y problemática con un sistema de gobierno que precisamente hace de las libertades, y de la libertad humana en general, su nervio central. Quisiera sostener que la existencia de la pobreza pone en duda que vivamos en sociedades democráticas porque cuestiona la finalidad y la esencia de estas comunidades, a la vez que les desafía a pensar cómo pueden convertirse realmente en sociedades justas. Comenzaré con una interpretación filosófica de la pobreza a partir de algunas ideas de Sen (sección 1). Seguiré con el análisis de la relación que se podría establecer entre la privación de libertad y la comunidad política según tres filósofos de la tradición occidental: Aristóteles, Baruch de Espinosa y John Locke (sección 2), y terminaré presentando tres desafíos que la pobreza presenta a nuestras democracias (sección 3).