Abstract
Diariamente vemos noticias sobre políticos irresponsables que rechazan el consejo que los expertos basan en los modelos científicos, o nos encontramos con notas periodísticas que distorsionan los hechos o las teorías. En México, diariamente somos testigos —tanto que se ha vuelto un chiste recurrente— de la evidente incapacidad de la comunidad periodística para cubrir informes técnicos, así como de la dificultad que tienen muchos columnistas para comprender incluso los más básicos conceptos de la estadística. Además, muchas veces nos preguntamos por qué los científicos y las organizaciones de salud parecen estar cambiando constantemente de opinión, contradiciéndose entre sí, o no terminan de ponerse de acuerdo.