Bogotá: Centro Editorial de la Universidad Nacional de Colombia (
2024)
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Abstract
La exterioridad de una cosa o de un estado de cosas configurados por el ser humano no implica para Hegel que esa cosa o ese estado de cosas deban ya por ello ser considerados como formas del espíritu objetivo, mientras que en contrapartida las formas del espíritu absoluto estarían entonces conformadas por contenidos ideales del pensamiento. La diferencia entre espíritu objetivo y espíritu absoluto no radica en la diferencia entre lo que el espíritu humano “hace” y lo que “conoce”. En efecto, las obras de arte, es decir, configuraciones exteriores hechas por el ser humano utilizando, por ejemplo, piedras, metales, colores o sonidos, son para Hegel instancias del espíritu absoluto, mientras que, por su parte, realidades que en cuanto tales no son intuibles, como, por ejemplo, los contratos o la organización estatal, son instancias del espíritu objetivo. Que Hegel considere al arte como una forma del espíritu absoluto pone de manifiesto que, a sus ojos, las cosas que intuimos en el universo son, en rigor, productos del propio sujeto que las conoce. Espontáneamente el sujeto cognoscente piensa que lo que intuye es algo que recibe desde un mundo externo; sostener que el arte es una forma de conocimiento es justamente el modo como Hegel está expresando que lo intuido es en todos los casos un contenido producido por el propio espíritu, que es, por así decirlo, una obra de arte humano. En el arte mismo, sin embargo, la producción de la cosa intuible es insuficiente, dado que el material que el espíritu utiliza para sus configuraciones conserva en mayor o menor medida, según el caso, una determinidad propia que resiste a la determinidad que el espíritu busca conferirle. Por esta razón, las obras de arte se presentan inicialmente como productos arbitrarios. Recién cuando integra sus intuiciones en la actividad de comprensión -actividad cognitiva con la que opera la filosofía- y media con ello completamente la determinidad de los contenidos intuidos, el espíritu configura finalmente un universo que le es propio y específico. El objetivo de mi ponencia es reconstruir desde el marco teórico recién expuesto el sentido y función que Hegel le atribuye al arte en su teoría del conocimiento.