Abstract
Este artículo tiene el propósito de argumentar cómo se logra una contribución eximia a la Literatura al abarcar la universalidad de sus recursos. Para demostrar ese acápite, he tomado como referente la perspectiva de Mario Vargas Llosa en relación con el debate que se efectuó entre Julio Cortázar y José María Arguedas. De ese encuentro académico, es asequible auscultar tres tópicos perentorios que se orientan a preservar la condición literaria desde una volición global. El primero de ellos consiste en reanudar un conocimiento sobre la realidad mundial para poder interactuar con una audiencia compatible. El segundo se basa en considerar los estilos y las técnicas que no claudican de la tradición ni la evolución literaria. Para finiquitar, se mencionará la diatriba biográfica como una muestra del desarraigo de lo fundamental en la exégesis. Estos temas buscarán validar la propensión del autor a abordar múltiples realidades.