Abstract
In the realm of Philosophical Practice, there remains a lack of clarity surrounding the essential characteristics that define a practice as “philosophical”. This paper aims to establish seven minimal criteria that must be met by a philosophical consultancy in order to be considered genuinely “philosophical”. Additionally, it explores the question of how one can assess the quality of such a philosophical consultancy. I provide a (non-exhaustive) answer from an Aristotelian point of view, according to which goodness is a matter of balance. In the context of philosophical consultancy, the consultant should find this balance in two respects: first, between their concern for the topic and their concern for the individual seeking counsel, and, secondly, between a hermeneutical and a critical attitude in dialogue. Finally, I present a visual representation of my findings that can serve as a tool for evaluating whether a consultancy is philosophical and whether it is balanced.
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En el ámbito de la práctica filosófica, sigue habiendo una falta de claridad en torno a las características esenciales que definen una práctica como "filosófica". Este artículo pretende establecer siete criterios mínimos que debe cumplir una consultoría filosófica para ser considerada genuinamente "filosófica". Además, explora la cuestión de cómo se puede evaluar la calidad de dicha consultoría filosófica. Aporto una respuesta (no exhaustiva) desde un punto de vista aristotélico, según el cual la bondad es una cuestión de equilibrio. En el contexto de la consultoría filosófica, el consultor debe encontrar este equilibrio en dos aspectos: en primer lugar, entre su preocupación por el tema y su preocupación por el individuo que busca consejo, y, en segundo lugar, entre una actitud hermenéutica y una actitud crítica en el diálogo. Por último, presento una
representación visual de mis conclusiones que puede servir de herramienta para evaluar si una consultoría es filosófica y si está equilibrada.