Panel de discusión del Cuerpo Académico de Estética y Arte realizado en los marcos del Tercer Coloquio Nacional de la Asociación Mexicana de Estudios en Estética, en el que fueron expositores los doctores José Ramón Fabelo Corzo, Gerardo de la Fuente Lora e Isabel Fraile Martín. El doctor Fabelo realizó una presentación general sobre los antecedentes del tema, su significación y perspectivas de desarrollo, en particular sobre las posibilidades de introducción de nuevas categorías, entre ellas la de la “colonialidad del (...) valer”. El doctor De la Fuente, por su parte, centró su intervención en las contradicciones que debe resolver la teoría de la colonialidad para no terminar realizando ella misma una apología a la colonialidad, refiriéndose al papel que en ello puede y debe desempeñar la estética. La doctora Fraile llama la atención sobre lo que podría considerarse el lado positivo de las relaciones de colonialidad que permitieron, entre otras consecuencias, un mutuo enriquecimiento cultural, algo que muestra mediante el análisis del traspaso de imaginarios visuales para los artistas de América Latina. (shrink)

La identidad, el cuerpo y los imaginarios, en su vínculo con el arte y la cultura, son los conceptos básicos presentes en este libro. La asociación entre ellos no es nada casual. Responde a importantes necesidades epistemológicas y prácticas en la comprensión de lo que somos, de la medida en que el arte y la cultura nos constituyen y del modo en que lo corporal y lo imaginario se convierten en depositarios de los atributos que nos identifican. Esta sexta (...) entrega de La Fuente nace como iniciativa para el trabajo conjunto del Cuerpo Académico “Estética y Arte” de la BUAP y extiende su concepción y realización a otros cuerpos, asociados, junto al primero, en la Red de Investigaciones en Arte (RIA). Participan en el libro, de esta forma, investigadores de las universidades Autónoma de Puebla, Autónoma de Ciudad Juárez, Autónoma de Querétaro y de Barcelona. Se compone de tres secciones, precedidas cada una de ellas por Mesas Redondas dedicadas, respectivamente, al vínculo entre identidad y universalidad, a la estética del cuerpo femenino y a los imaginarios como depositarios de las identidades promovidas por el arte. Las secciones se completan con trabajos en torno a los mismos temas, realizados por integrantes de diferentes cuerpos académicos de la RIA o que colaboran con ella. (shrink)

Este trabajo abordará cuestiones esenciales sobre el imaginario colectivo y sus relaciones con la realidad y la verdad. Primero, debemos abordar este tema dentro de un marco conceptual, seguido del correspondiente análisis fáctico de realidades conductuales demostrables. Adoptaremos no solo la metodología, sino sobre todo los principios y proposiciones de la filosofía analítica, que seguramente quedarán patentes a lo largo del estudio y podrán identificarse por las características descritas por Pérez. : Rabossi (1975) sostiene que la filosofía analítica puede (...) identificarse considerando ciertos parecidos familiares. Sugiere los siguientes rasgos familiares: una actitud positiva hacia el conocimiento científico; un enfoque cauteloso de la metafísica; una concepción de la filosofía como tarea conceptual, que toma como método el análisis conceptual; una estrecha relación entre lengua y Filosofía; una preocupación por buscar respuestas argumentativas a problemas filosóficos; la búsqueda de claridad conceptual. -/- Estos conceptos originales implican contenidos culturales, sociales, religiosos, científicos, filosóficos, morales y políticos propios de cada existencia colectiva. En este estudio no debatiremos ni demostraremos. Nuestro objetivo no es establecer sistemáticamente un método, criticar o aportar pruebas. Este trabajo se basa en la reflexión analítica. Especularemos lo más completa y profundamente posible y expresaremos los resultados de nuestros pensamientos. Sin perjuicio del carácter multidisciplinar del tema y de la apertura metodológica para aceptar aportaciones de cualquier campo científico, este trabajo pertenece a la psicología y la ontología o, en otras palabras, a la psicología social y ontológica. La metodología libre que orienta estas reflexiones abarca y considera todo lo que se acerca a la coherencia con la epistemología filosófica y psicológica. Esta metodología no busca evidencia, sino que busca la interrelación entre evidencia existente de cualquier naturaleza y magnitud, infiriendo significado consistente a partir de cosas reales. Muchos grandes pensadores en ningún momento han buscado demostraciones, teorizaciones o sistematizaciones. Estos pensadores pensaron, meditaron y pudieron acercarse a la verdad con la iluminación de su humildad. Ellos serán nuestra referencia y el ejemplo a seguir. De hecho, no encontraremos la verdad. Sin embargo, de una cosa podemos estar seguros: muchas veces nos acercaremos a la verdad y en todo momento nos alejaremos de la mentira. El objetivo principal de este estudio es observar cómo funcionan algunos de los atributos evolutivos esenciales de la humanidad. Al igual que la creatividad, la imaginación y la asociación pueden convertirse en una enfermedad peligrosa, al abrigo de las brumosas sombras de la inteligencia. -/- . (shrink)

No presente trabalho, vamos abordar algumas das questões essenciais sobre o imaginário coletivo e suas relações com a realidade e a verdade. Devemos encarar esse assunto em uma estrutura conceptual, seguida pela análise factual correspondente às realidades comportamentais demonstráveis. Adotaremos não apenas a metodologia, mas principalmente os princípios e proposições da filosofia analítica, que com certeza serão evidentes ao longo do estudo e podem ser identificados pelos recursos descritos por Perez[1] : Rabossi (1975) defende a ideia de que a filosofia (...) analítica pode ser identificada considerando-se certas semelhanças familiares. Ele sugere os seguintes traços familiares: uma atitude positiva em relação ao conhecimento científico; uma atitude cautelosa em relação à metafísica; uma concepção da filosofia como uma tarefa conceptual, que toma a análise conteudo como um método; uma estreita relação entre linguagem e filosofia; uma preocupação em buscar respostas argumentativas para problemas filosóficos, e procura de clareza conceptual. Esses conceitos centrais envolvem conteúdos culturais, sociais, religiosos, científicos, filosóficos, morais e políticos, pertencentes à existência individual e coletiva de cada um de nós. Neste artigo, não discutiremos nem demonstraremos. Nosso objetivo não é o de sistematicamente criticar ou evidenciar qualquer coisa, de qualquer maneira. O presente trabalho se baseia na reflexão analítica. Apenas especularemos da maneira mais abrangente e profunda que pudermos e expressaremos os resultados de nossos pensamentos. Não obstante a natureza multidisciplinar do assunto e a abertura metodológica para aceitar contribuições de qualquer campo da ciência, este trabalho pertence ao objetivo da psicologia e ontologia ou, em outros termos, da psicologia social e ontológica. A metodologia livre que norteia tais reflexões abrange e leva em consideração tudo o que se aproxima da coerência com a epistemologia filosófica e psicológica. Essa metodologia não busca alcançar evidências, mas apenas procura a inter-relação entre evidências já existentes, de qualquer natureza e magnitude, inferindo um significado coerente para as coisas reais. Muitos dos grandes pensadores, a qualquer momento, nunca procuraram demonstrações, teorizações ou sistematizações. Esses pensadores apenas pensavam, meditavam e com a iluminação de sua humildade podiam se aproximar da verdade. Eles serão nossa referência e o exemplo a ser seguido. Com certeza, não encontraremos a verdade, mas podemos ter certeza de alguma coisa: em muitos momentos, chegaremos perto da verdade e, em todos os momentos, estaremos nos afastando da inverdade e da mentira. O escopo principal deste estudo é observar como alguns dos atributos evolutivos essenciais da humanidade, como criatividade, imaginação e associação, podem se tornar uma doença perigosa, abrigada nas sombras enevoadas da inteligência. (shrink)

Is the boundary between the normal and the pathological real or fiction? Are health and disease just a matter of fact or are they value-laden? Here we present some examples of how alleged diseases can be invented and propagated by the industry (disease mongering) or by the methodology of medical science itself. We show that the boundary between health and disease is blurred and depends on individual and social representations, culture relative ways of categorising things and people, and by (...) the society’s degree of medicalisation. However, we do not mean that it is not real, rather that it is more complex than expected, as the subjectivity of social constructions and individual experiences makes them no less real. Finally, we conclude that health and disease belong to both objective and subjective kinds of reality, so the fictional can be real. (shrink)

Este artículo tiene el objetivo de explorar algunas funciones semióticas que constituyen el espacio urbano. Se revisarán algunas categorías y operaciones semióticas relevantes en la comprensión del espacio para que, desde ahí, se pueda explorar el sentido de la noción Centro Histórico como un concepto fundamental en la construcción del imaginario social en las ciudades de occidente.

Actualmente en Colombia los procesos de formación académica se centran poco o nada en la formación del carácter y en el desarrollo integral del ser humano. Por una parte, esto es resultado de factores económico-políticos que demandan de la educación una utilidad para el mercado, una academia que se enfoque en el hacer; en general, una educación medida por la capacidad de enseñar para la producción. -/- Por otra parte, nuestra educación es producto de los paradigmas e imaginarios sociales, que (...) convierten temas de esencial importancia como la ética y la moral, en irrelevantes principios aislados de la realidad y por tanto prescindibles de la experiencia educativa en colegios y universidades. -/- Es pues la educación moral en Colombia (con sus medios y fines), uno de los temas que debe ser objeto de reflexión, que permita señalar el mejor camino para una educación integral. Esta tarea es tanto extensa como compleja en su proceso de investigación, para lo cual servirá de guía un teórico de la educación que coincidió, como muchos otros, en la necesidad de pensar las implicaciones de los conceptos sociales de la moral. El filósofo, psicólogo y pedagogo John Dewey, autor del libro llamado democracia y sociedad, en el que describe las ¨teorías de la moral¨ como un intento de focalizar la moral como un elemento importante dentro de la disciplina y la instrucción escolar, en tanto que la moralidad concierne a la conducta. (shrink)

A tradição filosófica das abordagens da moral tem predominantemente como base conceitos e teorias metafísicas e teológicas. Entre os conceitos tradicionais de ética, o mais proeminente é a Teoria do Comando Divino (TCD). De acordo com a TCD, Deus dá fundamentos morais à humanidade desde sua criação e por meio de revelações. Assim, moralidade e divindade seriam inseparáveis desde a civilização mais remota. Esses conceitos submergem em uma estrutura teológica e são principalmente aceitos pela maioria dos seguidores das três tradições (...) Abraâmicas: judaísmo, cristianismo e islamismo, abrangendo a parte mais considerável da população humana. Mantendo a fé e a Revelação como seus fundamentos, as Teorias do Comando Divino não estão estritamente sujeitas a qualquer tipo de demonstração. Os oponentes da concepção moral do Comando Divino, fundamentados na impossibilidade de demonstrar suas suposições metafísicas e religiosas, tentam há muitos séculos (embora sem sucesso) desvalorizar sua importância. Eles sustentam o argumento de que a teoria não mostra evidências materiais e coerência lógica e, por esse motivo, não pode ser levada em consideração para fins científicos ou filosóficos. É apenas uma crença e, como tal, deve ser entendida. Além dessas oposições extremas, muitos outros conceitos atacam as teorias do Comando Divino, de uma ou de outra maneira, em parte ou na totalidade. Muitos filósofos e cientistas sociais, da clássica filosofia grega até a presente data, por exemplo, sustentam que a moralidade é apenas uma construção e, portanto, culturalmente relativa e culturalmente determinada. No entanto, isso traz muitas outras discussões e impõe o desafio de determinar qual é o significado da cultura, quais elementos da cultura são moralmente determinantes e, finalmente, quais são os limites dessa relatividade. Os deterministas morais, por sua vez, afirmam que tudo relacionado ao comportamento humano, incluindo a moralidade, é determinado em suas causas, uma vez que o livre-arbítrio não existe. Mais recentemente, os pensadores modernos argumentaram que existe uma rigorosa ciência da moralidade. No entanto, o método científico por si só, apesar de explicar vários fatos e evidências, não pode esclarecer todo o conteúdo e todo o significado da ética. A compreensão moral exige uma percepção mais ampla e um acordo entre os filósofos, que eles nunca alcançaram. Todas essas perguntas têm muitas configurações diferentes, dependendo de cada linha filosófica, e iniciam análises complexas e debates intermináveis, uma vez que muitas delas são reciprocamente conflitantes. O universo e a atmosfera envolvendo esta estudo são os domínios de todos esses conflitos conceptuais, observados de um ponto de vista objetivo e evolutivo. Independentemente dessa circunstância e de sua importância intrínseca, essas questões estão muito distantes da abordagem metodológica de uma discussão analítica sobre a moral objetiva, a qual é, de fato, o objetivo e o escopo deste trabalho. Devemos revisitar brevemente essas importantes teorias tradicionais, porque esta pesquisa abriga um estudo comparativo, e suas suposições pelo menos diferem profundamente de todas as teorias tradicionais. Portanto, torna-se necessário oferecer ao leitor, neste texto, elementos diretos e específicos de comparação para críticas válidas, dispensando pesquisas interruptivas. No entanto, mesmo revisitando as teorias tradicionais, para esse objetivo de exposição comparativa e crítica, elas serão mantidas ao lado de nossas principais preocupações, como " aliena materia ". Independentemente da validade de qualquer um ou de todos os elementos dessa discussão e de seu significado como universo filosófico deste trabalho, o objetivo do nosso estudo é demonstrar e justificar a existência e o significado de arquétipos morais pré-históricos surgidos diretamente dos princípios fundamentais, necessidades sociais e esforços para a sobrevivência. Esses arquétipos são a definição do fundamento essencial da ética, sua agregação ao inconsciente coletivo e organização lógica correspondente e transmissão aos estágios evolutivos do genoma humano e às diferentes relações espaço-tempo, independentemente de qualquer experiência contemporânea dos indivíduos. O sistema definido por esses arquétipos compõe um modelo social humano evolutivo. Esta é uma posição metaética? Sim, ela é. Além disso, como em qualquer raciocínio metaético, devemos procurar cuidadosamente as melhores e coerentes rotas, como a Filosofia Analítica lhes oferece. Desta forma, este trabalho deve demonstrar razoavelmente que a moral não é um produto cultural dos homens civilizados ou das sociedades modernas e que, apesar de estar sujeito a várias agregações e subtrações culturais relativas, seus fundamentos essenciais são arquetípicos e nunca mudaram estruturalmente. Esse raciocínio induz que a moralidade é um atributo primal do "homo sapiens"; não é uma propriedade e nem um acidente: integra a essência humana e pertence ao reino da identidade ontológica humana. -/- O fenômeno humano é um processo contínuo, desempenhando seu papel entre determinação aleatória e livre-arbítrio, e precisamos questionar como a moralidade começou e como chegou a nós no presente. (shrink)

La tradición filosófica de los enfoques morales se basa predominantemente en conceptos y teorías metafísicas y teológicas. Entre los conceptos tradicionales de la ética, el más destacado es la Teoría del Mandato Divino (DCT). Según TCD, Dios da fundamentos morales a la humanidad desde su creación ya a través de revelaciones. Así, la moral y la divinidad serían inseparables de la civilización más remota. Estos conceptos se sumergen en un marco teológico y son mayoritariamente aceptados por la mayoría de los (...) seguidores de las tres tradiciones Abrahámicas: judaísmo, cristianismo e islam, que abarcan la mayor parte de la población humana. Teniendo como fundamento la fe y la Revelación, las Teorías del Mandato Divino no están estrictamente sujetas a ningún tipo de demostración. Los opositores a la concepción moral del Mandato Divino, basados en la imposibilidad de demostrar sus supuestos metafísicos y religiosos, han intentado durante muchos siglos desvalorizar su importancia. Apoyan el argumento de que la teoría no muestra evidencia material y coherencia lógica y, por ello, no puede ser tenida en cuenta para fines científicos o filosóficos. Es solo una creencia y como tal debe entenderse. Además de estas posiciones extremas, muchos otros conceptos atacan las teorías del Mandato Divino, de una forma u otra, en parte o en su totalidad. Muchos filósofos y científicos sociales, desde la filosofía griega clásica hasta la actualidad, por ejemplo, sostienen que la moralidad es solo una construcción y, por lo tanto, culturalmente relativa y culturalmente determinada. Sin embargo, esto trae a colación muchas otras discusiones y plantea el desafío de determinar cuál es el sentido de la cultura, qué elementos de la cultura son moralmente determinantes y, finalmente, cuáles son los límites de esta relatividad. Los deterministas morales, por su parte, afirman que todo lo relacionado con el comportamiento humano, incluida la moralidad, está determinado en sus causas, ya que no existe el libre albedrío. Más recientemente, los pensadores modernos han argumentado que existe una ciencia rigurosa de la moralidad. Sin embargo, el método científico por sí solo, a pesar de explicar varios hechos y evidencias, no puede aclarar todo el contenido y significado de la ética. La comprensión moral requiere una visión más amplia y un acuerdo entre los filósofos, lo que nunca lograron. Todas estas preguntas tienen muchas configuraciones diferentes, dependiendo de cada línea filosófica, e inician análisis complejos y debates interminables, ya que muchos de ellos son recíprocamente conflictivos. Independientemente de la validez de alguno o todos los elementos de esta discusión y de su significado como universo filosófico de este trabajo, el objetivo de nuestro estudio es demostrar y justificar la existencia y el significado de los arquetipos morales prehistóricos que surgen directamente de principios fundamentales, necesita esfuerzos sociales y de supervivencia. Estos arquetipos son la definición del fundamento esencial de la ética, su agregación al inconsciente colectivo y su correspondiente organización lógica y transmisión a las etapas evolutivas del genoma humano y a las distintas relaciones espacio-temporales, independientemente de cualquier experiencia contemporánea de los individuos. El sistema definido por estos arquetipos compone un modelo social humano evolutivo. (shrink)

Pe tradición filosófica umi enfoque moral rehegua oñemopyenda predominantemente umi concepto ha teoría metafísica ha teológica-pe. Umi concepto tradicional ética rehegua apytépe, ojehecharamovéva ha’e Teoría de Comando Divino (TCD). TCD he’iháicha, Ñandejára ome’ẽ pyenda moral yvypórape ojejapo guive ha umi revelación rupive. Péicha, pe moralidad ha divinidad ndojeseparái va’erãmo’ã pe civilización mombyryvéva guive. Ko'ã concepto oime sumergido peteî estructura teológica ha oasepta principalmente mayoría umi omoirûva mbohapy tradición abrahámica: judaísmo, cristianismo ha islam, oimehápe parte considerable población humana. Oñongatúvo jerovia ha (...) Apocalipsis ifundamento ramo, umi Teorías de Mando Divino noĩri estrictamente sujeto mba’eveichagua tipo de demostración-pe. Umi opositor concepción moral Comando Divino rehegua, oñemopyendáva imposibilidad ohechauka haĝua umi suposición metafísica ha religiosa orekóva, oñeha’ã heta siglo aja odevalorávo importancia orekóva. Oipytyvõ hikuái argumento teoría ndohechaukái evidencia material ha coherencia lógica ha, péva rehe, ndikatúi ojeguereko en cuenta propósito científico térã filosófico. Pe entendimiento moral oikotevẽ peteĩ percepción ha acuerdo tuichavéva umi filósofo apytépe, araka’eve ndohupytýiva hikuái. Universo ha atmósfera ojeréva ko estudio rehe ha'e umi dominio opavave ko'ã conflicto conceptual, ojehecháva punto de vista objetivo ha evolutivo. Taha'e ha'éva ko circunstancia ha importancia intrínseca orekóva, ko'ã porandu mombyry eterei enfoque metodológico peteî discusión analítica moralidad objetiva rehe, ha'éva, añetehápe, objetivo ha alcance ko tembiapo. Jahecha jeyva’erã mbykymi ko’ã teoría tradicional iñimportánteva, ko investigación ha’égui peteĩ estudio comparativo, ha umi suposición orekóva por lo menos tuicha iñambue opaite teoría tradicional-gui. Upévare oñeikotevê oñeikuave'ê moñe'êhárape, ko texto-pe, elemento directo ha específico ombojojáva crítica válida-pe guarã, odispensávo investigación interruptiva. Ha katu, jepe jahecha jey umi teoría tradicional, upevarã exposición comparativa ha crítica, oñeñongatúta ñande preocupación principal ykére, ha'eháicha "aliena materia". Hembipotápe ore estudio ohechauka ha ohustifika existencia ha significado arquetipo moral prehistórico heñóiva directamente principio fundamental, tekotevê social ha ñeha'ã sobrevivencia rehe. Ko'ã arquetipo ha'e definición fundamento esencial ética, agregación orekóva organización lógica colectiva inconsciente ha correspondiente ha transmisión umi etapa evolutiva genoma humano ha umi relación espacio-tiempo iñambuéva, independientemente oimeraê experiencia contemporánea umi tapicha. Ko sistema odefiníva ko'ã arquetipo omoheñói modelo social humano evolutivo. Ko razonamiento he'ise pe moralidad ha'eha peteî atributo primario "homo sapiens" rehegua; ndaha’éi peteĩ mba’e ni peteĩ accidente: ombojoaju yvypóra esencia ha oike yvypóra identidad ontológica reino-pe. Pe fenómeno yvypóra ha’e peteĩ proceso continuo, omboguatáva ifunción determinación aleatoria ha libre albedrío apytépe, ha tekotevẽ ñacuestiona mba’éichapa oñepyrũ pe moralidad ha mba’éichapa ou ñandéve ko’áĝa. (shrink)

Con el fin de examinar los aspectos exclusivamente morales del suicidio asistido y la eutanasia activa voluntaria, el análisis debe ser llevado a cabo independientemente de la función social de los agentes involucrados, de la opinión de los familiares del paciente terminal y del público en general, y de las consecuencias legales de dichas acciones. En consecuencia, en el presente ensayo se analiza un imaginario caso neutral, aislado del contexto natural de la eutanasia y el suicidio asistido. Utilizando (...) un principio moral—llamado PMS en el ensayo—cuya aplicabilidad depende de la apreciación subjetiva que de él hagan la persona que desea morir y el agente que asiste en su muerte, en el ensayo se concluye que en ciertos casos es posible justificar la obligación moral de asistir en un suicidio o de llevar a cabo una eutanasia activa voluntaria. (shrink)

SOCIOLOGIA DO TRABALHO: O CONCEITO DO TRABALHO DA ANTIGUIDADE AO SÉCULO XVI -/- SOCIOLOGY OF WORK: THE CONCEPT OF WORK OF ANTIQUITY FROM TO THE XVI CENTURY -/- RESUMO -/- Ao longo da história da humanidade, o trabalho figurou-se em distintas posições na sociedade. Na Grécia antiga era um assunto pouco, ou quase nada, discutido entre os cidadãos. Pensadores renomados de tal época, como Platão e Aristóteles, deixaram a discussão do trabalho para um último plano. Após várias transformações sociais entre (...) diferentes eras e povos, o trabalho foi ganhando espaço nos debates entre os povos, como os caldeus, hebreus e romanos. O trabalho conferiu-se no escopo da discussão social. Na Idade Média, com Agostinho, Santo Aquino e outros o labor foi concebido como algo benéfico e divino. O que se via como algo “escravo” ao povo, transformou-se em necessidade e benevolência divina. -/- Palavras-chave: Conceito; Trabalho; História; Definição. -/- ABSTRACT -/- Throughout the history of mankind, work has figured itself in different positions in society. In ancient Greece it was a little matter, or almost nothing, discussed among the citizens. Renowned thinkers of such a time, like Plato and Aristotle, left the discussion of the work for a last plan. After several social transformations between different eras and peoples, work was gaining space in the debates among peoples, such as the Chaldeans, Hebrews and Romans. The work has taken place within the scope of social discussion. In the Middle Ages, with Augustine, Saint Aquinas and others the work was conceived as something beneficial and divine. What was seen as something “slave” to the people, became need and divine benevolence. -/- Keywords: Concept; Work; History; Definition. -/- BASES TEMÁTICAS DESSE TRABALHO -/- ➢ O trabalho é um conceito construído socialmente; -/- ➢ A modernidade trouxe consigo mudanças significativas quanto à valorização do trabalho; -/- ➢ A origem dos mercados de trabalho, juntamente com o surgimento do capitalismo, minimizou o trabalho como um mero emprego assalariado; -/- ➢ O trabalho, no entanto, apresenta múltiplas manifestações nas nossas sociedades. -/- 1. A VISÃO GREGA DE TRABALHO -/- Comecemos pelos gregos, uma civilização excitante que, durante muitos séculos antes de Cristo, já começava a elaborar riquíssimas reflexões sobre vários aspectos da vida humana. No entanto, surpreende aqueles de nós que já ler os primeiros filósofos gregos, como entre tantas análises rigorosas e “diálogos”, um elemento tão central na vida social dos povos, como o trabalho havia tido escassa repercussão. A explicação só faz sentido, justamente, ao analisar a valorização que esses grandes pensadores tinham acerca do nosso objeto de estudo que é o trabalho. Embora, como supracitado, os gregos não tivessem uma visão unânime sobre o trabalho, não é menos certo assinalar que para esta civilização o trabalho foi considerado um fato altamente desvalorizado. O trabalho, para eles, dado a sua vinculação com a dimensão de constrangimento e necessidades, limitava a liberdade dos indivíduos, condição indispensável para integrar o mundo da “pólis” na qualidade de cidadão. O homem livre realizava atividades absolutamente desinteressadas: a atividade intelectual (que não era considerada trabalho) fazia parte do ócio e da contemplação. O trabalho, reservado apenas aos escravos, como bem sinala Hopenhayn (1955), significava uma mera função produtiva. Portanto, o escravo passou a ser unicamente uma força de trabalho. Como tal, ele não tem personalidade e pertence ao seu mestre, como uma coisa entre muitas. Como objeto de propriedade, escapa ao pensamento antropológico que domina a filosofia sofista e socrática, porque para o cidadão grego falar de escravo não implica um sujeito pensante, senão uma coisa ou, no máximo, a força. Também escapa ao pensamento platônico, porque, como uma coisa, parece totalmente desvalorizado na construção idealista-dualista da realidade (HOPENHAYN, 1988. p. 23 – Tradução própria). -/- Três termos fundamentais que devemos recordar da tradição grega: -/- 1 – Ponos: penalidade, fadiga; -/- 2 – Banausia: trabalho mecânico, e -/- 3 – Ergon: realização. -/- Vejamos como essa noção de trabalho é construída como algo servil (ponos), ao qual uma visão positiva de lazer e contemplação foram contrastadas como uma atividade puramente humana e libertadora. As raízes do supracitado são encontradas no valor eticamente supremo da autarquia socrática. Segundo essa noção alcunhada por Sócrates (469-399 a.C.), todo aquele que trabalha está submetido tanto à matéria como aos homens para quem trabalha. Nessa medida, sua vida carece de autonomia e, portanto, de valor moral. Naturalmente, não só os escravos, mas também qualquer trabalhador dedicado a todos os tipos de tarefas manuais, foram desprezados por um pensamento helênico indubitavelmente aristocrático. Para Platão (427-347 a.C.), de origem aristocrática, descendente do último rei de Atenas e discípulo de Sócrates, a autarquia continua a ser perpetrada como um valor ético supremo e, em consonância com os interesses da aristocracia fundiária, afirmava que somente a agricultura evocava autêntica autonomia. Dessa forma, o pensamento platônico restringiu a participação política a escravos, comerciantes e artesãos. Todos eles têm em comum a dependência das condições materiais em que produzem e trocam mercadorias. O plano político estará intimamente relacionado ao econômico-trabalhista: somente quem é capaz de governar a si mesmo (e como sabemos, acontece com aqueles que não trabalham ou possuem terras), pode governar os outros. Somente a liberação total da prática mundana do trabalho abre as possibilidades de dedicar-se, como fez Platão, à contemplação (σχολή), à filosofia e às ciências, e por meio disso saber distinguir o bem do mal, o justo do injusto, o verdadeiro do falso. Quem poderia dedicar-se a tais “tarefas nobres”? Evidentemente, aqueles que não precisam fazer parte da população trabalhadora, isto é, a aristocracia. Esse sistema de governo aristocrático foi defendido, obviamente, por Platão. Em sua “A República” sinala que o governo perfeito é o aristocrático, e que a este se sucedem a timocracia (governo dos guerreiros), a oligarquia (dos ricos) e a democracia (“governo daqueles que amam o prazer, a mudança e a liberdade), que perece por seus excessos nas mãos de alguns homem audaz que se coloca à frente do povo para defender a democracia e “do tronco desses protetores do povo nasce o tirano”, dando origem à tirania.(2) Em seu diálogo “Político” podemos ler: Aqueles que possuem a si mesmos através da compra, e aqueles que podem ser chamados sem nenhuma discussão de escravos, não participam da arte real [...] E todos aqueles que são livres, se dedicam espontaneamente a atividades servis como as supracitadas, transportando e trocando produtos da agricultura e de outras artes; que nos mercados, indo de cidade em cidade por mar e terra, trocando dinheiro por outras coisas ou por dinheiro, o que chamamos de banqueiros, comerciantes, marinheiros e revendedores, poderão, por acaso, reivindicar para eles algo da ciência política? [...], mas também aqueles que estão dispostos a prestar serviços a todos por salários ou por subsídios, nunca os encontramos participantes na arte de governar [...] Como os chamaremos? Como você acabou de dizer agora: servidores, mas não governantes dos estados (PLATÃO, 1983. pp. 237-8 – adaptado). Esse estado ideal que Platão projetou em seus ensinamentos estava longe, a propósito, da democracia ateniense defendida por Péricles. De certa forma, Platão só confiava em uma elite no poder constituída por uns poucos (oligarquia) que não deveriam se render às tarefas servis da produção e circulação das riquezas. Para ele, as crianças aristocráticas deveriam ser selecionadas desde a infância, recebendo uma educação suficiente tanto em filosofia quanto nas “artes da guerra”. Aos trinta anos, eles já seriam capazes de passar por um exame donde seriam selecionados os “filósofos-reis” encarregados do governo. De fato, no entanto, suas concepções de governo nunca poderiam ser executadas com pureza; ou pela chamada “contrarrevolução aristocrática”, ou pela invasão estrangeira subsequente. Essa visão do trabalho que estamos a analisar, como bem sinala Henri Arvon (1914- 1992), conduz a uma sociedade basicamente conservadora e estancada no produtivo. (3) A ideia de liberdade, ócio e contemplação como valores superiores, propõe um desprezo pelo trabalho que, como vimos, é uma atividade puramente transformadora. Há aqueles que, mediante tal contestação, arriscam fundamentar que grande parte do subdesenvolvimento tecnológico na Grécia derive justamente a essa cultura tão peculiar em relação ao trabalho. Caso contrário, se houvesse escravos, por que avançar em conhecimentos que facilitaram o trabalho? Não nos surpreende, nesse sentido, que uma civilização capaz de criar conhecimentos espetaculares em áreas particularmente complexas como a geometria (Euclides), por outro lado, não soubesse (ou não gostaria) de avançar em conhecimentos técnicos aplicáveis ao campo econômico-trabalhista. Já vimos como a cidadania era o escopo da de alguns aristocratas da civilização helênica. Hannah Arendt (1906-1975) sinalava que os gregos distinguiam entre os escravos, os inimigos vencidos (dmôes ou douloi) que estavam encarregados do trabalho doméstico, e os demiourgoi, homens livres para se deslocarem do domínio privado para o público. Somente depois do século V, sinala Arendt, a pólis começou a classificar as ocupações de acordo com os esforços que eles exigiam. Nisso, Aristóteles (384-322 a.C.) teve que desempenhar um papel preponderante que colocou aqueles cujo “corpo está mais deformado” na faixa mais baixa. Ele não admitiria, portanto, aos estrangeiros (os escravos), nem tampouco aos banausoi, antes dos demiourgoi, trabalhadores e artesãos que deviam resignar-se ao mundo dos “oikos”. Estes, não só estavam submetidos à necessidade como eram incapazes de ser livres, mas também incapazes de governar a parte “animal” do seu ser (República, 590). Serão eles, não obstante, aqueles que permitem o florescimento da chamada democracia helênica, pois, quem senão os trabalhadores (escravos ou artesãos) poderia manter com seu esforço o ócio e a contemplação dos “homens livres”, cidadãos do mundo? Como foi supracitado, será Aristóteles quem delimitará ainda mais os direitos de cidadania. Sua cidade ideal, como em Platão, diferenciaria os governantes dos governados. O primeiro, constituído pela classe militar, estadistas, magistrados e sacerdócio. O segundo, pelos agricultores, artesãos e os camponeses. Com os comerciantes há uma certa ambivalência: embora ele considerava uma ocupação antinatural, estava disposto a admiti-los até certo ponto em sua cidade ideal, cuja base seguiria sendo a escravidão. Em sua Política, ele explana: A cidade mais perfeita não fará do trabalhador manual (artesão) um cidadão. Caso o admitir como tal, a definição de virtude cívica [...] não alcança todos os cidadãos, nem apenas os homens livres, mas só os que estão isentos de trabalhos indispensáveis à sobrevivência. Destes, os que estão a serviço de um só indivíduo, são escravos; os que servem a comunidade, são trabalhadores manuais (artesãos) ou trabalhadores não qualificados (ARISTÓTELES, 1998. p. 203). Tampouco compreenderá os agricultores como reivindicava Platão: “Tampouco deverão ser agricultores os futuros cidadãos, pois para a formação de sua virtude e para a atividade política, o ócio é necessário”. Essa prolifera discussão ocorreu em uma civilização onde começaram a surgir as primeiras mudanças produtivas derivadas do crescimento econômico feito do descobrimento do ferro, e sua posterior divisão do trabalho, onde florescem os grupos de comerciantes e a aristocracia proprietária de terras começa a dominar. Os pensadores da época, mais aliados a estes últimos, contrariavam os princípios da acumulação comercial. Em sua Política, Aristóteles aconselha os cidadãos a absterem-se de qualquer profissão mecânica e de toda especulação mercantil. O primeiro, porque limita intelectualmente, e o segundo, porque degrada o ético. Somente o ócio (scholé), para esses pensadores, permite a virtuosidade e a capacidade de julgar. A Koinonia politiké (comunidade dos homens livres) era típica daqueles que não precisavam de trabalho, relegando a população trabalhadora ao mero âmbito da reprodução material (chrematistiké), o que só era possível em um contexto de alta divisão do trabalho onde um grupo minoritário (oligarquia) vivia à custa do trabalho da maioria (muitos deles escravos). O termo “ócio” provém de “scholé”, entendido entre os gregos como tempo para si mesmo, para a contemplação (sjolé) e, portanto, para a formação (scholé = escola). Desse ponto de vista, o ócio para os gregos é um fim em si mesmo. Entre os romanos, no entanto, adquire outra conotação. Em latim octium, designa o campo contraposto ao neo-octium (negócio), ou seja, é o tempo de descanso que permite dedicar-se ao negócio. Tal visão sobre o trabalho e o ócio, respectivamente, não foi, no entanto, como supracitado no início, unanimemente desenvolvida em toda a história da civilização helênica. Os textos de Homero(4) (séculos IX e VIII a.C.) são mais reservados a respeito, mas acima de tudo, na Grécia antiga encontramos autores como Hesíodo (século VIII), que postulavam outras teses. Para o autor de “Os trabalhos e os dias”, o trabalho se constituía em um justo e necessário castigo que Zeus impôs aos homens pelo pecado de Prometeu. Note a similitude com a crença bíblica que veremos adiante. Hesíodo explana: Lembre-se sempre do meu conselho e trabalhe [...] os deuses e os homens se indignam com quem ocioso vive, semelhante em caráter aos zangões sem ferrão, que consomem o esforço das abelhas [...] O trabalho não é nenhuma desonra; desonra é não trabalhar (HESÍODO, 2012. p. 93 e 95). Também entre alguns sofistas (aqueles que vendiam sua sabedoria a quem gostaria de comprá-la), como Protágoras (século V a.C.), “o primeiro e o maior deles”(5), coloca o estudo e a arte (técnica) na mesma faixa, e Antifonte (século V a.C.) disse: “[...] e as honras e preços, e toda a espécie de encorajamento que Deus incumbiu aos homens, devem necessariamente resultar de fadiga e suor”. Como conviveu a cultura grega com essas noções tão diferentes? Tenho a ideia, juntamente com Hopenhayn, que o desprezo dos pensadores gregos pelo manual foi causado pela violência dos guerreiros e dos aristocratas de plantão, que impuseram aos seja derrotados o jugo. Do trabalho árduo e difícil. Porque a aristocracia queria trabalhar nessas condições? A própria divisão do trabalho em si possibilitou o crescimento da civilização helênica, estava gerando diferentes classes com visões distintas sobre o trabalho. Por outro lado, surgiram os camponeses pobres, os derrotados e aqueles que tinham que viver do trabalho artesanal. Essas pessoas, na maioria das vezes isoladas do mundo da “polis”, gerariam suas próprias leituras dos acontecimentos, seus próprios espaços para o desenvolvimento cultural, inclusive sua própria religião, distante daquela imposta pela visão aristocrática, olímpica, contemplativa e estética dos “homens livres”. -/- 2. A VISÃO DOS CALDEUS ACERCA DO TRABALHO -/- A leitura de outros povos e civilizações sobre este tema tem sido diferente. Entre os caldeus, por exemplo, a visão pejorativa analisada entre os gregos não é registrada. Nas escrituras sagradas da religião de Zaratustra (o Avesta), lemos: “É um santo aquele que constrói uma casa, na qual mantém o fogo, o gado, sua mulher, seus filhos, os bons párias. Aquele que faz a terra produzir trigo, que cultiva os frutos do campo, cultiva corretamente a pureza” (HOPENHAYN, 1988. p. 35). Para os caldeus, como se pode observar, o trabalho implica, de uma posição diametralmente oposta à helênica, uma contribuição na ordem econômica, mas também na espiritual. Trabalhar não é só “cultivar o trigo” (dimensão das necessidades fisiológicas), mas também “cultivar a pureza”, dimensão esta, relacionada com a satisfação das necessidades espirituais. Por que apreciamos uma diferença tão acentuada entre essas culturas? Provavelmente, os diferentes graus de desenvolvimento dos povos levaram a isso. Enquanto entre os gregos primava uma divisão do trabalho, onde alguns tinham o status de “homens livres” dedicados à contemplação e ao ócio, outros não tinham escolha a não ser trabalhar, em uma situação de domínio em relação às naturezas daqueles que o empregaram. Esse não foi o caso dos caldeus, que possuía um escasso dividido trabalho, em que a todos se correspondia uma atividade laboriosa. -/- 3. A VISÃO DOS HEBREUS SOBRE O TRABALHO -/- No meio do caminho entre os caldeus e os gregos, encontramos a avaliação do trabalho feita pelos hebreus, dessa vez, tingindo de ambivalências. Tal como ponderava Hesíodo entre os gregos, para os hebreus, o trabalho se constituía de um mal necessário; em um meio para expiar os pecados; dessa vez não de Prometeu, mas de Adão e Eva. Vamos ver, no entanto, alguns aspectos mais complexos. A primeira coisa a se notar da perspectiva hebraica (compartilhada com o cristianismo) é o que se resulta da leitura do livro de Gênesis, aquela história poética e cheia de imagens para elucidar facilmente a origem da criação. Lá se estabelece a ideia de um deus criador-trabalhador: “No princípio Deus criou o céu e a terra [...] No sétimo dia Deus já havia concluído a obra que realizara, e nesse dia descansou [...] de toda a obra que realizara na criação”.(7) Esse Deus como primeira causa (São Tomás de Aquino (1225-1274)) denota laboriosidade seu correspondente descanso, um binômio que será fundamental para compreender a evolução do direito do trabalho e do direito ao descanso semanal contemporâneo. Digamos, em segundo lugar, que o Senhor Deus providenciou o trabalho no Éden: “O Senhor Deus colocou o homem no jardim do Éden para cuidar dele e cultivá-lo”.(8) Portanto, não é certa a ideia de que o trabalho é o resultado do pecado: ao contrário, é um trabalho árduo aquele que deriva do pecado segundo a tradição hebraico-cristã. Antes, na ausência do pecado, havia uma espécie de bom trabalho. Foi o pecado original, que levou Deus a condenar Adão e Eva, e por isso a toda a humanidade, a “ganhar o pão com o suor da sua testa”. “Por isso o Senhor Deus o mandou embora do jardim do Éden para cultivar o solo do qual fora tirado”. (9) O Talmude diz: “Se o homem não encontra seu alimento como animais e pássaros, precisa ganhá-los, isso se deve ao pecado”. Essa sentença, de caráter histórico, promove a ideia de trabalho como meio para expiar o pecado original, mas também como meio para produzir; isto é, legitimando a mudança inerente a todo trabalho e, portanto, legitimando também aquela vontade transformadora que caracterizou desde sempre os povos hebreus.(10) Agora, ao contrário dos caldeus, para os hebreus da antiguidade, o trabalho nunca teve um fim ético em si mesmo, mas foi constituído apenas como um meio. Essa visão esteve sempre presente, e caracteriza muito claramente a concepção que muitos integrantes de nossas sociedades contemporâneas possuem sobre o trabalho, além da religião de cada um. -/- 4. OS ROMANOS E O TRABALHO -/- Os romanos, por sua vez, deram uma importante contribuição para o desenvolvimento do conceito de trabalho. Se bem que, a grosso modo, não houvesse grandes diferenças com o pensamento dos gregos, com quem eles tinham em comum, além disso, uma maior divisão do trabalho fruto do desenvolvimento econômico e o uso massivo de mão de obra escrava(11); a maior contribuição do ponto de vista de sua originalidade histórica estava presente na tradição jurídica que inauguraria o Império Romano. O maior impacto por meios jurídicos e não filosóficos é explicado pelo fato de que os romanos, ao contrário dos gregos, não conseguiram “inspirar” a produção de grandes pensadores sociais. Com efeito, para os romanos, como o escravo não era considerado uma pessoa, o viam-no desprovido de personalidade jurídica. Isso conduziu a negação da relação de trabalho entre a pessoa encarregada de um trabalho manual (escravo) e seu dono. Tal relação correspondia, acima de tudo, ao direito de propriedade que os juristas romanos haviam garantido quase sem limites para seus cidadãos. O problema, como aponta Hopenhayn, surgiu quando o proprietário não ocupa seu escravo, mas aluga-o para terceiros. Surge assim a figura do arrendamento de serviços, que deriva do arrendamento das coisas. Porém, como na realidade o que se alugava era a força de trabalho, a qualidade jurídica desloca-se para a atividade realizada pelo escravo. Dessa forma, a atividade do trabalhador, primeiro do escravo, posteriormente do homem livre, começa a ser tratada como uma coisa, e se converte em antecedente do arrendamento de serviços do Direito Civil moderno. Ademais, na tradição romana, o trabalho manual estava desprestigiado. Cícero (106-43 a.C.) em De Officiis, estabeleceu com fria claridade “ipsa merces est auctoramentum servitius”(12) (todo trabalho assalariado é trabalho escravo). A vida era difícil para esses trabalhadores: nos territórios sob domínio romano, Augusto (63-14 a.C.) tinha imposto um tributo à todos os homens que exerciam algum tipo de trabalho manual, além do imposto à residência, às valas e outros mais particulares como o imposto para a detenção de porcos. Certamente, aqueles que levaram a pior parte no tempo da Roma Imperial foram os escravos (servi) sob domínio e propriedade de seus donos (domini). Me seus tempos de auge, a demanda de escravos em Roma era de 500.000 ao ano. Se compararmos com os 60.000 escravos negros trazidos a América nos anos de maior tráfico, teremos uma ideia mais ou menos exata da magnitude desse triste fenômeno. -/- 5. O CRISTIANISMO E O TRABALHO -/- As mensagens do cristianismo primitivo, são inseridas logo, nesse tempo histórico, onde Roma se tornava o centro das maiores mobilizações de rebeldia da antiguidade. Isaías, nesse sentido, proclamaria que o Messias viria: “[...] a pregar boas novas aos abatidos, a vendar aos quebrantados de coração, a publicar liberdade aos cativos, e aos presos a abertura do cárcere”.(13) Jesus, efetivamente, incluiu em sua missão, mensagens de libertação aos pobres e oprimidos. Porém, ao contrário do supracitado, como bem sinala Eric Roll (1907-2005), dos antigos profetas hebreus, não o faria saudando as comunidades tribais com seu espírito de grupo; mas animado por uma mensagem mais universal e permanente, proclamando uma mudança mais completa e integral na conduta do homem em sociedade, onde os valores de justiça e amor se colocariam em um primeiro plano. Evidentemente, a mensagem do cristianismo primitivo, e mais concretamente de Cristo, distava muito dos filósofos gregos. Deixemos que Roll explique: Temos visto que as doutrinas econômicas de Platão e, em certa medida, de Aristóteles, nasciam da aversão aristocrática ao desenvolvimento do comercialismo e da democracia. Seus ataques contra os males que acarreta o afã de acumular as riquezas são reacionárias: olham para trás, e o de Cristo olha para frente, pois exige uma mudança total, mas relações humanas. Aqueles sonhavam com um estado ideal destinado a proporcionar a “boa vida” para os cidadãos livres unicamente e cujas fronteiras eram as da cidade-estado daquele tempo; Cristo pretendeu falar por todos e para todos os homens. Platão e Aristóteles haviam justificado a escravidão; os ensinamentos de Cristo sobre a fraternidade entre todos os homens e o amor universal eram incompatíveis com a ideia da escravidão, apesar das opiniões expostas depois por São Tomás de Aquino. Os filósofos gregos, interessados somente pelos cidadãos, sustentaram opiniões muito rígidas sobre a diferente dignidade das classes de trabalho, e consideravam as ocupações servis, com exceção da agricultura, como próprias apenas para os escravos. Cristo, ao dirigir-se aos trabalhadores de seu tempo, proclamou pela primeira vez a dignidade de todas as classes de trabalho, assim materiais como espirituais (1942. p. 42 – Tradução própria). Não pode escapar desse estudo, o fato de que o próprio Jesus Cristo herdou o ofício de carpinteiro de seu “Pai” José; e que escolheu seus discípulos entre os pescadores e artesãos da região. Essa visão primitiva do cristianismo, no entanto, deve ser analisada no quadro das escrituras sagradas do Antigo Testamento que compartilha com a cultura (e obviamente a religião) hebraica. Nesse sentido, o trabalho não deixa de ser um meio, descartando-se como um fim em si mesmo. Mas, agora atribuindo-lhe um novo valor, sempre em tento um meio para um fim virtuoso: o trabalho será fundamental para permitir a satisfação das necessidades de cada um, mas também seus frutos, deverão ser inseridos em uma dimensão comunitária, onde o “próximo” necessitado esperará a contribuição fraterna e solidária do cristão. O trabalho, nessa perspectiva, não só possibilita o “tomar”, mas também o “dar”. Em relação a dupla perspectiva, é onde podemos entender a crítica do cristianismo a acumulação da riqueza. Como aponta o evangelista Mateus, “acumular o tesouro no céu, onde nem a traça nem a ferrugem os consomem, e onde os ladrões não perfuram nem roubam. Onde está o seu tesouro está seu coração”. (14) Com São Paulo se incorpora um novo componente valioso: a obrigatoriedade moral do trabalho. Em sua carta aos Tessalonicenses dita claramente “ao que não trabalha que não coma”. Diz São Paulo: Vocês sabem em que forma têm que nos imitar: nós trabalhamos enquanto estivemos entre vocês, não pedimos a ninguém um pão que não teríamos ganhado, senão que, de noite e dia, trabalhamos duramente até nos cansarmos, para não ser carga para nenhum de vocês [...] Além disso, quando estávamos com vocês lhes demos está regra: se alguém não quiser trabalhar, não coma. Mas agora ouvimos que há entre vocês alguns que vivem sem nenhuma disciplina e não fazem nada, muito ocupados em meter-se em tudo. A estes lhes mandamos e lhes rogamos, por Cristo Jesus, nosso Senhor, que trabalhem tranquilos para ganhar a vida (II Tes. 3:10). Essa frase, entendida somente no contexto de uma sociedade donde não existia um conceito de desemprego tal como entendemos atualmente, é curiosamente reproduzida pelo modelo soviético em pleno século XX. Com efeito, a Constituição da União Soviética estabeleceu em seu Artigo 12: “O trabalho é, na Rússia, uma questão de dever e de honra para todo cidadão fisicamente capaz. Essa obrigação é baseada no princípio: “quem não trabalha não come”. (15)(16) Para São Paulo, o trabalho deve ser o meio para ganhar a vida. Ele quis ser exemplo e enquanto pregava continuava trabalhando, presumivelmente como tecelão de tendas. A obrigatoriedade moral se aplica na medida em que a pessoa está em condições de o fazer. Para os incapacitados a fazê-lo (idosos, crianças, deficientes, doentes, acidentados etc.) existia a obrigatoriedade do socorro segundo a máxima do amor (ágape) ao próximo. Essas sentenças morais têm hoje em dia uma importante quota de explicação para com as contemporâneas políticas sociais. -/- 6. O TRABALHO NA IDADE MÉDIA -/- A Idade Média, período que ocupa desde o crepúsculo do Império Romano do Ocidente no século V pelos bárbaros, até o século XV, com a queda de Constantinopla, evidentemente mostra um conjunto importante de escolas e pensadores que marcaram pautas importantes para discernir o valor do trabalho nas diferentes culturas. A organização econômica mais visível nestes mil anos, onde operou o trabalho, consistia em extensões grandes de latifúndios errados do Império Romano (o sistema econômico denominado feudalismo), onde (mediante a falta de escravos) recorreu-se à mão de obra camponesa para o trabalho. O sistema, implicava o arrendamento de parte dessas terras a ex-escravos ou homens livres, em troca de uma renda em dinheiro e espécies, além do cultivo das próprias terras senhoriais. Por certo, a figura do servo não distava muito da do escravo se tivermos em conta as condições de funcionamento do contrato de trabalho. O comércio também teve seu lugar no sistema feudal, o mesmo adquiriu grande importância em certas regiões ou lugares, à exemplo de Constantinopla. A atividade econômica seguia seu rumo na história, e depois dos séculos IX e X, o crescimento das forças produtivas deu lugar a uma maior acumulação por parte de componentes e artesãos e, por certo, a uma maior apropriação de excedentes por parte do Senhor feudal. Essa situação foi ativante para a construção dos primeiros Burgos ou cidades, onde o comércio e a indústria artesanal teriam um marco mais adequado para o seu desenvolvimento. Essa é a etapa do nascimento dos primeiros grêmios corporativos (17). Então para o século XII, a estrutura feudal começa a desmoronar porque a produção de determinados bens começa a ser mais eficiente em cidades e não no feudo. O dinheiro, então, passou a ganhar maior peso que a terra, o que obriga os senhores feudais a aumentar seus rendimentos. Isso leva a um empobrecimento lógico dos camponeses, o que não dura muito, porque na primeira metade do século XIV, a maior parte dos servos alcança sua liberdade. Por sua vez, nessa apertada síntese da história econômica da Idade Média, devemos assinalar que pelo século XIV, e depois das Cruzadas e o posterior desenvolvimento do comércio internacional entre os impérios arábico e bizantino, inaugura-se uma etapa pré-capitalista que durará três séculos. É lá que se levanta mais energética a voz de alguns homens da Igreja contra a tendência à exaltação da riqueza já começava a avivar-se na Europa. São Tomás de Aquino, nesse sentido, não considerará ao comércio pré-capitalista bom ou natural. No entanto, ele o julgava inevitável uma vez que era o meio ao qual o comerciante tinha que manter a sua família. Dessa forma, os lucros do comércio não era outra coisa senão o fruto do trabalho. Se tratava, então, de colocar o acento na justiça da mudança efetuada, para o qual Aquino recorre a Aristóteles, cuja análise sobre o valor de mudança é figurado no seu estudo da Justiça. Muitos padres da Igreja, desde então, pretenderam formular um conceito de “preço justo”. Nesse sentido, o Cristianismo apresenta uma evolução do seu pensamento sobre o comércio que partia de uma visão absolutamente contrária ao começo da Idade Média (Santo Agostinho (354-430), São Jerônimo (347-420) etc.), a outra mais transacionável, que acompanhou, sobretudo, o pensamento de Aquino. Algo similar ocorreu com outro dos “preceitos” da Igreja em matéria econômica: a usura. Esta era considerada pela igreja como a melhor forma de obter lucro. O mesmo evangelista Lucas (século I d.C.) foi categórico ao rejeitar essa linha de operações. A lei hebraica também fez isso, e podemos encontrar no livro do Êxodo (22,25) tal proibição a respeito. Mais atrás no tempo, há antecedentes de condenação à usura entre os hindus (Rigveda, cerca de 1500 a.C.) e budistas (século VI d.C.), além do Islã mais próximo do nosso tempo (século VI d.C.). Ao princípio da Idade Média, como testemunha Roll, a proibição somente alcançava a Igreja, já que o escasso desenvolvimento mercantil não merecia outra coisa. No final da Idade Média, no entanto, que a situação é outra; e a prática secular foi orientada no sentido de promover o empréstimo de dinheiro cobrando por isso um juro. Alarmada ante esses fatos, a Igreja condena mais uma vez a usura no Terceiro Concílio de Latrão de 1179. No mesmo escreveu e ensinou São Tomé (século I d.C.) e outros discípulos da Igreja. No entanto, as práticas econômicas foram minando a autoridade eclesial e está terminou, através de sucessivas etapas, por aceitar, em certas condições e sob certas circunstâncias, a cobrança de juros sobre a concessão de um empréstimo. Em tal sentido, um dos autores mais representativos só início da Idade Média foi Santo Agostinho. Foi este um dos pilares, em seu tempo, das noções “anticapitalistas” que foram seguidas e complementadas por homens do tamanho de São João (347-407), São Ambrósio (340-397), São Clemente (150-215), São Cipriano (200-258) entre outros. (18) Santo Agostinho valoriza o trabalho recordando em tal sentido a São Paulo, a que cita com muita frequência em seus textos. Segundo o Bispo de Hipona, todo trabalho manual é bom pelas razões dadas pelo cristianismo primitivo. Concilia, além disso, seu dualismo platônico, ao sustentar que enquanto o homem trabalha tem a alma livre, de modo que é perfeitamente compatível pensar em Deus ao mesmo tempo em que se trabalha. Essa particular sintonia entre o trabalho e a oração foi perfeitamente posta a prova pelos monges beneditinos, cujo lema “Ora Et Labora” (orar e trabalhar) é paradigmático. “Trabalha e não desesperes” dizia seu fundador, São Bento de Núrsia (480-547), de seus monastérios distribuídos em um primeiro momento a Subiaco, no início do século VI. Também corresponde a São Bento uma sentença que perdura até o dia de hoje no imaginário moral sobre o trabalho: “Otiositas inimica est animae” (a ociosidade é inimiga da alma), tal qual diz uma expressão popular castelhana: “el ocio es la madre de todos los vicios” (o ócio é a mãe de todos os vícios). Tomás de Aquino, alguns séculos depois, continua a reflexão sobre o trabalho e estabelece uma hierarquia de profissões, onde localiza o trabalho agrícola e artesanal acima do comercial. Uma quota de originalidade na história do pensamento sobre o trabalho consistiu em considerá-lo como uma obrigação somente se necessário para subsistir; ou dito de outra maneira: quem não tem necessidade de trabalhar não tem que fazê-lo. Isso sim, à falta de trabalho, devia dedicar-se à oração e contemplação divina, atividades por certo mais elevadas para o autor da Suma Teológica. Logo, considerará que Deus é a causa primária, a que tudo deve a sua existência; por derivação, o homem é causa segunda, procurando atreves do trabalho “criar” em suas dimensões humanas. “Entre todas as formas com que a criatura humana tenta realizar a semelhança divina, não há outra de relevo mais destacado que a de trabalhar, isto é, ser em o mundo causa novos efeitos”, disse o Santo. (19) Aquino, além disso, utilizando categorias platônicas, hierarquiza o trabalho, considerando o intelectual acima do manual. Chama “artes servis” a estes últimos, enquanto que o trabalho intelectual corresponde ao conjunto das “artes liberais”, dignas de maior remuneração ao fazer uso da inteligência. Esta distinção própria da Escolástica, dá lugar à divisão clássica entre as 7 artes liberais: o Trívium (gramática, retórica e dialética) e quadrivium (astronomia, geometria, aritmética e música). Outras contribuições de São Aquino têm a ver com sua posição diante do trabalho agrícola ao qual o considera como o melhor meio para assegurar a subsistência de um povo; a maior importância dada à vida contemplativa sobre a ativa, embora considerando a primeira como “laboriosa”; sua posição sobre a escravidão, que não considerava como natural, no entanto, entendê-la “útil”(20); e sua interpretação sobre o contrato de trabalho: neste, o operário não vende a si mesmo, nem seu corpo, nem sua inteligência, nem sequer sua faculdade de trabalho. Isso significa que o Direito Natural proíbe considerar o trabalho como um objeto de mudança. Propõe, em vez disso, considerar o contrato como um arrendamento de serviço. Em termos gerais, a valorização que sobre o trabalho se realiza na Idade Média, rebaixando ao trabalho manual em relação a outras tarefas, fica explícita na divisão tripartida que recorre, entre outros, Adalberão Bispo de Laon (947-1030): “Triplex Dei ergo domus est quae Creditor uma nunca oran, alii pugnat, Aliique laborant” (ternária é a casa do Senhor e não uma: aqui sobre a terra uns oram, outros lutam e outros trabalham). Não gostaria de deixar passar por alto, finalmente, entre os movimentos originados na Idade Média, a contribuição que sobre o tema do trabalho teve a ordem franciscana. Essa, contra o que muitos podem crer, é uma ordem não mendicante no sentido estrito, mas sim trabalhadora e de pobreza. São Francisco de Assis (1181/82-1226), no final do século XII, marcaria como ninguém dentro do cristianismo, uma vida ascética baseada no trabalho e na pobreza. Inclui, além disso, um elemento pela primeira vez descoberto na cultura europeia: o sentido da alegria que acompanha o trabalho. “Essa condição de 'suor de sua testa' com 'a alegria de seu coração' outorga ao trabalho uma condição diferenciada”. Avançando então na história da humanidade, entramos na época moderna, caracterizada por cinco grandes eventos: -/- 1. A decadência do poder moral da Igreja e o enfraquecimento de seu poder econômico frente ao da crescente burguesia; -/- 2. O renascimento intelectual e artístico; -/- 3. As viagens paras as índias e a descoberta da América; -/- 4. A formação e a constituição dos Estados-nação; -/- 5. As reformas religiosas de Lutero (1483-1546) e Calvino (1509-1564). -/- Nesse contexto, os séculos XV e XVI mostraram como o mercantilismo ia avançando apesar dos esforços de alguns pensadores da Igreja que eventualmente perderam o pulso diante do desenrolar dos acontecimentos. Sucessivas encíclicas papais terminaram por legitimar o interesse nos empréstimos e, por meio desta, levou-se a maior acumulação de riquezas por parte dos banqueiros. Esse foi o meio ideal para o desenvolvimento da atividade do mercador, para quem, o trabalho passou a ser considerado um meio para obter sucesso. Ao dinamizar-se a atividade econômica e mercantil, a visão humanista do trabalho começa a perder valor, realçando-se ao mesmo como um simples meio para fins de enriquecimento. Talvez a exceção a essa noção estendida entre os novos atores tenha sido a proporcionada pelo humanismo renascentista. Para Campanella (1568-1639), por exemplo, sua “Cidade solar”, não existe o divórcio entre trabalho manual e intelectual, isso quando o segundo começa a ser supervalorizado por sua ação no plano das invenções e das novas técnicas.(22) Na mesma linha se situa Thomas More (1478-1535), o autor de “Utopia”, outra reação do cristianismo às projeções que estava adquirindo o cada vez mais influente mercantilismo. Embora o trabalho não seja considerado como um mau, pelo contrário, apresenta características humanizadoras, é sugestivo comprovar como em Utopia a jornada do trabalho não supera as seis horas diárias e na Cidade solar não se devia trabalhar mais que quatro horas. Indubitavelmente, essas versões de sociedades ideais terminariam por impactar sobre maneira a constituição das Missões Jesuítas na América do Sul; e as Franciscanas na Baixa Califórnia. É o Renascimento, o lugar propício, além disso, para renovar o conceito da virtuosidade, agora traduzida na figura do empresário ou financista audacioso e empreendedor. Essa linha foi reforçada logo por Calvino, para quem os negócios são um bom serviço a Deus, e a riqueza não é mais que um fruto de uma vida dedicada ao trabalho desde uma perspectiva ética que analisarei com Weber mais tarde, mas que confere ao trabalho a particularidade de ser um caminho para o sucesso. Esse puritanismo impulsionou sobremaneira a versão do “homo economicus” que mais tarde, em pleno auge do capitalismo pós-industrial, ao qual, segundo Daniel Bell (1919-2011), fora substituído pelos valores hedonistas. -/- REFERENCIAL TEÓRICO AGOSTINHO. Cidade de Deus: contra os pagãos. Trad. O. P. Leme. 2ª ed. Bragança Paulista: Editora Universitária, 2008. (Col. Pensamento humano). _____________. O livre-arbítrio. Trad. N. A. Oliveira. 1ª ed. São Paulo: Paulus, 1995. AQUINO, T. de. Suma Teológica. 2ª ed. 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Las soluciones a la paradoja de la ficción propuestas por Kendall Walton y Gregory Currie, a pesar de diferir en puntos de detalle importantes, suponen dos movimientos conceptuales comunes para entender la situación de quien está inmerso en una obra de ficción, a través del recurso a la noción de “cuasi-emociones” y de la idea de construcción de escenarios imaginarios. Aquí propondré que sus propuestas fallan en sus dos puntos centrales, a partir de problemas que son, sin embargo, independientes. Por (...) un lado, sus ideas sobre las emociones que sentimos al estar atrapados por una obra de ficción fallan al suponer una versión inaceptable de la tesis cognitivista acerca de las emociones. Por otro, sus ideas sobre la construcción de mundos imaginarios por parte de los “consumidores de ficción” fallan al suponer una dicotomía entre mundos de ficción y realidad. Finalmente, discutiré brevemente el modo en que ambos tipos de problemas repercuten sobre la viabilidad del planteo de la paradoja misma. (shrink)

En el presente artículo se abordarán los aportes de Nietzsche, Freud y Marx, como fundadores de discurso, desde la perspectiva foucaultiana. Para ello, se trabajará con la ponencia "Nietzsche, Freud y Marx" realizada por Foucault en 1964. Foucault condensa en esta ponencia una obra que resulta muy rica, debido a que sintetiza de manera clara los aportes realizados por los "maestros de la sospecha". La riqueza de la obra radica en que expone un giro en las técnicas de la interpretación (...) que permite comprender a la hermenéutica, lejos del descifrado oculto de signos, como una estrategia de producción de nuevos símbolos, en la creación de nuevos imaginarios que construyen diversos y variados sentidos (Grüner, 1995: 11). De esta manera, en el presente escrito se planteará un acercamiento al empleo de las técnicas interpretativas que han llevado a cabo Nietzsche, Freud y Marx, como una forma de acceder a la hermenéutica de la sospecha propuesta por este trío. Para el desarrollo de esta propuesta partiremos de la caracterización general de los tres fundadores de discurso, para puntualizar en la impronta propia de la hermenéutica de cada uno. (shrink)

This chapter is centered around an apparent tension that research on implicit bias raises between virtue and social knowledge. Research suggests that simply knowing what the prevalent stereotypes are leads individuals to act in prejudiced ways—biasing decisions about whom to trust and whom to ignore, whom to promote and whom to imprison—even if they reflectively reject those stereotypes. Because efforts to combat discrimination obviously depend on knowledge of stereotypes, a question arises about what to do next. This chapter argues (...) that the obstacle to virtue is not knowledge of stereotypes as such, but the “accessibility” of such knowledge to the agent who has it. “Accessibility” refers to how easily knowledge comes to mind. Social agents can acquire the requisite knowledge of stereotypes while resisting their pernicious influence, so long as that knowledge remains, in relevant contexts, relatively inaccessible. (shrink)

Advancements in artificial intelligence and (social) robotics raise pertinent questions as to how these technologies may help shape the society of the future. The main aim of the chapter is to consider the social and conceptual disruptions that might be associated with social robots, and humanoid social robots in particular. This chapter starts by comparing the concepts of robots and artificial intelligence and briefly explores the origins of these expressions. It then explains the definition of a (...) social robot, as well as the definition of humanoid robots. A key notion in this context is the idea of anthropomorphism: the human tendency to attribute human qualities, not only to our fellow human beings, but also to parts of nature and to technologies. This tendency to anthropomorphize technologies by responding to and interacting with them as if they have human qualities is one of the reasons why social robots (in particular social robots designed to look and behave like human beings) can be socially disruptive. As is explained in the chapter, while some ethics researchers believe that anthropomorphization is a mistake that can lead to various forms of deception, others — including both ethics researchers and social roboticists — believe it can be useful or fitting to treat robots in anthropomorphizing ways. The chapter explores that disagreement by, among other things, considering recent philosophical debates about whether social robots can be moral patients, that is, whether it can make sense to treat them with moral consideration. Where one stands on this issue will depend either on one’s views about whether social robots can have, imitate, or represent morally relevant properties, or on how people relate to social robots in their interactions with them. Lastly, the chapter urges that the ethics of social robots should explore intercultural perspectives, and highlights some recent research on Ubuntu ethics and social robots. (shrink)

Human-centered explainable AI (HCXAI) advocates for the integration of social aspects into AI explanations. Central to the HCXAI discourse is the Social Transparency (ST) framework, which aims to make the socio-organizational context of AI systems accessible to their users. In this work, we suggest extending the ST framework to address the risks of social misattributions in Large Language Models (LLMs), particularly in sensitive areas like mental health. In fact LLMs, which are remarkably capable of simulating roles and (...) personas, may lead to mismatches between designers' intentions and users' perceptions of social attributes, risking to promote emotional manipulation and dangerous behaviors, cases of epistemic injustice, and unwarranted trust. To address these issues, we propose enhancing the ST framework with a fifth 'W-question' to clarify the specific social attributions assigned to LLMs by its designers and users. This addition aims to bridge the gap between LLM capabilities and user perceptions, promoting the ethically responsible development and use of LLM-based technology. (shrink)

This paper reviews current debates in social epistemology about the relations ‎between ‎knowledge ‎and consensus. These relations are philosophically interesting on their ‎own, but ‎also have ‎practical consequences, as consensus takes an increasingly significant ‎role in ‎informing public ‎decision making. The paper addresses the following questions. ‎When is a ‎consensus attributable to an epistemic community? Under what conditions may ‎we ‎legitimately infer that a consensual view is knowledge-based or otherwise ‎epistemically ‎justified? Should consensus be the aim of scientific inquiry, (...) and if so, what ‎kind of ‎consensus? How should dissent be handled? It is argued that a legitimate inference ‎that a ‎theory is correct from the fact that there is a scientific consensus on it requires taking ‎into ‎consideration both cognitive properties of the theory as well as social properties of ‎the ‎consensus. The last section of the paper reviews computational models of ‎consensus ‎formation.‎. (shrink)

Social knowledge, for the most part, is knowledge through testimony. This essay is an overview of the epistemology of testimony. The essay separates knowledge from justification, characterizes testimony as a source of belief, explains why testimony is a source of knowledge, canvasses arguments for anti-reductionism and for reductionism in the reductionism vs. anti-reductionism debate, addresses counterexamples to knowledge transmission, defends a safe basis account of testimonial knowledge, and turns to social norms as a partial explanation for the reliability (...) of testimony. (shrink)

Worsening energy crises and the growing effects of climate change have spurred, among other things, concerted efforts to tackle global problems through what the United Nations calls Sustainable Development Goals (SDGs). These are in turn argued to be best achieved via the adoption of environmental, social, and corporate governance (ESG) as the vehicle for guiding our efforts. However, though these things are often presented as the solution to global issues, they are increasingly being used as a means to centralize (...) power and exacerbate growing authoritarian trends. This article aims to demonstrate how the narratives surrounding ESG mask this reality, taking as a solution one of the foundational causes of global wealth and power disparity. (shrink)

In this paper recognition is taken to be a question of social ontology, regarding the very constitution of the social space of interaction. I concentrate on the question of whether certain aspects of the theory of recognition can be translated into the terms of a socio-ontological paradigm: to do so, I make reference to some conceptual tools derived from John Searle's social ontology and Robert Brandom's normative pragmatics. My strategy consists in showing that recognitive phenomena cannot be (...) isolated at the level of human interaction, and are, rather, in part proper to animal interaction as well. Furthermore, it is argued that recognitive powers are constitutive powers more basic than deontic ones and play a role much broader than the one they in fact assume in Searle and in Brandom. (shrink)

A platitude that took hold with Kuhn is that there can be several equally good ways of balancing theoretical virtues for theory choice. Okasha recently modelled theory choice using technical apparatus from the domain of social choice: famously, Arrow showed that no method of social choice can jointly satisfy four desiderata, and each of the desiderata in social choice has an analogue in theory choice. Okasha suggested that one can avoid the Arrow analogue for theory choice by (...) employing a strategy used by Sen in social choice, namely, to enhance the information made available to the choice algorithms. I argue here that, despite Okasha’s claims to the contrary, the information-enhancing strategy is not compelling in the domain of theory choice. (shrink)

Many extant theories of placebo focus on their causal structure wherein placebo effects are those that originate from select features of the therapy (e.g., client expectations or “incidental” features like size and shape). Although such accounts can distinguish placebos from standard medical treatments, they cannot distinguish placebos from everyday occurrences, for example, when positive feedback improves our performance on a task. Providing a social-epistemological account of a treatment context can rule out such occurrences, and furthermore reveal a new way (...) to distinguish clinical placebos from standard medical treatments. (shrink)

While the importance of social emotions is widely recognized, the question whether all emotions are social and what this would mean for the category ‘social emotions’ is yet to be addressed systematically. Emotion theorists and researchers so far have proposed different candidates for social emotions. These include non-basic emotions, self-conscious emotions, higher-cognitive emotions, and defining social emotions via their social functions. This paper looks at these different candidates for social emotions and briefly discusses (...) their issues. Discussing the candidates and their issues motivates embracing a pluralistic approach to social emotions. In a further step, the paper will look at approaches exploring how social factors impact emotions in general. This serves as a basis for explaining what it would mean to propose that all emotions are social. After reviewing different candidates for social emotions and looking at the impact of social factors on emotions in general, the paper will propose that a pluralistic understanding of social emotions is needed to embrace the different ways in which social emotions may function. Embracing a pluralistic understanding of social emotions does not mean, however, that all emotions are social emotions. (shrink)

Academia is a competitive environment. Early Career Researchers (ECRs) are limited in experience and resources and especially need achievements to secure and expand their careers. To help with these issues, this book offers a new approach for conducting research using the combination of mindsponge innovative thinking and Bayesian analytics. This is not just another analytics book. 1. A new perspective on psychological processes: Mindsponge is a novel approach for examining the human mind’s information processing mechanism. This conceptual framework is used (...) to construct models in studies. The framework is highly flexible and widely applicable for many different types of information processes. The mindsponge approach can help researchers discover interesting ideas or even formulate their very own theories when investigating psychosocial phenomena. This approach brings a fresh wind to the current landscape of social sciences and humanities (SSH). 2. Easy-to-follow analysis protocol: The Bayesian Mindsponge Framework (BMF analytics) is useful in terms of computing and visualizing power but also easy to learn and apply. Contrary to being intimidating, the Bayesian analytics section of this book is presented in a reader-friendly manner with a detailed yet clear step-by-step procedure. Examples are from published BMF articles, allowing readers to immediately practice the method and quickly create their own applications. With educational purposes in mind, the book is very suitable for ECRs who are looking to innovate their research methods. 3. Advocating for low-cost, high-quality research: Doing science can be very costly. Mindsponge innovative thinking and BMF analytics help produce impactful studies using openly available data on online repositories. This is based on the authors’ previous works and experiences. The book presents examples of employing the open R package bayesvl on secondary data from different sources. With less financial constraints, researchers can have more freedom of thought to pursue their curiosity and creativity. ECRs in low- and middle-income countries may find this aspect crucial in their careers. 4. Support and collaboration: The authors share their insights from experiences in the academic publishing system to help readers get through the processes of manuscript writing and peer-reviewing more easily. The authors are also ready to support other researchers with further inquiries and collaboration opportunities at the following website, mindsponge(dot)info. This book is for: a) ECRs whose only abundant resources are their innovation capacity and strength of will; b) Researchers in SSH who want to explore a novel approach to thinking and study conducting; c) Low- and middle-income countries’ researchers looking for a cost-effective research protocol; and, d) Innovative thinkers who want to turn their interesting thoughts into good publications. (shrink)

Sometimes citizens disagree about political matters, but a decision must be made. We have two theoretical frameworks for resolving political disagreement. The first is the framework of social choice. In it, our goal is to treat parties to the dispute fairly, and there is no sense in which some are right and the others wrong. The second framework is that of collective decision-making. Here, we do believe that preferences are truth apt, and our moral consideration is owed not to (...) those who disagree but to the community that stands to benefit or suffer from the decision. In this chapter, I describe and explore these two frameworks. I conclude two things. First, analysis of real-world disagreement suggests that collective decision-making is the right way to model politics. In most, possibly even all, political disagreement, all parties believe (if implicitly) that there is an objective standard of correctness. Second, this matter is connected to the concept of pluralism. If pluralism is true, then collective decision-making cannot be applied to some political disagreements. More surprisingly, pluralism may rule out the applicability of social choice theory as well. (shrink)

A substantial article length introduction to a collection on social ontology and mutual recognition.

In this paper I explore Phyllis Rooney’s 2003 chapter, “Feminist Epistemology and Naturalized Epistemology: An Uneasy Alliance,” taking guidance from her critique of naturalized epistemology in pursuing my own analysis of another uneasy alliance: that between feminist epistemology and social epistemology. Investigating some of the background assumptions at work in prominent conceptions of social epistemology, I consider recent analyses of "epistemic bubbles" to ask how closely such analyses are aligned with ongoing research in feminist epistemology. I argue that (...) critical feminist insights in political philosophy are called for here, especially those that focus on multiple politically salient relationships and also emphasize practices of personal transformation as inseparably bound up with broader movements for social transformation. Insofar as feminist epistemology continues to carry another world in its heart, I argue that it will continue to rest uneasily with any effort to align it with—let alone subsume it within—the still emerging field of social epistemology. (shrink)

En estas páginas hemos presentado varios argumentos para defender que existe una conexión entre el empleo de heurísticas y los procesos de deliberación. En lugar de caracterizar las heurísticas en función de las disciplinas, los campos y/o los ámbitos en que se emplean—tal y como hace, por ejemplo, el grupo ABC, i.e. racionalidad ecológica—las hemos proyectado sobre nuestros enclaves deliberativos, esto es, sobre un espacio eminentemente retórico y político. En dichos enclaves, tal y como solía recordarnos Quintín Racionero, la téchne (...) de la persuasión se nos presenta como parte del órganon de la filosofía práctica porque está aplicada a un espacio ontológico fundado por la comunicación humana. Y es en el seno de dicha comunicación como cabe entender la proliferación de razonamientos heurísticos encaminados al cálculo, la estimación y/o la ponderación, con ayuda de los cuales no sólo se orienta la acción colectiva sino las mismas fases de la deliberación. (shrink)

What are the proper epistemic aims of social media sites? A great deal of social media critique presupposes an exceptionalist attitude, according to which social media is either uniquely good, or uniquely bad for our collective knowledge-generating practices. Exceptionalism about social media is troublesome, both because it leads to oversimplistic narratives, and because it prevents us making relevant comparisons to other epistemic systems. The goal of this chapter is to offer an anti-exceptionalist account of the epistemic (...) aims of social media. I will argue that social systems (and epistemic institutions in general) ought to pursue three distinct epistemic goals: promoting good epistemic outcomes for users, realising epistemically good institutional features, and achieving structural epistemic justice. Although these goals are often mutually supportive, I will consider a number of cases in which these values conflict. This means that there are epistemic dilemmas about how to design social media platforms (and other kinds of epistemic system) which can only be resolved by appealing to ethical considerations. This discussion highlights that just as in the political realm, there is no such thing as a neutral epistemic system. (shrink)

Research into Kelsen’s conception of judicial justice seems at first sight contradictory to his own Pure Theory of Law. Upon closer consideration this prima facie contradiction turns out to be only an appearance due to the paradoxical effect that is produced by Kelsen’s pure theory of law itself. By revealing three paradoxical effects of Kelsen’s work in this article, I try to show that research into a Kelsenian representation of judicial justice is not only possible but also meaningful. The first (...) paradox originates from Kelsen’s formalised and value-free concept of law, which unexpectedly confronts the judge with his moral responsibility for the material valuation of the law. Secondly, a paradox arises from Kelsen’s rationalised notion of relative justice, which in fact forces the judge to be absolutely convinced of the moral rightness of his judgement. The third paradox is a result of Kelsen’s idea of objectivised ‘social peace’, by which the judge just realises the subjective and irrational demands of justice. From my analysis of these three seeming contradictions in Kelsen’s pure theory of law emerges an apparent Kelsenian representation of judicial justice. Starting from his pure theory of law it should be possible to conceive of a ‘pure’ form of administration of law, which would stipulate social peace as a condition for the ‘purity’ of a judicial judgement. I even imagine that Kelsen considered peace as a conditio tacita for the validity of the whole legal order, just as he regarded the basic norm as conditio per quam and effectivity as conditio sine qua non for the validity of the legal order. In any case, according to Kelsen’s conception of judicial justice, social peace proves to be the implicit or tacit condition for a ‘pure’ judgement. With that this ‘pacifying jurisprudence’ can be understood as a surprising paragon of a ‘pure’ administration of justice, on the understanding that peace is not a sufficient but an obvious condition for a just administration of law. That this should also apply mutatis mutandis for Kelsen’s concept of the legal order as a whole will be made subject of further research. (shrink)

Recent literature on Christian nationalism by sociologists of religion in the United States identifies a perceived novel phenomenon: the fusion of authoritarian governmental forms with Christianity. However, the socio-historical origin of this international trend has been left relatively unexplored. Therefore, the goal of this chapter is to create a single international account that lends itself to future comparative theoretical frameworks and analyses through the term "Christofascism." -/- The chapter can also be accessed on google books at the link included in (...) the description. Finally, order the book on Routledge's website, also linked in the description. (shrink)

Philosophers of science, particularly those working on science and values, often talk about the need for science to be socially responsible. However, what this means is not clear. In this paper, we review the contributions of philosophers of science to the debate over socially responsible science and explore the dimensions that a fruitful account of socially responsible science should address. Our review shows that offering a comprehensive account is difficult. We contend that broad calls for socially responsible science that fail (...) to attend to relevant dimensions are not the solution, as they preclude meaningful changes to research institutions and practices. We conclude that narrower, more explicit accounts are more likely to lead to substantive transformation. (shrink)

This essay briefly summarizes the key characteristics and social philosophies in Japan’s vision of Society 5.0. Then it discusses why Vietnam, as a developing country, can learn from the experiences of Japan in establishing its vision for an AI-powered human-centric society. The paper finally provides five concrete recommendations for Vietnam toward a harmonic and human-centric coexistence with increasingly competent and prevalent AI systems, including: Human-centric AI vision; Multidimensional, pluralistic understanding of human-technology relation; AI as a driving force for socio-economic (...) development; Bottom-up, participatory approach for building the vision; and Sustainability and inclusion in the adoption of AI. (shrink)

AI is increasingly becoming based upon Internet-dependent systems to handle the massive amounts of data it requires to function effectively regardless of the availability of stable Internet connectivity in every affected community. As such, sustainable development (SD) for rural and mountain communities will require more than just equitable access to broadband Internet connection. It must also include a thorough means whereby to ensure that affected communities gain the education and tools necessary to engage inclusively with new technological advances, whether they (...) be focused on machine learning algorithms or community infrastructure, as they will be increasingly dependent upon the automational capabilities of AI. In this essay, an exploration will be conducted into the means whereby student-engaged learning (SEL) can effectively be utilized to provide targeted, inclusive education to rural and mountain communities regarding the implications of AI for SD. (shrink)

Social change is slow and difficult. Social change for animals is formidably slow and difficult. Advocates and scholars alike have long tried to change attitudes and convince the public that eating animals is wrong. The topic of norms and social change for animals has been neglected, which explains in part the relative failure of the animal protection movement to secure robust support reflected in social and legal norms. Moreover, animal ethics has suffered from a disproportionate focus (...) on individual attitudes and behavior at the expense of collective behavior, social change, and empirical psychology. If what we want to change is behavior on a large scale, norms are important tools. This article reviews an account of social norms that provides insights into the possibility and limitations of social change for animals, approaching animal protection as a problem of reverse social engineering. It highlights avenues for future work from this neglected perspective. (shrink)

There is an under-appreciated tradition of genealogical explanation that is centrally concerned with social functions. I shall refer to it as the tradition of pragmatic genealogy. It runs from David Hume (T, 3.2.2) and the early Friedrich Nietzsche (TL) through E. J. Craig (1990, 1993) to Bernard Williams (2002) and Miranda Fricker (2007). These pragmatic genealogists start out with a description of an avowedly fictional “state of nature” and end up ascribing social functions to particular building blocks of (...) our practices – such as the fact that we use a certain concept, or live by a certain virtue – which we did not necessarily expect to have such a function at all. That the seemingly archaic device of a fictional state-of-nature story should be a helpful way to get at the functions of our actual practices must seem a mystifying proposal, however; I shall therefore endeavor to demystify it in what follows. My aim in this chapter is twofold. First, by delineating the framework of pragmatic genealogy and contrasting it with superficially similar methods, I argue that pragmatic genealogies are best interpreted as dynamic models whose point is to reveal the function – and non-coincidentally often the social function – of certain practices. Second, by buttressing this framework with something it notably lacks, namely an account of the type of functionality it operates with, I argue that both the type of functional commitment and the depth of factual obligation incurred by a pragmatic genealogy depend on what we use the method for: the dynamic models of pragmatic genealogy can be used merely as heuristic devices helping us spot functional patterns, or more ambitiously as arguments grounding our ascriptions of functionality to actual practices, or even more ambitiously as bases for functional explanations of the resilience or the persistence of practices. By bringing these distinctions into view, we gain the ability to distinguish strengths and weaknesses of the method’s application from strengths and weaknesses of the method itself. (shrink)

Food prices are a daily concern in many households’ decision-making, especially when people want to have healthier diets. Employing Bayesian Mindsponge Framework (BMF) analytics on a dataset of 710 Indonesian citizens, we found that people from wealthier households are less likely to have concerns about food prices. However, the degree of health considerations in food consumption was found to moderate against the above association. In other words, people of higher income-based social classes may worry more about food prices if (...) they care more about the health impacts of their food choices. These findings provide more insights for policymakers on the psychological aspects of promoting the balance between finance and health in food consumption. (shrink)

This chapter canvases a number of ways that issues surrounding disability intersect with social epistemology. We begin with a discussion of how social epistemology as a field and debates concerning epistemic injustice in particular would benefit from further (a) engaging the fields of disability studies and philosophy of disability and (b) more directly addressing the problem of ableism. In section two, we turn to issues of testimony, “intuitive horribleness,” and their relationship to debates concerning disability and well-being. We (...) address how the regular lack of uptake of disabled people’s testimony can lead to a number of structural rather than merely individual epistemic injustices, and we also consider how the very nature of some disabilities make testimonial issues more complicated. We conclude by discussing various norms of social interaction and how they can systematically disadvantage Autistic people in particular with respect to all the issues discussed herein. (shrink)

I have two objectives in this article. The first is methodological: I elaborate a minimal phenomenological method and attempt to show its importance in studies of infant behavior. The second objective is substantive: Applying the minimal phenomenological approach, combined with Meltzoff’s “like-me” developmental framework, I propose the hypothesis that infants learn the pointing gesture at least in part through imitation. I explain how developments in sensorimotor ability (posture, arm and hand control and coordination, and locomotion) in the first year of (...) life prepare the infant for acquiring the pointing gesture. The former may directly enable the latter by allowing the infant to experience its own body as being “like those” of others, thus allowing it to imitatively appropriate a broader range of adult behavior. My proposal emphasizes the embodiment of mind in the development of cognition, contrary to latent dualistic tendencies in some developmental literature. (shrink)

Much of the characteristic symptomatology of schizophrenia can be understood as resulting from a pervasive sense of disembodiment. The body is experienced as an external machine that needs to be controlled with explicit intentional commands, which in turn leads to severe difficulties in interacting with the world in a fluid and intuitive manner. In consequence, there is a characteristic dissociality: Others become problems to be solved by intellectual effort and no longer present opportunities for spontaneous interpersonal alignment. This dissociality goes (...) hand in hand with a progressive loss of the socially extended mind, which normally affords opportunities for co-regulation of cognitive and affective processes. However, at times people with schizophrenia report that they are confronted by the opposite of this dissociality, namely an unusual fluidity of the self-other boundary as expressed in experiences of ambiguous body boundaries, intrusions, and even merging with others. Here the person has not lost access to the socially extended mind but has instead become lost in it, possibly due to a weakened sense of self. We argue that this neglected aspect of schizophrenic social dysfunction can be usefully approached via the concept of genuine intersubjectivity: We normally participate in a shared experience with another person by implicitly co-regulating how our interaction unfolds. This co-regulation integrates our respective experience’s dynamical bases into one interpersonal process and gives the interaction an ambiguous second-person character. The upshot is that reports of abnormal self-other fluidity are not indicative of hallucinations without any basis in reality, but of a heightened sensitivity and vulnerability to processes of interpersonal alignment and mutual incorporation that form the normal basis of social life. We conclude by discussing implications of this view for both the science of consciousness as well as approaches to intervention and therapy. (shrink)

During the Covid-19 pandemic we increasingly turned to technology to stay in touch with our family, friends, and colleagues. Even as lockdowns and restrictions ease many are encouraging us to embrace the replacement of face-to-face encounters with technologically mediated ones. Yet, as philosophers of technology have highlighted, technology can transform the situations we find ourselves in. Drawing insights from the phenomenology of sociality, we consider how digitally-enabled forms of communication and sociality impact our experience of one another. In particular, we (...) draw attention to the way in which our embodied experience of one another is altered when we meet in digital spaces, taking as our focus the themes of perceptual access, intercorporeality, shared space, transitional spaces, and self-presentation. In light of the way in which technological mediation alters various dimensions of our social encounters, we argue that digital encounters constitute their own forms of sociality requiring their own phenomenological analysis. We conclude our paper by raising some broader concerns about the very framework of thinking about digitally and non-digitally mediated social encounters simply in terms of replacement. (shrink)

Francis Ysidro Edgeworth’s unduly neglected monograph New and Old Methods of Ethics (1877) advances a highly sophisticated and mathematized account of social well-being in the utilitarian tradition of his 19th-century contemporaries. This article illustrates how his usage of the ‘calculus of variations’ was combined with findings from empirical psychology and economic theory to construct a consequentialist axiological framework. A conclusion is drawn that Edgeworth is a methodological predecessor to several important methods, ideas, and issues that continue to be discussed (...) in contemporary social well-being studies. (shrink)

How social media impacts the autonomy of its users is a topic of increasing focus. However, much of the literature that explores these impacts fails to engage in depth with the philosophical literature on autonomy. This has resulted in a failure to consider the full range of impacts that social media might have on autonomy. A deeper consideration of these impacts is thus needed, given the importance of both autonomy as a moral concept and social media as (...) a feature of contemporary life. By drawing on this philosophical literature, we argue that autonomy is broadly a matter of developing autonomy competencies, having authentic ends and control over key aspects of your own life, and not being manipulated, coerced, and controlled by others. We show how the autonomy of users of social media can be disrespected and harmed through the control that social media can have over its users’ data, attention, and behaviour. We conclude by discussing various recommendations to better regulate social media. (shrink)

This paper comments on Gallagher’s recently published direct perception proposal about social cognition [Gallagher, S.. Direct perception in the intersubjective context. Consciousness and Cognition, 17, 535–543]. I show that direct perception is in danger of being appropriated by the very cognitivist accounts criticised by Gallagher. Then I argue that the experiential directness of perception in social situations can be understood only in the context of the role of the interaction process in social cognition. I elaborate on the (...) role of social interaction with a discussion of participatory sense-making to show that direct perception, rather than being a perception enriched by mainly individual capacities, can be best understood as an interactional phenomenon. (shrink)

Our primary aim in this paper is to sketch a cognitive evolutionary approach for developing explanations of social change that is anchored on the psychological mechanisms underlying normative cognition and the transmission of social norms. We throw the relevant features of this approach into relief by comparing it with the self-fulfilling social expectations account developed by Bicchieri and colleagues. After describing both accounts, we argue that the two approaches are largely compatible, but that the cognitive evolutionary approach (...) is well- suited to encompass much of the social expectations view, whose focus on a narrow range of norms comes at the expense of the breadth the cognitive evolutionary approach can provide. (shrink)

La identidad, el cuerpo y los imaginarios, en su vínculo con el arte y la cultura, son los conceptos básicos presentes en este libro. La asociación entre ellos no es nada casual. Responde a importantes necesidades epistemológicas y prácticas en la comprensión de lo que somos, de la medida en que el arte y la cultura nos constituyen y del modo en que lo corporal y lo imaginario se convierten en depositarios de los atributos que nos identifican. Esta sexta (...) entrega de La Fuente nace como iniciativa para el trabajo conjunto del Cuerpo Académico “Estética y Arte” de la BUAP y extiende su concepción y realización a otros cuerpos, asociados, junto al primero, en la Red de Investigaciones en Arte (RIA). Participan en el libro, de esta forma, investigadores de las universidades Autónoma de Puebla, Autónoma de Ciudad Juárez, Autónoma de Querétaro y de Barcelona. Se compone de tres secciones, precedidas cada una de ellas por Mesas Redondas dedicadas, respectivamente, al vínculo entre identidad y universalidad, a la estética del cuerpo femenino y a los imaginarios como depositarios de las identidades promovidas por el arte. Las secciones se completan con trabajos en torno a los mismos temas, realizados por integrantes de diferentes cuerpos académicos de la RIA o que colaboran con ella. (shrink)