The pandemic significantly raised the stakes for the translation of bioethics insights into policy. The novelty, range and sheer quantity of the ethical problems that needed to be addressed urgently within public policy were unprecedented and required high‐bandwidth two‐way transfer of insights between academic bioethics and policy. Countries such as the United Kingdom, which do not have a National Ethics Committee, faced particular challenges in how to facilitate this. This paper takes as a case study the brief career of the (...) Ethics Advisory Board (EAB) for the NHS Covid‐19 App, which shows both the difficulty and the political complexity of policy‐relevant bioethics in a pandemic and how this was exacerbated by the transience and informality of the structures through which ethics advice was delivered. It analyses how and why, after EAB's demise, the Westminster government increasingly sought to either take its ethics advice in private or to evade ethical scrutiny of its policies altogether. In reflecting on EAB, and these later ethics advice contexts, the article provides a novel framework for analysing ethics advice within democracies, defining four idealised stances: the pure ethicist, the advocate, the ethics arbiter and the critical friend. (shrink)

This collection brings together fourteen contributions by authors from around the globe. Each of the contributions engages with questions about how local and global bioethical issues are made to be comparable, in the hope of redressing basic needs and demands for justice. These works demonstrate the significant conceptual contributions that can be made through feminists' attention to debates in a range of interrelated fields, especially as they formulate appropriate responses to developments in medical technology, global economics, population shifts, and poverty.

O renascimento do pragmatismo foi acompanhado por uma série de filósofas feministas que se esforçaram para resgatar do esquecimento as pensadoras que fizeram parte do movimento pragmatista clássico do final do século XIX e primeira metade do século XX. O presente trabalho visa introduzir aos leitores de língua portuguesa esse trabalho a partir de uma breve exposição das pensadoras Jane Addams, Mary Parker Follet, Charlotte Perkins Gilman, Mary Whiton Calkins e Ella Flagg Young.

Los procesos de globalización constituyen un vasallaje cultural para la identidad regional de los pueblos originarios, por ello, aun cuando la identidad sea un concepto polisémico, ciertas actividades son necesarias para mantenerla o, incluso, acrecentarla. Los idiomas autóctonos, la preservación de su cosmovisión, sus tradiciones y la defensa de su patrimonio biocultural pueden ser elementos constitutivos de identidad, no para un aislamiento de los pueblos, sino para la construcción de una visión glocal.

En este artículo se debaten tres aspectos del concepto de la moral: el primero se refiere a la puesta en duda de la existencia misma, no sólo del concepto sino de la posible o imposible fundamentación de lo moral per se. En segundo lugar, la positivización del término llevado a lo normativo como una búsqueda de objetividad de lo moral y, el tercer aspecto, la crítica a la moral imperativa desde posturas dogmáticas. Se defiende que no es suficiente la perfectibilidad (...) de las leyes desde un punto de vista de la moralidad, sino que existe lo que podríamos llamar un fundamento personal, y al mismo tiempo, colectivo de comprensión del Derecho; entendido como el bienestar individual y colectivo para la realización de una vida plena en la polis. La moralidad, por tanto, si bien no es posible definirla en modo explicativo, racional, necesita de una base en valores compartidos con aspiraciones objetivistas y, al mismo tiempo, universalistas. (shrink)

En México y en otros países, eufemísticamente llama-dos "en desarrollo", los sistemas públicos de atención a la salud enfrentan continuos recortes presupuestales, lo que impacta negativamente a los recursos materiales y a la disminución de plazas para los egresados de las carreras de medicina, esto es, menos contratos de médicos de base en hospitales, clínicas y centros de salud. Bajo este panorama adverso, algunos administradores, desarrolladores de software y no pocos políticos preclaros, suponen que la salida a los problemas económicos (...) estará en el uso intensivo de la inteligencia artificial (en adelante IA) y la robótica. Una vez que los algoritmos sean adecuadamente entrenados, un ejército de robots doctores serán capaces de hacer valoraciones más precisas, diagnósticos 100% acertados, y prescripciones farmacológicas exactas; mucho mejor que los médicos humanos. Además, la IA no se cansa, no protesta, no se sindicaliza… ¿Realidad o ficción? En países como China y el Reino Unido ya se utilizan técnicas computacionales para la interpretación de imágenes de rayos X, detección de tumores, prótesis inteligentes e incluso IA para predecir los resultados de un ataque cerebrovascular isquémico. En México se incorporó a RoomieBot, un robot que sirve para el diagnóstico de pacientes con posible coronavirus. La cirugía robótica Da Vinci es buen ejemplo de cómo la IA puede trabajar colaborativamente con la o el cirujano en el quirófano. Sin embargo, aún quedan por resolver grandes desafíos antes de preocuparse por el llamado desempleo tecnológico de los egresados. Si bien la IA es una valiosa herramienta, en estricto sentido, en esta y en otras muchas áreas su autonomía total es todavía una quimera, por ejemplo: los vehículos autónomos pueden ser engañados y hackeados, y no existe aún un robot que pueda hacer un simple nudo a las correas de sus zapatos sin asistencia 2. Por otra parte, se requiere un marco normativo-todavía inexistente-para la aplicación universal de IA en los cuidados de la salud. Los principios de la bioética están claramente establecidos: la beneficencia, la no maleficencia, la autonomía y la justicia, así como el Juramento Hipocrático. No es así para IA, donde los países interesados no llegan al consenso de los principios morales básicos de la medicina que debería extrapolar 3. Hasta que no se solucionen los problemas técnicos, tecnológicos y, sobre todo, los dilemas éticos, la IA deberá continuar como la útil herramienta que es para la medicina; sin embargo, sustituir el valor intrínseco kantiano de la persona es algo que, seguramente, tendremos mucho tiempo para reflexionar y, acaso, algún día resolver de manera satisfactoria. (shrink)

Nosotres, biólogues, ecologistas y otres profesionales dedicados a proteger la vida, les escribimos con una solicitud urgente. Les pedimos muy comedidamente que su organización o institución emita un comunicado oficial condenando la crisis en curso y abordando los impactos ambientales y humanitarios en Palestina.

RELAÇÃO E EFEITOS BIOQUÍMICO-NUTRICIONAIS SOBRE O CATARRO GENITAL II E III EM VACAS -/- Emanuel Isaque Cordeiro da Silva Departamento de Agropecuária – IFPE Campus Belo Jardim [email protected] ou [email protected] WhatsApp: (82)98143-8399 -/- 4. CATARRO GENITAL II E III -/- O catarro genital ou metrite (inflamação do miométrio) é uma inflamação inespecífica no trato genital. Existem duas barreiras que impedem a chegada de germes ao interior do trato genital. As barreiras de tipo hemático (diferença de fluxo sanguíneo) e imunossupressão parcial (...) originada pela progesterona, superadas as barreiras, podem se apresentar inflamação no momento do parto ou após o mesmo e frequentemente é acompanhada de retenção de placenta. A principal causa é a deficiência de fatores nutricionais, que causam distúrbios no metabolismo normal do animal. Os catarros trazem problemas de infertilidade, anestro, aumento entre o intervalo entre partos (IEP), o que acarretam altas perdas econômicas na produção (FRAZER, 2005; GORDON, 1996). Podem se manifestar em diferentes graus, que caracterizam-se por fatores específicos; serão abordados os catarros de 2° e 3° grau. 4.1 Relação Sódio (Na) e Potássio (K) Um dos fatores nutricionais associados ao catarro genital é a deficiência de sódio ou o excesso de potássio, o problema existente entre o excesso ou deficiência de um mineral reside na presença imediata de um desequilíbrio homeostático entre a relação fisiológica dos mesmos e portanto um desequilíbrio no metabolismo (funcionamento normal do organismo). A relação potássio:sódio (K:Na) ideal situa-se entre 10-15:1 (DEHNING, 1987) e demonstrou-se que à medida que se amplia essa relação se agrava a eficiência reprodutiva. Ao haver um excesso de sódio no organismo altera-se o equilíbrio de potássio:sódio (K:Na), aumentando os níveis de sódio os níveis de potássio diminuem, causando principalmente problemas na síntese de hormonas sexuais, que por sua vez apresentam um efeito negativo no ciclo estral normal da fêmea, além de problemas no parto (partos distócicos), isto porque no córtex adrenal deve produzir-se aldosterona para regular a homeostase mineral, devido ao fato do substrato bioquímico para a síntese da aldosterona ser o mesmo que para a síntese das hormonas sexuais, nomeadamente estrogênios, portanto, estes não se produzem provocando menor contratilidade uterina, o que favorece a contaminação e colonização bacterial típica dos quadros de metrite. Em média, uma vaca de 600 kg com uma produção de leite de 15 kg/dia, requer uma dieta com 230 g/dia de potássio. As concentrações sugeridas pela NRC para bovinos de corte com dieta de matéria seca (MS) é de 0,6 – 0,7% e a concentração máxima de 3%. Para garantir esses níveis de exigências, as forragens apresentam entre 1 % e 4% de K, portanto são excelentes fontes desse mineral. Em geral, os grãos de cereais são deficientes, menos 0,5% de K, no entanto farelos de oleaginosas são uma boa fonte de suplementação. O excesso de fornecimento de sódio (Na) é relativamente raro, mas clinicamente resulta em achados semelhantes de acetonemia, além de enfraquecimento, retenção de placenta, inflamação do aparelho genital e distúrbios no funcionamento ovariano. As forrageiras possuem um teor deficiente em sódio, uma vez que tal elemento é considerado prejudicial às plantas. Uma das formas de garantir a exigência de sódio no animal, é a disponibilidade à vontade de sal mineral (NaCl) em cochos espalhados pela propriedade. De forma geral, o consumo de sódio por animal/ dia deve ser de 20 a 25 g, o que perfaz aproximadamente 50 g de NaCl/cab./dia, considerando-se um percentual de 39% de sódio nesse composto. Vale salientar que o sódio têm função reguladora, portanto, sua disponibilidade não deve ser maior que a exigência requerida pelo animal. 4.2 Relação do Fósforo (P) Outro fator associado com metrite é, o excesso de fósforo (P) na dieta, pode ser dado por uma excessiva ou inadequada suplementação mineral, por intensa fertilização nas pastagens, por utilização de pastos sumamente jovens ou pelo consumo de grandes quantidades de grãos (soja) e cereais. Simultaneamente, com o excesso de fósforo é frequentemente encontrada uma diminuição do teor de manganês no tecido uterino, como consequência a diminuição da resposta do útero aos estrogênios (DEHNING, 1987). Estes, por sua vez, são responsáveis pelo movimento uterino e por criar maior resistência às infecções do trato genital. O intervalo sugerido pelas instituições de pesquisa está entre 0,12 – 0,20% na dieta de MS. Porém esse intervalo depende de alguns fatores como a idade dos animais e a categoria em que se encontram. O fósforo é um elemento que encontra-se em constantes debates em empresas e instituições agropecuárias. Pesquisadores da Austrália revelaram que 0,12% de sódio na matéria seca estaria o mais próximo possível dos níveis exigidos pelos bovinos de corte, o que contradiz os 30% requeridos pela NRC. Contudo, experimentos realizados pela Embrapa, concluíram que uma dieta em matéria seca de forrageiras com 100%, 70% e 40% dos níveis exigidos de fósforo, tiveram ganho de peso semelhantes. Por exemplo, os animais que receberam 70% dos requisitos tiveram ganho de peso médio entre 0,500 e 0,600 g/dia, muito semelhante ao mesmo ganho quando se forneceram 100% dos requisitos do fósforo. Nas forrageiras a disponibilidade de fósforo depende da disponibilidade do mesmo no solo. Nos grãos de cereais e farelos de oleaginosas contêm de moderado a alto teor de P, e nos produtos de origem animal, como farinha de peixe, o teor de P é considerado alto. 4.3 Relação Cálcio (Ca) e Fósforo (P) O caso de fornecimento exagerado de fósforo causa um efeito inverso da relação cálcio:fósforo (Ca:P), ou seja, sendo o fósforo dominante, maior será o déficit absoluto ou relativo de cálcio, cujas manifestações clínicas no aspecto reprodutivo correspondem amplamente com aquelas do excesso de fósforo. Um excesso absoluto de fósforo na presença de um abastecimento suficiente de cálcio é menos prejudicial para a reprodução do que um fornecimento de fósforo de acordo com os requisitos na presença de níveis deficitários de cálcio (DEHNING, 1987). Isto porque o cálcio, regula a contratilidade do músculo liso, como no miométrio. O intervalo sugerido de cálcio na dieta em MS está entre 0,19 e 0,33%, dependendo de fatores como a idade dos animais e o ganho de peso diário. Por exemplo, uma vaca de 600 kg que produz 15 kg/leite/dia requer uma dieta que contenha 40 g/dia de cálcio. O teor tóxico de cálcio na MS de forrageiras, leguminosas e gramíneas é de 4,4%. Para suprir a exigência em cálcio do animal, para que previna os catarros genitais em seus diferentes graus, bem como demais doenças a dieta está alicerçadamente entre o fornecimento de ração concentrada com misturas como farinha de ossos e fosfato bicálcico com elevados teores de Ca, ou entre os volumosos como as gramíneas, leguminosas ou forrageiras. Vale destacar que as leguminosas possuem baixo teor de Ca em sua composição, entretanto é maior do que a presença em gramíneas. A alfafa é uma forrageira que possui bastante cálcio em sua composição e que pode ser todo disponível para o animal. Por fim, os grãos de cereais como milho, soja, sorgo, etc., possui baixo teor de cálcio. O déficit de cálcio em vacas leiteiras de alta produção traz consequências como a doença da vaca caída (hipocalcemia) devido a sua alta exigência do mineral, especialmente após o parto, isto, por sua vez, causa uma inércia uterina que dificulta a eliminação de bactérias adquiridas durante o parto, propiciando um ambiente adequado para a multiplicação e contaminação do trato genital. 4.4 Relação energia: proteína e Vitamina A O excesso de proteína ocorre frequentemente quando a alimentação é baseada em pastoreio, especialmente quando os animais recebem uma carga intensa de fertilizantes (com estrume ou nitrogênio) e, simultaneamente, é oferecido um suplemento concentrado rico em proteína (DEHNING, 1987). O excesso de proteína depende da quantidade de alimento consumido, sendo os animais de maior produção os mais afetados, uma vez que passam maior tempo para chegar ao peso ideal de abate (animais de corte), ou quando sua produção é potencialmente leiteira. As grandes quantidades de amônio produzido pelo processo de degradação da proteína nos ruminantes resultam numa sobrecarga prolongada no fígado, aumento dos níveis da enzima GOT (alterações hepáticas; que por sua vez resultam na apresentação de catarros genitais de grau II e III) e altos níveis da enzima GLDH. Estes distúrbios são agravados quando, ao mesmo tempo, há uma deficiência de energia. O excesso de proteína crua faz com que nas secreções uterinas se produzam mudanças no conteúdo dos minerais e um desequilíbrio entre os mesmos causando problemas reprodutivos de índole infecciosa e diminui adicionalmente a capacidade de sobrevivência dos espermatozoides e óvulos. A deficiência de vitamina A, também pode causar catarro genital. Recordando que as vitaminas são um grupo de compostos orgânicos essenciais no metabolismo necessário para o crescimento e o bom funcionamento do organismo. Entre estas, a vitamina A é considerada uma vitamina lipossolúvel que deriva dos carotenos presentes nos vegetais. Esta afeta a formação e manutenção da pele, membranas mucosas, ossos e dentes, retina e possui íntima relação com a reprodução. No último caso há falta de secreção da membrana mucosa do trato genital, o que produz susceptibilidade à invasão bacteriana (catarro genital II e III). O corpo obtém a vitamina A, fabricando-a a partir dos carotenos, precursores da vitamina A, que se encontram nos vegetais (forrageiras, leguminosas e gramíneas). O fornecimento de betacarotenos depende do conteúdo dos mesmos na ração. E se houver deficiência destes não pode haver formação de vitamina A, assim a porcentagem de falhas no crescimento do tecido endometrial leva a catarros genitais, mortalidade embrionária e abortos precoces. Logo, mediante os trabalhos anteriores, o fornecimento dessa vitamina, quantos dos demais macronutrientes exigidos pelo animal por meio da alimentação volumosa ou concentrada é essencial para obtenção do sucesso contra esse transtorno reprodutivo do catarro genital, quanto de demais outros seja no combate ou prevenção. -/- REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS -/- BARBOSA, Fabiano Alvim; SOUZA, G. M. Efeito dos microminerais na reprodução de bovinos. Belo Horizonte: Portal Agronomia, 2009. BERCHIELLI, Telma Teresinha; PIRES, Alexandre Vaz; OLIVEIRA, SG de. Nutrição de ruminantes. Jaboticabal: funep, 2006. BOLAND, M. P. Efectos nutricionales en la reproducción del ganado. XXXI Jornadas Uruguayas de Buiatría, 2003. DEHNING, R. Interrelaciones entre nutrición y fertilidad. In: Curso Manejo de la Fertilidad Bovina18-23 May 1987Medellín (Colombia). CICADEP, Bogotá (Colombia) Universidad de La Salle, Medellín (Colombia) Instituto Colombiano Agropecurio, Bogotá (Colombia) Sociedad Alemana de Cooperación Técnica-GTZ (Alemania), 1987. DE LUCA, Leonardo J. Nutrición y fertilidad en el ganado lechero. XXXVI Jornadas Uruguayas de Buiatría, 2008. FRAZER, Grant S. Bovine theriogenology. Veterinary Clinics: Food Animal Practice, v. 21, n. 2, p. xiii-xiv, 2005. GORDON, Ian. Controlled reproduction in farm animals series. Nova Iorque: CAB International, 1996. HENRIQUES, Laura Cristina Sant'Anna. Perfil metabólico de vacas da raça Holandesa com catarro genital de graus I, II e III entre o final do puerpério clínico e no puerpério tardio, São Paulo e Paraná, Brasil. 2011. Tese de Doutorado. FMVZUniversidade de São Paulo. MORAES, S. da S. Importância da suplementação mineral para bovinos de corte. Campo Grande, MS: Embrapa Gado de Corte, 2001., 2001. -/- Emanuel Isaque Cordeiro da Silva Belo Jardim, 29 de março de 2020. (shrink)

It is often claimed that surveillance should be proportionate, but it is rarely made clear exactly what proportionate surveillance would look like beyond an intuitive sense of an act being excessive. I argue that surveillance should indeed be proportionate and draw on Thomas Hurka’s work on proportionality in war to inform the debate on surveillance. After distinguishing between the proportionality of surveillance per se, and surveillance as a particular act, I deal with objections to using proportionality as a legitimate ethical (...) measure. From there I argue that only certain benefits and harms should be counted in any determination of proportionality. Finally I look at how context can affect the proportionality of a particular method of surveillance. In conclusion, I hold that proportionality is not only a morally relevant criterion by which to assess surveillance, but that it is a necessary criterion. Furthermore, while granting that it is difficult to assess, that difficulty should not prevent our trying to do so. (shrink)

Deep brain stimulation has been of considerable interest to bioethicists, in large part because of the effects that the intervention can occasionally have on central features of the recipient’s personality. These effects raise questions regarding the philosophical concept of authenticity. In this article, we expand on our earlier work on the concept of authenticity in the context of deep brain stimulation by developing a diachronic, value-based account of authenticity. Our account draws on both existentialist and essentialist approaches to authenticity, and (...) Laura Waddell Ekstrom’s coherentist approach to personal autonomy. In developing our account, we respond to Sven Nyholm and Elizabeth O’Neill’s synchronic approach to authenticity, and explain how the diachronic approach we defend can have practical utility, contrary to Alexandre Erler and Tony Hope’s criticism of autonomy-based approaches to authenticity. Having drawn a distinction between the authenticity of an individual’s traits and the authenticity of that person’s values, we consider how our conception of authenticity applies to the context of anorexia nervosa in comparison to other prominent accounts of authenticity. We conclude with some reflections on the prudential value of authenticity, and by highlighting how the language of authenticity can be invoked to justify covert forms of paternalism that run contrary to the value of individuality that seems to be at the heart of authenticity. (shrink)

Cidadania Formal e Cidadania Real: Divergências e Direitos Infantis -/- 1 Introdução sobre o que seria cidadania -/- Para o clássico sociólogo francês Durkheim, a ideia de cidadania é questão de coesão social, isto é, essa coesão social nada mais é do que uma ideia de um Estado que mantém os indivíduos unidos (mais parecido com a ideia do fascismo em seus primórdios, que consistia basicamente na união do povo como um feixe), integrados a um grupo social, ou simplesmente, um (...) Estado de integração coesa do grupo social. Isso nos dá uma ideia genérica do que seria um cidadão para o pensador. -/- Na perspectiva de sociedade como um conjunto integrado, Dallari afirma que a sociedade humana é um conjunto de pessoas, ligadas entre si pela necessidade de se ajudarem umas às outras… a fim de que possam garantir a continuidade da vida e satisfazer seus interesses e desejos . -/- Já constitucionalmente, a cidadania está ligada ao direito, e a mesma é garantida e estabelecida em lei conforme a Constituição de um determinado país. O conceito, tal qual aceitado nas Ciências Sociais, é definido a partir dos conjuntos de direitos e deveres que foram conquistados ao longo de anos, mediante insistentes lutas para garantir e assegurar esses direitos. A cidadania também está ligada às condições sociais e locais dos indivíduos. Nessa perspectiva, a cidadania como estudo praxista, é dividida em duas esferas sociais divergenciadas em toda sua totalidade: Cidadania Formal e Cidadania Real. Logo, faz-se necessário desmembrar acerca de ambas para uma melhor análise e compreensão do texto. -/- 2 Breve divergência acerca das cidadanias formal e real -/- Sob um estudo superficial acerca do tema, podemos conceituar a cidadania formal como sendo a cidadania descrita em papel, isto é, a cidadania como ela deveria ser teoricamente, descrita sob lei universal onde descreve a igualdade entre todos, liberdade dos indivíduos e que garante a capacidade de lutar pelos direitos através do âmbito jurídico. Exemplo: o Estado deve priorizar proteção física, psicológica, etc a crianças e adolescentes, bem como outros direitos, como educação básica de qualidade conforme prescrita no ECA (Estatuto da Criança e do Adolescente). Uma vez que o Estado desobedeça tais regras constitucionais, o mesmo fere a universalidade dos direitos dos seus cidadãos que estão assegurados em lei. Então, pela cidadania formal, tais cidadãos negligenciados pelo governo, podem lutar pela proteção, educação, etc dos indivíduos que compõem a comunidade territorial, uma vez que a cidadania formal garante a possibilidade de luta pelos direitos no espaço jurídico. -/- Segundo Correa a cidadania formal nada mais é do que, conforme o direito universal, um indicativo de nacionalidade . Ainda ressalta que o termo ganha mais relevância no campo das Ciências Sociais e que se define mediante a posse dos direitos civis, políticos e sociais. A cidadania formal para a conformação infantil brasileira é platônica, isto é, está mais ligada a ideia utópica de teoria das ideias teóricas do que esperava-se da vida pragmática dessas crianças. -/- Em contrapartida, a cidadania real, por vezes alcunhada de substantiva, está ligada a vida tal qual ela é vivenciada; em termos sociais é concernente a vida pragmática dos indivíduos, em que os mesmos participam da arenga social, do debate de ideias, etc. Em contradição a formal que diz que todos os indivíduos são iguais, na vida real é observada uma sociedade estruturada sob uma divergência totalitária em diferentes ordens, seja a social, monetária, educacional, política, cultural, etc e, com isso, é levado ao grande problema social do Brasil e demais países, em que determinados grupos ditos “inferiores” sofrem os mais diversos tipos de preconceito. -/- É na cidadania real que se explicita todas as contradições sociais entre brancos e negros, ricos e pobres, homens e mulheres, etc. Por lei, todos esses indivíduos de diferentes classes e status social como elenca Marshall, são iguais e, por fim, são cidadãos aptos a receber os mesmos tratos, os mesmos privilégios, etc, só que no Brasil, como em demais países brancos agridem verbalmente e fisicamente os negros que todos os dias sofrem racismos e preconceitos; pobres ficam cada vez mais pobres, uma vez que o dinheiro cada vez se concentra nas mãos dos mais ricos e com maior poder e influência social e mulheres que trabalham igual ou até mais que os homens e não recebem o mesmo salário por serem “inferiores” dentro da cultura e sociedade machista e patriarcalista. -/- Exemplo claro: Um estudante de ensino público que não consegue pleitear uma competição em condições de igualdade com um estudante de ensino privado, tem sua cidadania “formal” conquistada, uma vez que a lei lhe garante acesso à educação de boa qualidade tal qual oferecida em escolas particulares, contudo, a cidadania “real” está bem longe de ser alcançada. E o mesmo acontece com negros e deficientes que conquistaram direitos formalmente, todavia tem um longo caminho para alcançar a cidadania real. Para que todos os indivíduos possam assegurar e garantir seus direitos na vida pragmática, direitos pelo qual encontram-se previstos em lei pela cidadania formal, é necessário uma “luta” entre os divergentes grupos sociais, como dizia Karl Marx, visando a justiça e a soberania social. -/- 3 Cidadania e Direitos Infantis -/- Para garantir e assegurar uma melhor faculdade de vida para as crianças -e também adolescentes-, bem como caucionar os direitos dos mesmos como cidadãos, a partir de 1990, pós Constituição brasileira, entrou em firmeza o ECA -Estatuto da Criança e do Adolescente-. Na produção e institucionalização do ECA, priorizou-se a ideia de que as crianças estão em processo de desenvolvimento e, com isso, demandam de mais necessidades específicas que demais camadas etárias, e que tais necessidades devem ser identificadas e respeitadas, sobretudo pelas leis. -/- Com toda essa institucionalização de direitos infantis, a camada etária de até 12 anos de idade -crianças-, passaram a ter adjutório integral reconhecida por lei como um direito. E que, a partir de tais prescritos, nenhuma criança pode sofrer violência das mais variadas possíveis, nenhum tipo de negligência, falta de cuidado, certo tipos de crueldade, discriminação, nenhum tipo de preconceito e nenhum tipo de exploração seja para trabalho ou demais áreas e que cabem aos adultos respeitar e fazer valer as regras estabelecidas pelo ECA. -/- O ECA, institucionalizou e definiu os direitos à vida, ao lazer, à nutrição, à liberdade, à altivez, à educação de boa qualidade, à profissionalização, ao respeito acima de tudo, à cultura e ao convívio e vivenciamento familiar e em comunhão. Não obstante, mesmo com todos esses direitos assegurados e garantidos em lei, crianças de todo os países sofrem por faltas de cuidados, sobretudo pelos pais e que gera um grande problema social que é o do suicídio; crianças são exploradas para labotar nos mais diversos ramos e até mesmo na prostituição; crianças são vítimas de violência e agressões físicas e verbais em casa ou na escola; crianças se envolvem com o tráfico e uso de drogas e entorpecentes; enfim, cabe aos familiares e ao Estado, garantir a integridade física e mental da camada infantil, com acompanhamento pedagógico, psicológico, etc, e que punam os responsáveis pela denigração física, motora e mental das crianças. -/- O que nos leva a questões de discussão social. As crianças gozam de todos os direitos essenciais inerentes à pessoa humana? “Menores drogados ameaçam quem passa pelo entorno da Rodoviária Laura Machado | Rio+ | 19/06/2011 10h33” -/- Esses menores, não têm direito real à cidadania? Como explanado anteriormente, a comunidade de infantes está amparada pelas leis e instituições do ECA em todo o país, no entanto, cabe aos adultos garantir a prioridade e o acompanhamento desses menores que, com toda a maldade do mundo e propriamente das pessoas, perdem o direito de gozar de sua infância. -/- . (shrink)

GAMETOGÊNESE -/- Emanuel Isaque Cordeiro da Silva Instituto Agronômico de Pernambuco Departamento de Zootecnia – UFRPE Embrapa Semiárido -/- • _____OBJETIVO -/- Os estudantes bem informados, estão a buscando conhecimento a todo momento. O estudante de Veterinária e Zootecnia, sabe que a Reprodução é uma área de primordial importância para sua carreira. Logo, o conhecimento da mesma torna-se indispensável. No primeiro trabalho da série fisiologia reprodutiva dos animais domésticos, foi abordado de forma clara, didática e objetiva os mecanismos de diferenciação (...) sexual dos embriões em desenvolvimento, quais os genes envolvidos nesse processo e tudo mais. Nesse segundo trabalho, a abordagem será teórica, mas também clara, sobre a formação primordial dos gametas femininos e masculinos, através da ovogênese nas fêmeas e a espermatogênese nos machos. Esse trabalho visa levar a importância do processo de formação dos gametas e a produção hormonal das gônadas, bem como o entendimento sobre as interações com o eixo hipotálamo-hipofisário. -/- •____INTRODUÇÃO -/- A reprodução sexual é um processo mediante a qual dois organismos da mesma espécie unem seu material genético para dar lugar a um organismo fixo com combinação única de genes; para isso, cada organismo produz células que contém a metade do material genético característico da espécie. Essas células haploides (1n) são denominadas gametas; ao combinar-se um gameta masculino com um feminino produz-se uma célula diploide (2n) (zigoto ou ovo) a partir da qual se forma o embrião. A grande maioria das espécies com reprodução sexual são anisogâmicas, o que significa que produzem dois tipos de gametas diferentes: os gametas masculinos são microscópios, móveis e produzem-se em grande quantidade, enquanto que os femininos são grandes, imóveis e produzem-se em menor quantidade. O tipo de gameta que um indivíduo produz é o que define seu sexo; sobre os animais o macho é o indivíduo que produz grandes quantidades de espermatozoides e a fêmea produz uma menor quantidade de óvulos, enquanto que nas plantas as gônadas masculinas são as produtoras pólen e as femininas produzem oosferas. Os gametas são diferentes do resto das células do organismo, as quais se chamam células somáticas; essas últimas são diploides porque contém dois pares de cromossomos, um par herdado do pai do indivíduo e o outro da mãe. As células somáticas, ademais, se dividem por mitose, ao qual os cromossomos se duplicam antes de cada divisão celular e cada uma das células filhas recebe um complemento diploide idêntico dos cromossomos, logo todas as células somáticas de um indivíduo possuem o mesmo material genético, embora cada tipo celular expresse diferentes combinações de genes. Em contraponto, os gametas são células haploides porque possuem somente um par de cromossomos e a metade do material genético característico da espécie. Cada um dos cromossomos em um gameta é resultado da recombinação dos genes contidos nos cromossomos paterno e materno do indivíduo que originam o gameta, e cada um destes possuem uma combinação única de genes. Os gametas se formam a partir das células germinais, que são células que em sua origem são diploides e elas de “comprometem” a manter-se como uma linha celular especial que em determinado momento sofrerá o processo de meiose para dar origem aos gametas haploides, sejam óvulos ou espermatozoides segundo o sexo do animal. Como descrito no trabalho sobre a diferenciação sexual, as células germinativas primordiais originam-se no epiblasto do embrião, e migram desde o saco vitelino até colonizar as cristas gonodais, onde, por sua vez, proliferam-se e se organizam junto com as células somáticas da gônada primitiva para formar o testículo ou o ovário. As células germinais masculinas e femininas tem a mesma origem embrionária. As gônadas indiferenciadas em um embrião possuem três tipos celulares: as células que dão origem aos gametas (ovogonia ou espermatogonia), as precursoras de células que nutrem os gametas em desenvolvimento (células da granulosa no ovário; células de Sertoli no testículo) e as precursoras de células que secretam hormônios sexuais (células da teca no ovário; células de Leydig no testículo). As células germinais são as únicas estruturas do organismo que têm a capacidade de dividir-se por meiose sofrendo uma redução no número de seus cromossomos, sendo responsável pela transmissão da carga genética aos descendentes. Em contraste, as células somáticas somente se dividem por mitose. A formação dos gametas compreende fases sequenciais de mitose, meiose e pós-meiose. Esses processos são altamente organizados e necessitam de um preciso e bem coordenado programa de expressão genética. Uma das características importantes da gametogênese é a redução cromossômica, que através da meiose, reduz pela metade o número de cromossomos e produz células distintas entre si, devido a trocas de material genético entre os pares de cromossomos provenientes do pai e da mãe, o que ocorre no processo de “crossing over” durante a primeira fase da meiose. A gametogênese é o processo mediante o qual as células germinais de cada sexo se multiplicam, dividem e diferenciam até formar os gametas. No caso da formação dos gametas masculinos o processo recebe o nome específico de espermatogênese, e para os gametas femininos é denominado como ovogênese. Embora os dois processos alcancem o objetivo comum de produção das células haploides, por onde compartilham algumas características, existem diferenças marcadas entre eles devido a necessidade de produzir um número muito distinto de gametas, de tamanho diferente, e com características de motilidade também distintas. -/- •___ESPERMATOGÊNESE -/- A espermatogênese é o processo mediante o qual se produz os gametas masculinos denominados espermatozoides. Durante a vida fetal as células germinais e as células somáticas do testículo em formação organizam-se em túbulos seminíferos que se derivam dos cordões sexuais primários e conformam a maior parte da medula do testículo. Na etapa fetal cada tubo seminífero é delimitado por uma membrana basal, recoberta na parte interior pelas células precursoras das células de Sertoli (um tipo de células somáticas). No exterior do túbulo localizam-se as células precursoras das células de Leydig ou intersticiais (figura 1), que também são células somáticas. Entre a membrana basal e as células de Sertoli encontram-se algumas células germinais denominadas espermatogonias de reserva A0 (denominadas gonócitos) que serão o único tipo de células germinais presentes no testículo enquanto o animal não alcançar a puberdade. As células de Sertoli estabelecem na região basal uniões oclusoras entre si, formando parte da barreira hemato-testicular. As espermatogonias A0 localizam-se por dentro da membrana basal do túbulo seminífero, embora fora da barreira hemato-testicular. Figura 1: fase neonatal. Nota-se a grande infiltração de tecido intersticial em quase 50% da seção originando que os túbulos sejam pequenos e redondos em sua maioria. O citoplasma e núcleo das células pré-Leydig são notadas claramente por essa ser uma espécie suína onde o tecido intersticial está claramente diferenciado. Hematoxilina-eosina (X 220.5). Fonte: Embrapa. -/- O número de células de Sertoli no testículo depende da influência do hormônio folículo estimulante (FSH) presente durante a vida fetal e as primeiras etapas de vida pós-natal. A população de células de Sertoli ao chegar a puberdade se manterá fixa durante o resto da vida do animal; existe uma relação positiva entre o tamanho e a população de células de Sertoli e a capacidade de produção de espermatozoides do testículo. As células de Sertoli são as únicas células somáticas que estão no epitélio seminífero, e sua função é a nutrição, sustentação e controle endócrino das células germinais. As células de Sertoli participam ativamente no processo de liberação dos espermatozoides para a luz do túbulo. Nesse momento, as células de Sertoli realizam a fagocitose de parte do citoplasma do espermatozoide dos chamados corpos residuais. As células de Sertoli também fagocitam as células germinais que se degeneram no curso normal da espermatogênese. Essas células ainda sintetizam grande quantidade de proteínas, como por exemplo as proteínas ABP (androgen hinding protein), que transportam andrógenos para todo o aparelho reprodutivo, transferrinas, que transportam ferro para a respiração celular das células germinais e também às inibinas, que regulam a liberação de FSH pela hipófise, através de um sistema de retroalimentação (feedback) negativa (figura 2). Figura 2: epitélio seminífero, células de Sertoli (flecha) (400 X). Fonte: Embrapa. -/- Antes da puberdade dos túbulos seminíferos observam-se ao corte como estruturas de diâmetro pequeno, sem luz, e conformados unicamente pelas células de Sertoli e espermatogonias de reserva e rodeados por abundante tecido intersticial, ao que estão presentes as células precursoras das células de Leydig. Ainda antes da puberdade, a diferenciação celular manifesta-se primeiro pela presença de espermatócitos primários, os quais se degeneram em geral na fase de paquíteno, por falta de estimulação hormonal. A partir de que o animal chega a puberdade inicia-se o processo de espermatogênese, que se manterá durante toda a vida do animal, exceto em espécies de animais silvestres muito estacionais, ao qual pode se suspender durante a época não reprodutiva para voltar e ser retomada na época ou estação reprodutiva. Depois da puberdade, os túbulos seminíferos possuem um diâmetro muito maior; em seu interior observa-se um grande número de células germinais de todos os tipos, diferentes estádios de divisão, e em seu lúmen contém líquido e espermatozoides. Ainda sobre o alcancei da puberdade, as espermatogonias começam a dividir-se aceleradamente por mitose, enquanto que no espaço intersticial as células mesenquimais também começam a se diferenciar e a dar origem as células de Leydig (figura 3). A partir dessa etapa as células de Leydig (totalmente diferenciadas) são também evidentes no exterior do túbulo, junto com as células mioides ou peritubulares que o rodeiam o que ao contrair-se são responsáveis por controlar o avanço dos fluidos e as células presentes no lúmen do túbulo. As células mioides estão situadas ao redor do túbulo, e é creditado a elas a promoção da contração e da integridade estrutural do túbulo. Esse tipo celular apenas se diferencia na puberdade pela ação dos andrógenos (figura 4). As interações entre as células de Sertoli e as mioides parecem ter um papel importante na manutenção das funções do testículo. Durante o processo de espermatogênese, as espermatogonias de reserva dividem-se periodicamente e enquanto algumas células fixas permanecem como espermatogonias de reserva, outras proliferam e sofrem uma seção de divisões mitóticas durante as quais se vão diferenciando até formarem espermatócitos primários (espermatocitogênese ou fase de mitose), logo sofrem divisões especiais mediante as quais reduzem seu número de cromossomos (fase de meiose), e ao final trocam de forma para converter-se em espermatozoides (espermatocitogênese) (figura 5). Cada uma dessas etapas da espermato- gênese será descrito detalhadamente adiante, antes é necessário a explicação de algumas características das células de Sertoli e de Leydig que ajudarão a entender seu papel durante a espermatogênese. Figura 3: células de Leydig no espaço intersticial do testículo bovino adulto PAS (400 X). Fonte: Embrapa. -/- Figura 4: o estabelecimento da puberdade pela presença de espermatozoides no túbulo. Hematoxilina-eosina (400 X). Fonte: Embrapa. Figura 5: fases mitóticas das espermatogonias (A0 e B) para formação de um espermatócito primário e as duas fases de meiose que se sucedem antes da espermatogênese. Fonte: ZARCO, 2018. -/- Ao início da espermatocitogênese as uniões oclusoras entre as células de Sertoli se abrem por etapas (como as comportas de um submarino) para permitir a passagem das espermatogonias em direção ao centro do túbulo seminífero sem que se estabeleça uma continuidade entre o exterior e o interior da barreira hemato-testicular. Uma vez ultrapassada essa barreira, as sucessivas gerações de espermatogonias, espermatócitos, espermátides e espermatozoides irão se localizar em direção ao interior do túbulo seminífero, em estreita associação com as células de Sertoli. Em consequência, as células de Sertoli dividem o túbulo seminífero em dois compartimentos; o compartimento basal (debaixo das uniões oclusoras das células de Sertoli), ao qual residem as espermatogonias de reserva, e o compartimento adluminal (em direção ao centro do túbulo), cujos espaços entre as células de Sertoli desenvolvem o resto do processo de espermatogênese (meiose e espermatocitogênese). Esse feito é importante porque durante a vida fetal as únicas células germinais existentes eram as espermatogonias de reserva, pelo que os antígenos expressados por gerações mais avançadas (espermatogonias intermediárias, secundárias, espermátides e espermatozoides) não são reconhecidos como próprios do corpo pelo sistema imunológico. Logo, o anterior implica que deve existir uma barreira entre eles e o sangue para evitar um ataque imunológico. Em todas as etapas da espermatogênese, as células de Sertoli atuam como células de suporte para as células germinais, que sempre permanecem recoberta pela membrana das células de Sertoli. Também atuam como células nutricionais já que proporcionam o meio em que as células germinais se desenvolvem e maturam, assim como as substâncias que regulam e sincronizam as sucessivas divisões e transformações das células germinais. As células de Sertoli produzem hormônios, como estrógenos e inibina que atuam sobre a hipófise para regular a secreção das gonadotropinas que controlam a espermatogênese. As células de Leydig que residem no exterior do túbulo seminífero também são importantes para a espermatogênese: produzem a testosterona que estimula e mantém a espermatogênese, bem como serve como substrato sobre o qual atua como aromatizador das células de Sertoli para transformá-las em estrógenos. Como supracitado, para seu estudo podemos dividir a espermatogênese em três fase: espermatocitogênese, meiose e espermiogênese (figura 6). Agora, serão descritas cada uma dessas etapas. Em algumas espécies, incluindo no homem, os macrófagos representam o segundo tipo celular intersticial mais numeroso no testículo, depois das células de Leydig. Os macrófagos e vários subtipos de linfócitos são identificados nós testículos de ovinos e ratos. Eles estão intimamente associados com as células de Leydig e atuam juntamente na regulação da esteroidogênese. Figura 6: fluxograma da espermatogênese. -/- Espermatocitogênese -/- A espermatocitogênese, também chamada de etapa proliferativa ou de mitose, consiste numa série de divisões mitóticas sofridas pelas células descendentes de uma espermatogonia de reserva. Uma vez que a célula se divide, abandona o estado de reserva e começa um processo de diferenciação. As espermatogonias de reserva (denominadas espermatogonias A0 na rata ou As nos humanos) são células que existem desde a vida fetal e que permanecem mitoticamente inativas durante a infância. Uma vez que alcançam a puberdade começam a dividir-se em intervalos regulares, e as células filhas podem permanecer como espermatogonias de reserva ou abandonar a reserva e ingressar na dita espermatocitogênese. Uma vez abandonada a reserva, as células filhas que vão se formando em cada divisão permanecem unidas por pontes citoplasmáticas, constituindo um clone que se divide sincronicamente. As células que se formam depois de cada divisão continuam sendo espermatogonias, porém cada geração é ligeiramente diferente da anterior. Na rata, por exemplo, as espermatogonias tipo A0 ao dividir-se originam espermatogonias do tipo A1, que em sucessivas divisões formam espermatogonias dos tipos A2, A3 e A4, as quais, por sua vez, sofrem outra mitose para formar espermatogonias intermediárias e uma mais para formar espermatogonias do tipo B. Essas últimas se diferenciam (sem se dividir) em espermatócitos primários, processo em que termina a fase de espermatocitogênese, que literalmente significa processo de geração de espermatócitos. As espermatogonias tipo A0 são a fonte para a contínua produção de gametas. A metade delas se dividem e formam células iguais (as chamadas células tronco) e a outra metade forma as espermatogonias A1, que sofre novas divisões mitóticas e formam os tipos 2, 3 e 4. O tipo A4 sofre mitose para formar a intermediária (A In), que por mitose, forma a tipo B (figura 6). Esses tipos de espermatogonias podem ser identificadas em evoluções histológicas de acordo com sua organização topográfica na membrana basal dos túbulos seminíferos ou mediante seu conteúdo de heterocromatina. Outra maneira de diferenciação se baseia em marcadores moleculares específicos que distinguem as espermatogonias tronco (A0) das demais, com os fins de isolamento, desenvolvimento in vitro e transplante. As tipo B passam por mitose para formarem os espermatócitos primários; estes iniciam a primeira etapa da meiose formando os espermatócitos secundários; na segunda etapa da divisão meiótica, cada espermatócito secundário se divide e formam as chamadas espermátides. Quando o testículo alcança seu desenvolvimento total, a meiose completa-se e as espermátides originadas se convertem em espermatozoides. Um dos maiores sinais característicos desse fenômeno é o alargamento das espermátides e sua migração em direção ao lúmen do túbulo seminífero (figuras 4, 7 e 8). Figura 7: espermatogonias marcadas por imuno-histoquímica, anticorpo monoclonal TGFa (400 x). Figura 8: fases de divisões meióticas (M), espermatócitos em paquíteno (PA) e espermatócitos secundários (ES). -/- Figura 9: estádio posterior a liberação dos espermatozoides na luz do túbulo. Hematoxilina-eosina (400 x). Mediante as seis divisões mitóticas que ocorrem durante a espermatocitogênese se forma potencialmente um clone de 64 espermatócitos primários a partir de cada espermatogonia A que ingressa sobre o processo. Não obstante, algumas células sofrem apoptose em cada uma das etapas do processo, ao qual o número real formado é menor. Em outras espécies produzem-se um transcurso similar de divisões mitóticas sucessivas durante a espermatocitogênese, embora a nomenclatura utilizada possa ser distinta, por exemplo nos bovinos as duas últimas divisões mitóticas dão origem as espermatogonias de tipo B1 e B2. -/- Meiose -/- Uma vez que as espermatogonias B se diferenciam em espermatócitos primários, esses iniciam a etapa de meiose, com uma nova divisão; desta vez a divisão é do tipo meiótica. Ao completar-se a primeira divisão meiótica (meiose I) se obtém os espermató-citos secundários, que ao sofrer a segunda divisão meiótica (meiose II) dão origem as espermátides. Vale salientar que a meiose é o processo mediante o qual reduz-se a metade do número de cromossomos, pelo que as espermátides que se obtém são células haploides (1n). Os espermatócitos secundários que se formam depois da primeira divisão meiótica contém a metade do número normal de cromossomos, porém a mesma quantidade de DNA já que cada cromossomo é duplo. As espermátides formadas na conclusão da segunda divisão meiótica (figura 7), por sua vez, contém a metade dos cromossomos, e esse já não são duplos, já que se trata de células 1n. Também deve-se enfatizar que durante a meiose é relevante o entrecruzamento dos cromossomos homólogos, pelo que cada espermátide possui uma combinação única e diferente de genes paternos e maternos. Outro ponto que deve ser levado em consideração é que cada espermátide somente possui um cromossomo sexual; a metade das espermátides contém o cromossomo X herdado da mãe do macho que está levando a cabo a espermatogênese e a outra metade contém o cromossomo Y herdado de seu pai. Para cada espermatócito primário que entra no processo de meiose obtém-se cerca de quatro espermátides, pelo qual ao ser completada a meiose potencialmente se poderiam formar até 256 espermátides por cada espermatogonia que abandona a reserva e ingressa na espermatocitogênese. -/- Espermiogênese -/- Durante a espermiogênese, também chamada de fase de diferenciação, as esper-mátides sofrem, sem se dividir, uma metamorfose que as transforma em espermatozoides, os quais finalmente são liberados das células de Sertoli em direção ao lúmen do túbulo seminífero. A espermiogênese é um processo complicado e longo já que a espermátide deve sofrer complexas trocas nucleares, citoplasmáticas e morfológicas que resultam na forma-ção dos espermatozoides. Algumas dessas mudanças incluem a condensação do material nuclear para formação de um núcleo plano e denso, a eliminação do citoplasma para a constituição de uma célula pequena, a formação de uma estrutura especializada denomi-nada acrossomo ou tampa cefálica, e a formação do pescoço e da cauda (flagelo) do esper-matozoide, do que depende a sua motilidade. Durante a maior parte da espermiogênese, as espermátides se mantém com uma estreita associação com as células de Sertoli; logo, chega-se a observar, então, flagelos que se projetam em direção a luz do túbulo que pare-cem sair das células de Sertoli, sendo na realidade os flagelos dos espermatozoides que ainda não tinham sido liberados pelo lúmen. Ao liberar os espermatozoides em direção a luz do túbulo, as células de Sertoli realizam a fagocitose de parte do citoplasma dos espermatozoides (corpos residuais). Também fagocitam os restos de todas as células germinais que sofrem apoptose ou degeneram-se durante a espermatogênese. Credita-se que ao realizar essas funções as células de Sertoli podem fazer uma monitoração eficiente da espermatogênese, o que lhes permitiria emitir sinais para colaborar na regulação desse processo em nível gonodal e a nível sistêmico através da secreção de hormônios como a inibina e o estradiol. Além da inibina e activina, as células de Sertoli sintetizam outras proteínas, como a ABP (proteína ligadora de andrógenos) que serve como uma molécula de transporte de andrógenos dentro dos túbulos seminíferos, ductos deferentes e epidídimo, ou a transfer-rina, que transporta o ferro necessário para a respiração celular. -/- Resultados da espermatogênese -/- O resultado da espermatogênese não significa apenas uma simples multiplicação das células germinais (até 256 espermatozoides a partir de cada espermatogonia A1), senão que através dela são produzidos gametas haploides pequenos, móveis e com grande diversidade genética entre eles, ao mesmo tempo que se mantêm uma reversa de células mãe (espermatogonias A0) a partir das quais se poderiam originar novos ciclos de esper-matogênese durante o resto da vida do animal. -/- Controle hormonal da espermatogênese -/- Como mencionado, o FSH reproduz um importante papel para o estabelecimento das células de Sertoli durante a vida fetal e início da vida pós-natal. O começo da esper-matogênese também é estimulado pelo FSH, que atua sobre as células de Sertoli para estimular sua função e a ativação de sinais dessas células em direção as células germinais, incluindo-as a abandonar a reserva e ingressar na espermatogênese. O FSH, assim mesmo, estimula a mitose durante o resto da espermatogênese e aumenta a eficiência do processo, já que reduz a apoptose e a degeneração de espermatogonias intermediárias e do tipo B. O FSH também estimula as células de Sertoli para produzirem inibina e ABP. Uma vez iniciada a espermatogênese somente requerem níveis baixos de FSH para se mantê-la. As células de Sertoli também devem ser estimuladas pela testosterona para funcio-nar de maneira adequada; se requer também do LH hipofisário: hormônio que estimula as células de Leydig para produzir testosterona. Por sua vez, a secreção de LH e FSH é regulada pelo GnRH hipotalâmico: esse neurohormônio também faz parte do mecanismo de regulação da espermatogênese. A espermatogênese também é modulada em nível local mediante a produção de determinados fatores e interações entre as células. Dentro dos fatores locais podemos mencionar o fator de crescimento parecido com a insulina 1 (IGF-1), o fator de crescimen-to transformante beta (TGF- β), activina, ocitocina e diversas citocinas. Entre as intera-ções celulares existem tanto uniões de comunicação entre as células de Sertoli e as células germinais, como pontes citoplasmáticas entre todas as células germinais que formam o clone de células descendentes de uma espermatogonia A1. Uma vez que as células de Sertoli iniciam sua função na puberdade é possível manter experimentalmente a espermatogênese somente com testosterona, sem ser requeri-dos nenhum outro hormônio. A quantidade de espermatozoides produzidos, no entanto, é maior quando há presença do FSH. Abaixo do estímulo do FSH as células de Sertoli produzem estradiol e inibina, hormônios que geram uma retroalimentação sobre o eixo hipotálamo-hipofisário para a regulação da secreção de gonadotropinas. Em particular, a inibina reduz a secreção de FSH, pelo qual é factível que sirva como um sinal que evite uma excessiva estimulação as células de Sertoli. -/- Ciclo do epitélio seminífero -/- Em cada espécie as espermatogonias de reserva iniciam um novo processo de divi-sões celulares em intervalos fixos: a casa 14 dias no touro; 12 dias no garanhão e a cada 9 dias no cachaço (reprodutor suíno). A nova geração de células que começam a proliferar sobre a base do tubo deslocam-se em direção ao centro do túbulo a geração anterior, que por sua vez deslocam-se as gerações anteriores. Devido as mudanças que vão sofrendo cada geração celular se ajustam a tempos característicos de cada etapa, já que rodas as células em uma determinada seção do túbulo estão sincronizadas entre si pelas células de Sertoli; em cada espécie somente é possível encontrar um certo número de combinações celulares: 14 diferentes combinações no caso da rata, 8 no touro e 6 no ser humano. A sucessão de possíveis combinações até regressar a primeira combinação se conhece como o ciclo do epitélio seminífero. Na maioria das espécies os espermatozoides que são libera-dos em direção a luz do túbulo provém das células que entraram no processo de esperma-togênese quatro gerações antes que a geração que está ingressando nesse momento, pelo que a espermatogênese no touro dura ao redor de 60 dias e um pouco menos em outras espécies domésticas. Significa que os efeitos negativos das alterações na espermatogêne-se podem estar presentes até dois meses depois de que se produziram essas alterações. Como supracitado, geralmente se observa a mesma combinação celular em toda a área de uma determinada secção transversal do túbulo seminífero. No entanto, se fizermos uma série de secções, observa-se que ao longo do túbulo há uma sucessão ordenada de combinações (a primeira em uma determinada secção; a segunda combinação na seguinte secção, e assim sucessivamente em secções subsequentes até regressar a primeira combi-nação. Teremos, então, que ao início da divisão das espermatogonias A1 se produz de forma sincronizada em uma secção do túbulo, e vai-se transmitindo como uma onda peristáltica as secções adjacentes. Esse processo é denominado como onda do epitélio seminífero e graças à esse túbulo seminífero sempre tem secções em todas as etapas da espermatogênese, com o que se alcança uma produção constante de espermatozoides. -/- Alterações da espermatogênese -/- Nas espécies estacionais a espermatogênese, como já mencionado, pode reduzir-se ou inclusive suspender sua atividade fisiológica durante a época não reprodutiva dessas espécimes, porém esse processo fisiológico não pode ser considerado como uma altera-ção. No entanto, a espermatogênese só pode ser alterada pelas enfermidades ou por fatores externos. A principal causa de alterações na espermatogênese é o aumento da temperatura testicular. Por isso, os testículos são localizados na saco escrotal e são “caídos” para fora do corpo como pode-se observar nos bovinos, caprinos, ovinos, caninos e no próprio homem. A temperatura testicular deve estar cerca de 2 a 6 °C abaixo da temperatura corporal normal. As células germinais masculinas são sensíveis ao calor, pelo qual na maioria dos mamíferos os testículos se encontram fora da cavidade abdominal e existe um sofisticado sistema de termorregulação para mantê-los a uma temperatura menor que a corporal. Se a temperatura corporal for elevada ou se os testículos permanecerem na cavidade abdominal, ou ainda se os sistemas termorreguladores do testículo sejam afetados por fatores inflamatórios como edema ou falta de mobilidade testicular dentro do escroto, a temperatura do tecido testicular aumentará e a espermatogênese sofrerá alterações proporcionais ao excesso de temperatura e a duração da elevação. A espermatogênese também pode ser afetada pela exposição a hormônios ou a outras substâncias. É possível que a causa mais comum (sobretudo no homem) seja o uso de esteroides anabólicos, que elevam a concentração de andrógenos na circulação, provo-cando um feedback negativo sobre a secreção de gonadotropinas. Ao deixar de estimular-se o testículo pelas gonadotropinas, este deixará de produzir testosterona, e as concentra-ções de andrógeno exógeno nunca alcançará as altíssimas concentrações de testosterona que normalmente estão presentes a nível do tecido testicular por ser o local onde se produz o hormônio. Também se supõe que diversas substâncias com propriedades estrogênicas derivadas de processos industriais (indústria dos plásticos, hidrocarbonetos etc.) e presentes no ambiente (fatores xenobióticos) podem ser responsáveis pelas alterações na espermatogênese em diversas espécies, entre as quais se inclui o ser humano. -/- • OVOGÊNESE E FOLICULOGÊNESE -/- A ovogênese é o processo seguido pelas células germinais da fêmea para a forma-ção dos óvulos, que são células haploides. Durante a vida fetal as células germinais proliferam-se no ovário por mitose, formando um grande número de ovogonias, algumas das quais se diferenciam em ovócitos primários que iniciam sua primeira divisão meiótica para deter-se na prófase da divisão. Somente alguns desses ovócitos primários retornarão e concluirão a primeira divisão meiótica em algum momento da vida adulta do animal, dando origem a um ovócito secundário e a um corpo polar. O ovócito secundário inicia a sua segunda divisão meiótica, a qual volta a ficar suspensa até receber um estímulo apropriado, já que somente os ovócitos secundários que são ovulados e penetrados por um espermatozoide retornam e concluem a segunda divisão meiótica, dando origem a um óvulo (figura 10). O processo de ovogênese é realizado dentro dos folículos ovarianos, que também tem que sofrer um longo transcurso de desenvolvimento e diferenciação denominado foliculogênese pelo que a ovogênese como tal realiza-se dentro do marco desse último processo. Por essa razão, na seguinte seção descreverei tanto a ovogênese como a folicu-logênese, e a relação que existe entre ambos. Figura 10: representação da ovogênese. Na etapa de proliferação, as células germinais se diferen-ciam por mitose. A meiose I se caracteriza por uma prófase prolongada, ocorrendo a duplicação do DNA. Nas duas divisões, que ocorrem antes da ovulação e depois da fertilização, a quantidade de DNA é reduzida a 1n, com o fim de que a fusão dos pronúcles (singamia) pós-fertilização, seja gerado um zigoto com um número de cromossomos de 2n (diploide). -/- Geração de ovócitos primários e folículos primordiais Tanto a ovogênese como a foliculogênese iniciam-se durante a vida fetal, quando as células germinais primordiais provenientes do saco vitelino colonizam a gônada primitiva e, junto com as células somáticas z organizam-se para a formação dos cordões sexuais secundários, que se desenvolvem principalmente no córtex do ovário. Nesse período, as células germinais que colonizaram o ovário sofrem até 30 divisões mitóticas, proliferando-se até formar milhares ou milhões de ovogonias, que inicialmente formam “ninhos” constituídos cada um deles por um clone de várias ovogonias que descendem da mesma célula precursora e que se mantêm unidas por pontes citoplasmáticas, sincronizan-do suas divisões mitóticas. Nessa etapa alcança-se a máxima população de células germinais no ovário, que antes de nascer se reduzirá drasticamente por apoptose. No ovário do feto humano chegam a haver até sete milhões de células germinais que ao nascimento se reduzem a dois milhões. Os ovários fetais do bovino, de maneira análoga, chegam a ter até 2.100.000 células germinais, que ao nascimento reduzem para 130.000 aproximadamente. A redução no número de ovogonias produz-se ao mesmo tempo que essas células, que vêm dividindo-se por mitose e estão agrupadas em ninhos, iniciam sua primeira divisão meiótica para se transformarem em ovócitos primários: células germinais que se encontram em uma etapa de suspensão (diplóteno) da prófase da primeira divisão meiótica. Nesse período produz-se uma grande proporção de células germinais; as células somáticas dos cordões sexuais, por sua vez, emitem projeções citoplasmáticas que separam a isolam os ovócitos primários sobreviventes, ficando cada um deles rodeados por uma capa de células aplanadas da (pré) granulosa. Ao mesmo tempo em que se forma uma membrana basal entre as células da granulosa e o tecido intersticial do ovário. Ao ovócito primário rodeado de uma capa de células da (pré) granulosa aplanadas e delimita-das por uma membrana basal denomina-se de folículo primordial (figura 11). Nas vacas os folículos primordiais bem formados já estão presentes nos ovários a partir do dia 90 da gestação. A maioria dos folículos primordiais com os que nasce uma fêmea se manterão inativos durante um longo tempo; muitos deles durante toda a vida do animal. Nos folículos primordiais inativos tanto os ovócitos primários como as células da granulosa conservam sua forma original e mantém um metabolismo reduzido estritamente ao mínimo necessário para manter-se viáveis. Por essa razão, ao realizar um corte histológico de qualquer ovário as estruturas mais numerosas que se observam serão os folículos primordiais. No entanto, cada dia da vida de um animal, inclusive desde a vida fetal, um certo número de folículos primordiais reiniciam seu desenvolvimento, e a partir desse momento um folículo exclusivamente pode ter dois destinos: o primeiro, prosseguir seu desenvolvi-mento até chegar a ovular, e o segundo (que é muito mais frequente) encontrar em algum momento condições inadequadas que fazem fronteira com ele para parar seu desenvolvi-mento, levando-o a sofrer atresia e degenerar até desaparecer do ovário. Figura 11: sequência da foliculogênese apresentando as diferentes estruturas que podemos encontrar em cada fase. Fonte: ZARCO, 2018. Culminação da ovogênese A ovogênese somente se completará quando um ovócito primário reinicia a meio-se; completa sua primeira divisão meiótica para formar um ovócito secundário e um primeiro corpo polar e, quando, finalmente sofrer uma segunda divisão meiótica para formar um óvulo e um segundo corpo polar. Os óvulos são as células 1n que constituem os gametas femininos, pouco numerosos, grandes e imóveis. A grande maioria dos ovóci-tos primários, como veremos mais adiante, nunca retomam a meiose e, em consequência, não chegam a formar ovócitos secundários, e muitos dos ovócitos secundários tampouco sofrem uma segunda divisão meiótica, pelo que não chegam a formar os óvulos. Ao longo da vida de uma fêmea, na maioria das espécies, menos de 0,1% dos ovócitos primários (um a cada mil) chega a terminar a ovogênese, dando origem a um óvulo. O supracitado deve-se a que a ovogênese somente pode retomar-se e ser completa-da em ovócitos primários que se encontram dentro dos folículos primordiais que (uma vez ativados) vão alcançando diversas etapas de seu desenvolvimento em momentos precisos aos que encontram as condições ideais de oxigenação, nutrição, vascularização e exposição a fatores parácrinos e a exposição a concentrações de hormônios que se requerem para que o folículo continue em cada etapa de seu desenvolvimento com o processo de foliculogênese até chegar a ovular. Qualquer folículo que não esteja nessas condições ao longo do desenvolvimento sofrerá degeneração e atresia, pelo que o ovócito primário em seu interior nunca chegará ao ponto em que pode retomar a primeira divisão meiótica. No que resta da presente seção revisaremos o processo de foliculogênese em cujo marco se desenvolve a ovogênese; havemos que tomar de conta que essa última se limita ao que ocorre nas células germinais (ovogonia, ovócito primário, secundário e óvulo), pelo qual depende intimamente do desenvolvimento do folículo de que essas células formam parte. Em um princípio a ativação do folículo primordial e o desenvolvimento folicular são independentes das gonadotropinas: não se conhecem os mecanismos precisos median-te os quais um folículo primordial se ativa e reinicia seu desenvolvimento, nem como se decide quais folículos, dentre as dezenas de milhares de ou centenas de milhares presentes em um ovário se reativarão em um dia em particular. A reativação trata-se de uma liberação de influência de fatores inibidores, já que os folículos primordiais se reativam espontaneamente quando cultivados in vitro, isolados do resto do tecido ovariano. Uma vez que um folículo primordial se ativa, inicia-se um longo processo de desenvolvimento que somente depois de vários meses (ao redor de cinco meses no caso dos bovinos) o levará a um estádio em que seu desenvolvimento posterior requer a presença das gonado-tropinas; daí que se diz que as primeiras etapas do desenvolvimento são independentes das gonadotropinas. Durante a fase independente de gonadotropinas, um folículo primordial que tenha sido ativado e tenha começado a crescer; passará primeiro para a etapa de folículo primá-rio, caracterizada por conter um ovócito primário que está rodeado, por sua vez, por uma capa de células da granulosa, que não são planas, e sim cúbicas. Depois, se o folículo continuar crescendo se transformará em um folículo secundário, ao qual as células da granulosa começam a proliferar (aumentando em número) e se organizam em duas ou mais capas que rodeiam o ovócito primário. Entre o ovócito e as células da granulosa que o rodeiam se forma nesta uma zona pelúcida; ainda assim o ovócito mantém contato direto com essas células, mediante o estabelecimento de pontes citoplasmáticas que atravessam a zona pelúcida. Através dessas pontes citoplasmáticas as células da granulosa podem passar nutrientes e informação ao ovócito primário. O volume e o diâmetro do ovócito primário aumentam ao mesmo tempo que as células da granulosa proliferam-se, para incrementar as capas ao redor do ovócito. De maneira gradual o citoplasma do ovócito primário aumenta até 50 vezes seu volume e a proliferação das células continua. Esses folículos que possuem cada vez mais células e portanto mais capas de células da granulosa se denominam folículos secundários. Para evitar confusões, há a necessidade de nomen-clatura ao qual o folículo vá mudando de nome de primordial a primário e logo, de secun-dário, a terciário, por sua vez, o ovócito que encontra-se em seu interior, a todo momento, segue sendo um ovócito primário. Durante a etapa dependente de gonadotropinas, os folículos secundários começam a formar um espaço cheio de líquido, o antro folicular, desse modo se convertem em folí-culos terciários. Com a utilização de outra nomenclatura, a formação do antro marca a transição entre folículos pré-antrais (sem antro) e folículos antrais (com antro). Em algum momento dessa transição entre folículo secundário e terciário, também aparece a depen-dência de folículos em direção as gonadotropinas, pelo qual somente podem seguir crescendo na presença do hormônio luteinizante (LH) e do hormônio folículo estimulante (FSH). Nos bovinos e em outras espécies (para seu estudo), os folículos antrais são dividi-dos em pequenos, médios e grandes. Embora todos eles possuam um antro folicular, dependendo do seu grau de desenvolvimento requerem diferentes concentrações de gona-dotropinas para continuar o crescimento. Os folículos antrais mais pequenos somente re-querem concentrações baixas de LH e FSH, pelo qual podem continuar crescendo em qualquer momento do ciclo estral inclusive em animais que não estão ciclando (fêmeas em anestro pré-puberal, gestacional, lactacional, estacional). Nas etapas posteriores os folículos antrais requerem primeiro concentrações elevadas de FSH, e nas etapas finais somente podem continuar crescendo na presença de pulsos frequentes de LH, pelo qual somente os folículos que encontram-se sob concentrações apropriadas desses hormônios podem seguir crescendo. Por essa razão, nos animais que se encontram em anestro de qualquer tipo somente é possível encontrar folículos antrais pequenos ou médios, segundo a espécie, e nos animais que se encontram ciclando (estro) o maior tamanho folicular encontrado em um determinado dia do ciclo dependerá das concentrações de FSH e LH presentes nesse momento e nos dias anteriores. Um folículo que chega ao estado máximo de desenvolvimento, conhecido como folículo pré-ovulatório, ao final, somente chegará a ovular se for exposto a um pico pré-ovulatório de LH. Como supracitado, cada dia na vida de uma fêmea inicia seu desenvolvimento um certo número de folículos; a grande maioria sofrem atresia, mas depois da puberdade em cada dia do ciclo estral um ou vários folículos vão encontrando ao longo do seu desenvol-vimento concentrações hormonais que lhes permite chegar na etapa de folículo pré-ovula-tório. Somente nestes folículos, e como consequência de um pico pré-ovulatório de LH, se reinicia e completa-se a primeira divisão meiótica do ovócito primário, produzindo duas células distintas. Uma delas é o ovócito secundário, que retém praticamente todo o citoplasma. Contém, assim mesmo, em seu núcleo um par de cromossomos duplos, a outra é o primeiro corpo polar, que é exclusivamente um núcleo com uma quantidade mínima de citoplasma. Na maioria das espécies ovula-se um ovócito secundário que se encontra, então, suspendido na segunda divisão meiótica. Esta segunda divisão meiótica somente reinicia-rá e completarar-se uma vez que o espermatozoide começa a penetrar sob o ovócito secundário. Ao concluir-se a divisão se forma o segundo corpo polar e completa-se a ovogênese com o qual se obtém o óvulo, célula 1n que constitui o gameta feminino. No entanto, o óvulo existe pouco tempo como tal, já que em poucos minutos/horas (depen-dendo da espécie) se produzirá a fusão do núcleo do mesmo (pró-núcleo feminino) com o do espermatozoide (pró-núcleo masculino), com o qual se completa a fertilização e se forma um novo indivíduo (o ovo ou zigoto). -/- Ondas foliculares -/- Como mencionado supra, todos os dias um determinado número de folículos pri-mordiais se ativam e começam a crescer, os quais crescem em um ritmo característico em cada espécie. Isso provoca que em qualquer momento existam nos ovários folículos pri-mordiais (que começam a crescer em alguns dias ou semanas), assim como folículos secundários em diversas etapas do desenvolvimento, os quais iniciaram seu desenvolvi-mento em semanas ou inclusive meses (segundo o grau de desenvolvimento atual). Também em qualquer momento poderá haver folículos antrais nas etapas iniciais de seu desenvolvimento (com antros que já se podem detectar em cortes histológicos mas não são visíveis macroscopicamente). Todos esses folículos chegaram até seu estado de de-senvolvimento atual (primário, secundário ou antral pequeno), independente da etapa do ciclo estral em que sejam observados ou encontrados. Nos bovinos, os folículos que chegam ao início da etapa antral iniciaram seu desenvolvimento cinco meses antes, e todavia requerem ao redor de 42 dias para chegar ao estado pré-ovulatório. Para continuar seu desenvolvimento, os folículos antrais pequenos devem encon-trar concentrações altas de FSH, que os estimulam para prosseguir o crescimento. Cada vez que se produz uma elevação nas concentrações de FSH, esse hormônio estimula o desenvolvimento de um grupo de folículos antrais pequenos, que começaram a crescer muito tempo antes e que o dia da elevação de FSH tenha alcançado o grau de desenvolvi-mento preciso para responder com eficiência a este hormônio, o qual atuará através de seus receptores nas células da granulosa para estimular a produção de estradiol, a secreção de inibina, a produção de líquido folicular e a proliferação das células da granulosa. Um grupo de folículos antrais pequenos é assim recrutado pelo FSH para acelerar seu cresci-mento e aumentar sua produção de estradiol e inibina (figura 12). Mediante um seguimento ultrassonográfico dos ovários é possível identificar pou-cos dias depois um certo número de folículos, que por haver sido recrutados começam um período de crescimento acelerado. Durante alguns dias vários folículos crescem juntos, porém depois um deles é selecionado para continuar crescendo, enquanto que o restante do grupo deixam de fazê-lo e terminam sofrendo atresia. Através da ultrassom é possível identificar o folículo selecionado, agora chamado folículo domi-nante, já que sua trajetória de crescimento sofre um desvio com respeito a seguida pelo restante do grupo. Os folículos que não foram selecionados deixam de crescer e sofrem atresia já que deixam de possuir o suporte gonadotrópico de FSH, uma vez que as concentrações desse hormônio são suprimidos pela inibina e o estradiol produzidos pelo conjunto de folículos que conformam a onda folicular (figura 12), porém o folículo mais desenvolvido do grupo se converterá em dominante. A inibina atua diretamente a nível hipofisário para reduzir a secreção de FSH. Figura 12: onda folicular e relação dos níveis de FSH, estradiol e LH. Fonte: ZARCO, 2018. -/- Figura 13: Recrutamento, seleção e dominação folicular na espécie ovina e influência do FSH e LH nas fases. Fonte: SILVA, E. I. C. da, 2019. -/- A razão pela qual o folículo dominante é capaz de continuar seu desenvolvimento apesar da baixa nas concentrações de FSH é que o folículo é o único que alcançou o grau de progresso necessário para que apareçam os receptores para LH em suas células da granulosa. Esse processo permite ao folículo dominante ser estimulado pela LH, e que requeira baixas concentrações de FSH para manter seu desenvolvimento. A secreção de LH em forma de pulsos de baixa frequência (um pulso a cada quatro a seis horas), característica da fase lútea do ciclo estral; é suficiente para permitir que um folículo dominante continue crescendo por mais dias depois da sua seleção e que mais tarde mantenha-se viável durante alguns dias embora não aumentem de tamanho. Contu-do, se durante o período viável desse folículo não seja finalizada a fase lútea e não diminuam as concentrações de progesterona, o folículo terminará sofrendo atresia devido a exigência de um padrão de secreção acelerada de LH (aproximadamente um pulso por hora) durante o desenvolvimento pré-ovulatório, que somente pode ser produzido com a ausência da progesterona. Uma vez que um folículo dominante sofre atresia deixa de produzir inibina, pelo qual as concentrações de FSH podem elevar-se novamente para iniciar o recrutamento de outro grupo de folículos a partir da qual se origina uma nova onda folicular. Durante o ciclo estral de uma vaca podem gerar-se dois ou três ondas foliculares; somente em raros casos quatro. A etapa de dominância folicular da primeira onda na grande maioria dos casos não coincide com a regressão do corpo lúteo, pelo qual o primei-ro folículo dominante quase invariavelmente termina em atresia. Em algumas vacas o fo-lículo dominante da segunda onda ainda está viável quando se produz a regressão do corpo lúteo e acelera-se a secreção de LH, pelo qual esse segundo folículo dominante se converte em folículo pré-ovulatório e, ao final ovula. Em outros animais o segundo folícu-lo dominante também perde a sua viabilidade antes da regressão do corpo lúteo, por onde nesses animais se inicia uma terceira onda folicular, da qual surge o folículo que finalmen-te ovulará depois de produzir-se a regressão do corpo lúteo. Sem importar a onda em que se origine, uma vez que um folículo dominante é ex-posto a alta frequência de secreção de LH que se produz depois da regressão do corpo lúteo, aumenta ainda mais sua secreção de estradiol até que as altas concentrações desse hormônio comecem a exercer um feedback positivo para a secreção do LH. Isso provoca-rá a aceleração da frequência de secreção do LH até que os pulsos são tão frequentes que começam a ficar por cima e produzir-se o pico pré-ovulatório de LH, que é responsável pela realização da ovulação e a maturação final do ovócito. -/- •___DIFERENÇAS ENTRE ESPERMATOGÊNESE E OVOGÊNESE -/- Enquanto que na fêmea a ovogênese inicia-se durante a vida fetal, no macho a es-permatogênese começa na puberdade. Na fêmea, a partir de um ovócito primário se origi-na um óvulo; no macho, de um espermatócito primário se produzem, teoricamente, quatro espermatozoides. Outra característica interessante é que enquanto a fêmea já conta desde o nasci-mento com todos os ovócitos que necessitará na vida adulta, o macho necessitará chegar a puberdade para iniciar o desenvolvimento das células sexuais, já que ao nascer somente possui gonócitos precursores das células germinais, células de Sertoli e intersticiais. Na vida adulta de uma fêmea, o número de células germinais desaparece paulati-namente. Uma vez iniciada a espermatogênese no macho, a cada ciclo do epitélio seminí-fero as células germinais são renovadas mantendo a provisão para toda a vida reprodutiva. Na fêmea, a meiose sofre duas interrupções em seu transcurso, e no macho é ininterrupta. Figura 14: representação em diagramação comparativa do desenvolvimento da gametogênese. -/- Principais pontos abordados sobre as diferenças entre a gametogênese masculina e feminina: ❙ Na ovogênese a meiose contêm-se em duas ocasiões esperando acontecimentos externos para prosseguir. Já na espermatogênese não existe a suspensão da meiose. ❙ A espermatogênese é um processo contínuo, enquanto que a ovogênese pode completar exclusivamente um óvulo em cada ciclo estral; já que só pode ser completada por mais de um nas espécies que ovulam vários ovócitos no caso das porcas, cadelas, gatas etc. ❙ Na espermatogênese existem células de reserva que permitem a continuação du-rante toda a vida, enquanto que na ovogênese o número de ovócitos primários é limitado. A fêmea somente conta com os que nasceu, e eles não se dividem. ❙ Na espermatogênese obtém-se até 256 espermatozoides para cada espermatogo-nia que inicia o processo, enquanto que na ovogênese somente se obtém um óvulo a partir de cada ovócito primário. ❙ Durante a espermatogênese se produz uma metamorfose que transforma as es-permátides em espermatozoides. Na ovogênese não ocorre um processo análogo. ❙ Na espermatogênese, durante a meiose produzem-se quatro espermátides a partir de cada espermatócito primário. Na ovogênese se produz somente um óvulo a partir de cada ovócito primário; produz, ademais, dois corpos polares. ❙ Todos os óvulos que se produzem durante a ovogênese contém um cromossomo X, enquanto que a metade dos espermatozoides possuem um cromossomo Y e a outra metade um cromossomo X. ❙ Na espermatogênese produzem-se centenas ou dezenas de milhões de esperma-tozoides por dia, enquanto que na ovogênese se produz um ou alguns óvulos a cada ciclo estral. ❙ A espermatogênese produz gametas macroscópicos e com motilidade própria, enquanto que a ovogênese produz gametas grandes e imóveis. -/- REFERÊNCIAS BIBLIOGRÁFICAS -/- ABDEL-RAOUF, Mohammed et al. The postnatal development of the reproductive organs in bullswith special reference to puberty.(Including growth of the hypophysis and the adrenals). Acta endocrinologica, n. Suppl No. 49, 1960. ADONA, Paulo Roberto et al. Ovogênese e foliculogênese em mamíferos. Journal of Health Sciences, v. 15, n. 3, 2013. AERTS, J. M. J.; BOLS, P. E. 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Este libro, es el segundo de la serie La Cultura en el Uruguay: una mirada desde las Ciencias Económicas. Tal como señaló en el primer volumen, los estudiantes de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República realizan como trabajo final de carrera, una investigación o ensayo monográfico en un área de su interés, tutorados por un docente universitario o un investigador de reconocida trayectoria. Un gran número de estos trabajos monográficos han hecho un (...) aporte valioso al conocimiento pero, lamentablemente, la poca difusión de éstos hace que el conocimiento adquirido termine olvidado en los fondos de la biblioteca de dicha Facultad, entre cientos de producciones monográficas. Al igual que en el volumen anterior, se pretende en éste, continuar mostrando los aportes que se han generado en el área tanto de Economía de la Cultura como de Gestión de Organizaciones Culturales, en una línea de investigación que me enorgullece coordinar, y en la que vuelco cotidianamente mis mayores esfuerzos. Cabe señalar, que el primer libro trató sobre diversos temas vinculados a la Cultura, atendiendo a una clasificación clásica en la disciplina que divide -o solía dividir- el objeto de estudio en Patrimonio, Artes Escénicas e Industria Cultural, y por ende, abarcó temáticas diversas. En esta segunda entrega, y ante la imposibilidad de recoger la totalidad de los trabajos monográficos producidos en el lapso comprendido entre la edición del primer y segundo volumen, se optó por efectuar una selección temática en vez de cronológica, por lo que se muestran en este libro solamente los trabajos que atañen a la Gestión y Economía de los Museos, y a un tema estrechamente vinculado, por la injerencia que tiene uno en el otro, que es el análisis económico del mercado de arte, en este caso, por medio de subastas. Todos los trabajos aquí presentados fueron tutorados por mí, aunque no en exclusividad. Primando la excelencia académica, y entendiendo que varios de los temas tratados tenían una especificidad considerable, recurrí, tal como es usual en el ámbito académico, -que valora la discusión entre pares y la consideración de opiniones de especialistas- a la ayuda de diversos colegas para que estas monografías pudieran concretarse con el mejor nivel académico posible. La primera investigación que se presenta fue realizada por las Contadoras Ana Macias y Ma. Fernanda Rimoldi, titulada Museos, una visión desde la Gestión de Calidad. Dicha investigación, tutorada conjuntamente con la especialista en calidad Cra Sara Gerpe, buscó determinar si es aplicable el Modelo Iberoamericano de Gestión de Calidad en Museos, para lo que se consideró una muestra de 14 museos montevideanos. Dicho trabajo propició un premio de un concurso organizado por el Ministerio de Educación y Cultura, denominado Tu Tesis en Cultura, y por ende, no necesita más presentación. La Cultura en Uruguay: una mirada desde las Ciencias Económicas El segundo trabajo, titulado Sistema de Museos: Planificación Estratégica. Un diagnóstico previo, de las Cras Andrea de Armas, Cecilia Moreira y Valeria Palacios, trata sobre un caso de estudio de gran importancia para el atractivo turístico y patrimonial, como es el Sistema de Museos de Colonia de Sacramento, y realiza un diagnóstico enmarcado en la gestión estratégica de las organizaciones museísticas. Las conclusiones no son generalizables a otros museos que los que integran el Sistema de Museos de Colonia, sin embargo, la metodología empleada es fácilmente extrapolable a otros museos, tanto uruguayos como del exterior, que busquen comenzar el camino de la planificación estratégica. En tercer lugar, se expone la monografía de los Contadores Yamila Hernández, Sebastián Maidán y Ana Laura Mascheroni, que trata un tema crucial en los albores del siglo XXI como es la Responsabilidad SocialCorporativa. Este trabajo también se basa en un estudio de caso, y la organización bajo análisis es el Museo del Carnaval, museo que tiene una conducta innovadora que posibilita vincular el museo con programas pioneros en responsabilidad social en Uruguay. El trabajo se denomina Balance Social Museo del Carnaval y fue tutorado en forma conjunta con un referente en Responsabilidad Social Empresaria como es el Cr. Walter Rossi. El cuarto trabajo fue una producción de los Licenciados en Economía Tatiana Cóppola y Fernando González y se titula Museos en el Uruguay: Una visión económica. La investigación buscó la relación entre la variable visitante de una institución museística, y otras variables explicativas, como son la valoración del acervo, costos operativos, apertura horaria, entre otras, logrando probar que la variable relacionada a la captación de visitantes, para la muestra analizada, es la variable Difusión. Esta monografía la tutoré en forma compartida con el Dr. Gustavo Bouquet y el Lic. Raúl Ramírez, en una situación absolutamente atípica en el que el número de tutores supera el de estudiantes. Pero bien valió la pena la excepción en vista de los excelentes logros alcanzados. Para finalizar, se presenta la monografía titulada Formación de Precios de Pintura Nacional en Subasta: un Modelo y su Aplicación con la que accedieron al título de Licenciados en Economía Javier Chiossi y Matías De Vecchi. Se incluyó dicho trabajo en este volumen, que trata básicamente sobre museos, porque entiendo que el Mercado de Arte está indudablemente vinculado a la política de compras de los museos, en especial los contemporáneos. Cabe destacar que este trabajo contó con el apoyo de la Dra. Celina Gutiérrez, quien accedió a compartir la tutoría de un tema que escapaba mis posibilidades, logrando un excelente resultado. Merece señalar que cada trabajo original supera el centenar de páginas, y que por ende, no es posible publicarlos completamente, por lo que para este libro se hicieron resúmenes de las investigaciones realizadas, intentando adecuar la terminología y quitándoles el formato estrictamente científico -poco amigable para un no especialista-, de forma tal que su lectura sea accesible al público en general. También quiero señalar, que el prólogo del primer volumen, lo finalicé con la frase: “Espero que este libro sea el primero de una larga lista. Las áreas de Economía de la Cultura y Gestión de Organizaciones Culturales son disciplinas jóvenes que necesitan seguir creciendo. La investigación realizada por trabajos monográficos de fin de carrera en estas áreas, será siempre bienvenida” La Facultad ha comenzado un nuevo plan de estudio, en el que se eliminó la obligatoriedad de presentar una tesina o monografía como condición necesaria para obtener el título. No obstante, aún contamos con una decena de monografías que no han sido publicadas y que espero se concreten en el o los siguientes volúmenes de esta serie. (shrink)

Seguramente lo más interesante de la suspensión de la cuenta de Twitter del ya expresidente Trump después del asalto al Capitolio no sea el debate tan manido sobre los límites de la libertad de expresión, sino el hecho mucho más significativo de que hoy es Twitter quien decide sobre el estado de excepción. Para desentrañar esta particular relación entre técnica y estado de excepción tan característica de nuestro predicamento contemporáneo, hay que leer a Giorgio Agamben. En este sentido, el libro (...) de Juan Evaristo Valls Boix, Política sin obra, ofrece una introducción tan divulgativa como profunda al trabajo del filósofo político italiano. Este ejemplar se enmarca dentro de la colección Pensamiento político posfundacional de la Editorial Gedisa, que lleva desempeñando, en los últimos años, una labor pedagógica admirable a la hora de dar a conocer al público, en lengua castellana y catalana, los principales filósofos y filósofas de lo político que han problematizado cualquier tipo de fundacionalismo –Lyotard, Foucault, Arendt, Derrida, Lefort, Laclau, Mouffe, Badiou, Rancière, Butler, Nancy, Abensour y Anzaldúa, entre otros y otras–. Cuando llega el turno de introducir a Agamben, la directora de la colección, Laura Llevadot, ya avisa que se trata de una auténtica “introducción a la vida no fascista”, haciendo un guiño al prólogo de Foucault sobre el Anti-Edipo de Deleuze y Guattari. (shrink)

Beauvoir’s Ethics of Ambiguity appears to defend a distinctly existentialist, deontologically-constrained version of consequentialism. On that interpretation, her belief that freedom consists in the real possibilities provided by our concrete situation leads her to reject Kantian autonomy to allow for some consequentialist decisions, while her belief that our situation derives its meaning from freely-chosen projects leads her to limit such choices to their consequences for situated freedom rather than general happiness. However, I will argue that Beauvoir’s view is better understood (...) as a non-deontological, internal critique of consequentialism, rooted in Marx’s historical materialism rather than her existentialist commitments. Beauvoir challenges consequentialism’s tendency to evaluate decision-making over actions, and intended or predicted consequences over actual ones, considering consequences during a limited time-frame despite their variable, contingent future value. In other words, consequentialism is insufficiently consequentialist, a view rooted in historical materialism in two ways. First, her materialist understanding of freedom as situated possibility requires an ethics that prioritizes real rather than projected consequences. Materialist consequentialism acknowledges outcomes are never final and so refuses to assign unambiguous moral value. A decision’s ethical value is preserved only to the degree that the value of its real consequences for existing individuals’ projects is maintained into the indefinite future. Second, her view that value is historical, a human creation based in our actual situation’s contingent utility to our individually chosen projects, denies that any consequence has a fixed value independent of the historical development of humanity as realized through individual choices. Historical-materialist consequentialism demands moral agents retroactively reassess the moral status of every action in order to repair consequences that have, because of changing human purposes, become obstacles to freedom. Together, these historical materialist constraints ground Beauvoir’s demand for an ethics that is ambiguous in principle as well as practice: no decision, action, or consequence has a fixed moral value because consequences are always incomplete and, even when they do not change, the projects that give them value change. While compatible with existentialist conceptions of freedom, responsibility, and authenticity, her ethics does not require such commitments, making it more Marxist than existentialist in character. (shrink)

Both Theodor Adorno and Walter Benjamin borrow from Freudian theory in their analyses of fetishism’s relation to the contemporary reception of cultural products. I will argue that both authors have confused the Marxian and Freudian theories of fetishism, resulting in mistaken conclusions about artistic reception. By disentangling the Marxian and Freudian elements in both authors’ positions, I want to show that 1) Adorno’s characterization of regressive listening implies, contrary to his intentions, that the current reception of artwork is in fact (...) antagonistic to fetishism, and that 2) his criticism of Benjamin’s optimism toward “reception in distraction” is nevertheless justified. If I am correct, it may be necessary to reassess Adorno’s demand for asceticism in advanced art. The current danger may not be “fetishism” at all, but rather the troublesome consequences of fetishism’s decline. (shrink)

This chapter provides an introduction to panpsychism, panprotopsychism, and neutral monism to an interdisciplinary audience.

Ethical debates about liberal eugenics frequently focus on the supposed unnaturalness of its means and possible harm to autonomy. I present a Nietzsche-inspired critique focusing on intention rather than means and harm to abilities rather than to autonomy. I first critique subjective eugenics, the selection of extrinsically valuable traits, drawing on Nietzsche’s notion of ‘slavish’ values reducible to the negation of another’s good. Subjective eugenics slavishly evaluates traits relative to a negatively evaluated norm (eg, above-average intelligence), disguising a harmful intention (...) to diminish the relative value of that norm. I then argue there is no objective form of eugenics on the Nietzschean ground that abilities are not valuable intrinsically; they are valuable only if one possesses the relative power to exercise them. Abilities frustrated by conflict with other abilities or environment are harmful, while disabilities that empower one’s other abilities are beneficial. Consequently, all forms of eugenics are subject to the prior ethical critique of subjective eugenics. (shrink)

In this paper I argue that Nietzsche’s rejection of egalitarianism depends on equivocation between distinct conceptions of power and equality. When these distinct views are disentangled, Nietzsche’s arguments succeed only against a narrow sense of equality as qualitative similarity (die Gleichheit as die Ähnlichkeit), and not against quantitative forms that promote equality not as similarity but as multiple, proportional resistances (die Gleichheit as die Veilheit and der Widerstand). I begin by distinguishing the two conceptions of power at play in Nietzsche’s (...) arguments, power as quantitative superiority of ability and as qualitative feeling of power (das Gefühl der Macht), an affective state that does not directly correlate with quantitative ability and, because based in resistance (der Widerstand), requires relative equality as its condition. Nietzsche presents four principal arguments against egalitarianism, each concluding that equality harms the flourishing of humanity’s highest individuals. First, equality directly promotes qualitative similarity (die Ähnlichkeit) at the expense of multiplicity (die Vielheit). Second, because material inequalities ground the ‘pathos of distance’ (the recognition of spiritual inequality), equality indirectly undermines the desire for self-development. Third, because it opposes aristocratic conditions, egalitarianism promotes a form of liberalism that removes conditions of constraint necessary to human development. Finally, equality is a less efficient means to human enhancement, which is best promoted through unequal distribution of resources to the most able individuals. I argue that in each case Nietzsche’s argument succeeds only if interpreted according to the quantitative conception of power as superiority, but fails when we also consider the qualitative conception of power as feeling. For the promotion of an individual’s qualitative power is compatible with quantitative power equality. Moreover, because power is felt only in resistance, the feeling of power requires relative equality as its precondition—an alternate sense of equality construed, not as qualitative similarity, but as quantitative resistance from proportional counter-powers. I conclude that Nietzsche’s commitment to the promotion of humanity’s highest individuals does not entail the rejection of moral egalitarianism in every form and even supports certain forms. (shrink)

[English version also available] The Blood of Others begins at the bedside of a mortally wounded Résistance fighter named Hélène Bertrand. We encounter her from the point of view of Jean Blomart, her friend and lover, who recounts the story of their relationship : their first meeting, unhappy romance, bitter breakup, and eventual reunion as fellow fighters for the liberation of occupied France. The novel invites the reader to interpret Hélène and Jean’s story as one of positive ethical development. On (...) this progressive reading, although both characters are initially mired in bad faith and ethical irresponsibility, they ultimately transform themselves into ethically exemplary figures. Through their participation in violent political resistance against the occupation, they recognize their responsibility to humanity and actualize that responsibility in the form of positive political engagement. I will argue, on the contrary, that Jean and Hélène exhibit a unique form of bad faith that Beauvoir identifies in The Ethics of Ambiguity, a dangerous form of bad faith, distinct from the Sartrean conception, that promotes the indiscriminate use of violence for political ends. (shrink)

Nietzsche’s late writings present a value opposition of health and decadence based in his conception of organic life. While this appears to be a moral ideal that risks the naturalistic fallacy of directly deriving norms from facts, it instead describes a meta-ethical ideal: the necessary conditions for any kind of moral agency. Nietzsche’s ideal of health not only evades but also dissolves the naturalistic fallacy by suggesting that the specific content of morality is irrelevant. If health is measured by power (...) over one’s drives rather than the environment, then the source of moral conflict—organic life’s essential tendency toward domination—is surmounted by successful integration of any moral norms, regardless of content. Nietzsche’s concept of health draws on his characterization of organic life as essentially ‘exploitation’: growth through domination of the environment (BGE 259, GM II: 12). In animals, power coincides with happiness, while health and decadence track the correspondence between instinct and happiness (TI II: 11). This simple picture is complicated by the Genealogy, where Nietzsche depicts human nature as an animal illness caused by civilization’s disruption of the natural correspondence of instinct and happiness. Civilization shapes this ‘sick animal’ into the distinctly human ‘sovereign individual’ (GM III: 13, II: 2), restoring the harmony of instinct and happiness in an internal hierarchy of drives. So, sovereign individuality is a distinctly human model of health. Although life is exploitation, human health does not coincide with greater environmental power, but rather an internal qualitative expansion of power: greater variety and tension among drives, greater ‘wholeness in diversity’ in the ‘social structure’ of the self (BGE 212, 12). Nonetheless, health is not a moral criterion, but instead the precondition of moral agency. The subordination of drives to a commanding hierarchy grounds the ability to uphold any moral principles at all, to make and keep promises to oneself and others. Moral agency coincides, in turn, with overcoming the source of moral conflict in organic life’s drive for growth. The unification of opposing drives provides pleasure in power over oneself rather than one’s environment, the ‘happiness of high tension’ among drives (BGE 260), and in environmental resistance, a need for ‘equal opponents’ (TI IX: 38, EH 1: 7). Consequently, Nietzsche’s meta-ethical ideal supports a moral pluralism that supports any moral content. Moral conflicts arise precisely to the degree individuals are incapable of achieving moral agency, but they dissolve as moral agency of any kind is more widely achieved. (shrink)

Freud introduces his dualistic theory of the life and death drives in Beyond the Pleasure Principle. Much of that essay is devoted to the justification of the death drive, while little is said in defense of the introduction of “life drives” and “Eros,” which he claims are simply an extension of his libido theory from the psychological into the biological realm. In this essay, I argue that Eros is, on the contrary, fundamentally incompatible with Freud’s metapsychology. I first show that (...) Freud’s theory of society permits the production and preservation of social bonds only through the restraint of sexual aims rather than, as the theory of Eros would require, through the satisfaction of sexual drives. I then demonstrate that Eros is incompatible with three key elements of Freud’s metapsychology: the theories of the drives, the pleasure principle, and the principle of constancy. Finally, I argue that the death drive is indistinguishable from the early and late theories of the principle of constancy. Consequently, it is the death drive, and not Eros, that is merely an extension of the original libido theory. Because Eros is incompatible with the very foundations of Freud’s metapsychology, his drive theory can only consistently be interpreted as a monism of the death drive. (shrink)

In this paper, I argue that Nietzsche’s published works contain a substantial, although implicit, argument for the will to power as ontology—a critical and descriptive, rather than positive and explanatory, theory of reality. Further, I suggest this ontology is entirely consistent with a naturalist methodology. The will to power ontology follows directly from Nietzsche’s naturalist rejection of three metaphysical presuppositions: substance, efficient causality, and final causality. I show that a number of interpretations, including those of Clark, Schacht, Reginster, and Richardson, (...) are inconsistent with Nietzsche’s naturalism, because they presuppose efficient or final causality. In contrast, I argue that the will to power is not an explanatory theory, but a description of the basic, necessary character of reality, designed to critically reveal and minimize metaphysical presuppositions—to reject false explanations of reality and human behavior. It avoids substance-metaphysics by describing reality as will, a causal process without discrete efficient causes or agents. It eliminates efficient causality by describing events as maximal manifestations of power, rather than as agent-actualized potentialities. Finally, it opposes teleology by describing life as tending toward the activity of resistance as such, rather than toward explanatory end-states, such as the accumulation of power or overcoming of resistances. (shrink)

In this essay I suggest that Heidegger’s Being and Time provides a ground for ethics in the notion of Dasein’s ‘Being-guilty.’ Being-guilty is not a ground for ethics in the sense of a demonstration of the moral ‘ought’ or a refutation of moral skepticism. Rather, Being-guilty serves as a foundation for ethical life in a way uniquely suited to a phenomenological form of ethics, a way that clarifies, from a phenomenological point of view, why the traditional approach to ethics is (...) misguided. The traditional attempt to ground ethics through demonstration or refutation depends upon a misunderstanding of obligation as an imposition that is distinct from, and inflicted upon, the subject in a way that is in need of justification. Heidegger’s conception of Being-guilty, on the contrary, identifies the basis of moral obligation in a form of primary selfobligation that is constitutive of human nature, rather than an imposition upon it. Although primordial guilt or self-obligation does not justify ethical obligation, it does ‘ground’ ethics. For it is the primary source and support of our ethical activity in two distinct senses. First, it serves as the condition for the possibility of our indebtedness to others—it enables us to be morally obligated. It enables moral obligation towards others by determining Dasein as ontologically indebted to care for its own being—a being which is, in turn, ontologically determined as care for others. Second, Being-guilty provides a criterion for distinguishing what we call ethical and unethical behavior. Ethical behavior is distinguished according to the appropriateness of one’s care for the other according to proper recognition of the nature of the Other’s Being as Dasein. (shrink)

Freud’s discussion of uncanny [unheimlich] experiences focuses on their peculiar ambivalence. On his view, the uncanny is a paradoxical feeling of both familiarity and alienation. While Freud’s analysis of this paradoxical feeling does succeed in explaining it away, it does little to explain it. One might expect a psychoanalytical demystification of the real experience that is hidden behind the superstitious overtones of uncanny experiences. Instead, the uncanny is attributed rather anti- climactically to the combination of a previous superstition (maintained unconsciously) (...) and an entirely coincidental verification of that superstition. The implication is that there is no uncanny per se. There is no distinctive category of experience, the unique character of which tends to cause or encourage superstitious beliefs; rather, such beliefs are prerequisite to having the experience. In other words, the experience suits the belief, and not vice-versa. The uncanny is the fantasized verification of a repressed fantasy. It involves a breakdown of the reality principle and the projection of beliefs into the external world, rather than a peculiarity of feeling that can be linked intrinsically to a specific category of experience. I do not intend to reject this analysis in its entirety. The basic structure, repression and return, is sound. However, Freud’s analysis of the uncanny, which resolves uncanny ambivalence into the separate categories of consciousness and unconsciousness, merely reinstates the problematical opposition of das heimliche and das unheimliche, familiar and unfamiliar, within the mind rather than in the external world. The coincidence of the two feelings in uncanny experience cannot be explained without an intervening stage between repression and return. I will suggest that Freud’s characterization of uncanniness as the return, in superstition, of the repressed is a misplacement of the experience of uncanniness. The aesthetical feeling is the cause of, but not identical to, the projected superstitions and ideas which surround it. An explanation of the feeling of uncanniness must fall not on the side of the repressed, but on the side of consciousness. The import of my position is that the feeling of uncanniness refers, in a manner of speaking, to something “real,” rather than merely to infantile ideas projected upon the external world. Freud’s explanation makes the unconscious a kind of scapegoat to be blamed for imposing fundamentally irrational beliefs into our interpretation of present experience, in that way preserving a model of the conscious ego as autonomous, fundamentally attuned to reality and ultimately independent of the unconscious. I will argue, on the contrary, that the experience of the uncanny is not merely a falling back into irrational or infantile beliefs, but an experience of a deep disunity in personhood that rightly causes us to question our everyday confidence in the unity, independence, and rationality of our conscious sense of self. The ambivalence of the feeling has its source in an irresolvable ambivalence that can exist in consciousness, and not simply in an analytically resolvable psychical ambivalence between consciousness and the unconscious. (shrink)

This paper draws on Friedrich Nietzsche’s work to defend the (admittedly non-Nietzschean) conclusion that a non-liberal egalitarian society is superior in two ways: first, as a moral ideal, it does not rest on questionable claims about essential human equality and, second, such a society would provide the optimal psychological and political conditions for individual wellbeing, social stability, and cultural achievement. I first explain Nietzsche’s distinction between forms of egalitarianism: noble and slavish. The slavish form promotes equality, defined negatively as the (...) elimination of privilege. It is non-liberal in its prioritization of equality over the interests of the advantaged. Nietzsche rejects both slavish egalitarianism and liberalism for the same reasons: they questionably assume the equal value of all persons, and they harm cultural achievement, sacrificing the potential of those who are most valuable to cultural development to the interests of the majority. Noble egalitarianism, in contrast, exemplifies Nietzsche’s conception of justice as ‘equality among equals’. It demands that individuals of equal worth or power (such as members of an artistic or political elite) treat each other as what they, in fact, are: equals. It avoids asserting essential equality, demanding instead—against both slavish and liberal forms—respect on the basis of shared superiority. And it escapes the charge of harm to cultural development, commanding respect only where equality already exists. Although Nietzsche quickly assumes that ‘noble egalitarianism’ requires the rejection of all forms of universal egalitarianism, concluding that we should ‘never make equal what is unequal’, in fact it only entails the rejection of slavish methods: equalization through harm to the advantaged. However, non-liberal forms of egalitarianism can be ‘noble’, promoting equality without harm to the advantaged—through, for example, unequal distribution of resources, the equalization of economic opportunities, and economic regulation to prevent the creation of substantial wealth disparities. If egalitarianism can ‘make equal’ without slavish methods, then Nietzsche’s demand for ‘equality for equals’ applies to the newly equal, too. More importantly, his moral psychology of power—the view that our source of happiness and incentive to self-development is the feeling of power in relation to equal resistance or ‘opponents who are our equals’ —supports the superiority of a nobly-achieved, non-liberal egalitarian society. For achieved, practical equality of wealth and opportunity would optimize conditions for the feeling of power: a balance of equal, oppositional powers serving as mutual limitation and resistance. Such a society is superior in three ways. First, it maximizes social happiness by promoting and maintaining the feeling of power in all. Liberal and aristocratic societies, in contrast, allow radical inequalities that not only diminish the power of the disadvantaged, but diminish the opportunities of the advantaged to encounter equal resistance, thus undermining the happiness of all. Second, it promotes social stability by preserving a balance of powers that prevents domination and exploitation, in contrast to the inevitable class conflicts of aristocratic and liberal societies. Finally, it promotes cultural achievement, since the feeling of power in relation to proportional resistance is the psychological incentive for self-development and cultural achievement. (shrink)

Nietzsche’s Immoralism begins a two-volume critical reconstruction of a socialist, democratic, and non-liberal Nietzschean politics. Nietzsche’s ideal of amor fati (love of fate) cannot be individually adopted because it is incompatible with deep freedom of agency. However, we can create its social conditions thanks to an under-appreciated aspect of his will-to-power psychology. We are driven not toward domination and conquest but toward resistance, contest, and play―a heightened feeling of power provoked by equal challenges that enables the non-instrumental affirmation of suffering. (...) This incompatibilist, anti-teleological psychology leads to Nietzsche’s distinctive immoralism: the abandonment of cultural means of human improvement for a historical materialist politics of breeding that produces future higher types through changes to our political order’s material conditions. Politics becomes first philosophy: it is not grounded in moral values but is instead the very source of their legitimacy. Moreover, despite Nietzsche’s professed aristocratism, his immoralism offers a stronger foundation for a renewed left, attacking conservative politics at its very root: the belief in moral order, authority, and responsibility. (shrink)

This book completes the project, begun in Nietzsche’s Immoralism: Politics as First Philosophy, of critically reconstructing a Nietzschean left politics. Nietzsche's incompatibilist ideal of amor fati requires reconceiving legitimacy as the breeding of a people whose material conditions enable it to affirm its social order. Justice is founded in a future, higher type’s right to exist against present individuals who internalize the contradictions of past societies. In opposition to Nietzsche’s self-undermining aristocratism, this right can only be realized through a universal (...) promotion of the pluralistic unity of the manifold soul, secured by an equally manifold form of democracy. Against the covert aristocratism of liberal proceduralism, authentic democracy produces a true people grounded in shared, concrete happiness, requiring a comprehensive egalitarianism maintained by a permanent socialist state and achievable only through a populist, coalitional politics across identities that radically transforms the material conditions of our shared social life. (shrink)

Many currently working on a Russellian notion of perceptual acquaintance and its role in perceptual experience (including Campbell 2002a, 2002b, and 2009 and Tye 2009) treat naïve realism and indirect realism as an exhaustive disjunction of possible views. In this paper, I propose a form of direct realism according to which one is directly aware of external objects and their features without perceiving a mind-dependent intermediary and without making any inference. Nevertheless, it also maintains that the qualitative character of perceptual (...) experience is a feature of our internal states of sentient awareness and so is to be distinguished from the features of objects in the perceptual scene. On this proposal, we are pre-reflectively aware of the qualitative character of our sensations simply in virtue of having them, and we are non-inferentially aware of external objects and their features by being attuned to what the occurrence of our sensations tells us about the rest of the world. Consequently, we are presented with, and thus acquainted with, both the external objects and the qualitative character of our sensory experiences, albeit in very different ways. Drawing on resources from Perry (2001) and Searle (in draft), I explain how perceptual experience has this “two-faced presentational character”. (shrink)

While much has been made of the similarities between the work of Nietzsche and Freud, insufficient attention has been paid to their differences. Even where they have been noted, the degree of these differences, which sometimes approaches direct opposition, has often been underestimated. In the following essay, I will suggest that on the topic of conscience Nietzsche and Freud have radically opposed views, with profoundly different moral consequences. Despite superficial similarities, Nietzsche’s conception of conscience is opposed to that of Freud (...) in almost every conceivable way. For Freud, conscience is primarily associated with bad will, repression, subordination to social prohibition, and the feeling of guilt. For Nietzsche, conscience is primarily related to affirmation, memory, individual sovereignty, and the feelings of pride and power. To be sure, Freudian “bad conscience” has its parallel in Nietzsche’s philosophy—but only as a modality of conscience, not as its foundation. Freudian conscience is, on the contrary, an essentially bad conscience. (shrink)

The Blood of Others begins at the bedside of a mortally wounded Résistance fighter named Hélène Bertrand. We encounter her from the point of view of Jean Blomart, her friend and lover, who recounts the story of their relationship : their first meeting, unhappy romance, bitter breakup, and eventual reunion as fellow fighters for the liberation of occupied France. The novel invites the reader to interpret Hélène and Jean’s story as one of positive ethical development. On this progressive reading, although (...) both characters are initially mired in bad faith and ethical irresponsibility, they ultimately transform themselves into ethically exemplary figures. Through their participation in violent political resistance against the occupation, they recognize their responsibility to humanity and actualize that responsibility in the form of positive political engagement. I will argue, on the contrary, that Jean and Hélène exhibit a unique form of bad faith that Beauvoir identifies in The Ethics of Ambiguity, a dangerous form of bad faith, distinct from the Sartrean conception, that promotes the indiscriminate use of violence for political ends. (shrink)

This chapter considers how the adoption of autonomous weapons systems (AWS) may affect jus ad bellum principles of warfare. In particular, it focuses on the use of AWS in non-international armed conflicts (NIAC). Given the proliferation of NIAC, the development and use of AWS will most likely be attuned to this specific theater of war. As warfare waged by modernized liberal democracies (those most likely to develop and employ AWS at present) increasingly moves toward a model of individualized warfare, how, (...) if at all, will the principles by which we measure the justness of the commencement of such hostilities be affected by the introduction of AWS, and how will such hostilities stack up to current legal agreements surrounding their more traditional engagement? This chapter claims that such considerations give us reason to question the moral and legal necessity of ad bellum proper authority. (shrink)

This chapter examines Bertrand Russell's developing views--roughly from 1911 to 1918--on the nature of introspective knowledge and subjects' most basic knowledge of themselves as themselves. It argues that Russell's theory of introspection distinguishes between direct awareness of individual psychological objects and features, the presentation of psychological complexes involving those objects and features, and introspective judgments which aim to correspond with them. It also explores his transition from believing that subjects enjoy introspective self-acquaintance, to believing that they only know themselves by (...) self-description, and eventually to believing that self-knowledge is a logical construction. It concludes by sketching how Russell's views about introspection and self-knowledge change as a result of his adoption of neutral monism. Along the way, it sheds additional light on his acquaintance-based theory of knowledge, preference for logical constructions over inferred entities, and gradual progression towards neutral monism. (shrink)

This article provides a conceptual map of the debate on ideal and non‐ideal theory. It argues that this debate encompasses a number of different questions, which have not been kept sufficiently separate in the literature. In particular, the article distinguishes between the following three interpretations of the ‘ideal vs. non‐ideal theory’ contrast: (i) full compliance vs. partial compliance theory; (ii) utopian vs. realistic theory; (iii) end‐state vs. transitional theory. The article advances critical reflections on each of these sub‐debates, and highlights (...) areas for future research in the field. (shrink)

While various definitions of moral distress have been proposed, some agreement exists that it results from illegitimate constraints in clinical practice affecting healthcare professionals’ moral agency. If we are to reduce moral distress, instruments measuring it should provide relevant information about such illegitimate constraints. Unfortunately, existing instruments fail to do so. We discuss here several shortcomings of major instruments in use: their inability to determine whether reports of moral distress involve an accurate assessment of the requisite clinical and logistical facts (...) in play, whether the distress in question is aptly characterized as moral, and whether the moral distress reported is an appropriate target of elimination. Such failures seriously limit the ability of empirical work on moral distress to foster appropriate change. (shrink)

Moods have global and profound effects on our thoughts, motivations and behavior. To understand human behavior and cognition fully, we must understand moods. In this paper I critically examine and reject the methodology of conventional ?cognitive theories? of affect. I lay the foundations of a new theory of moods that identifies them with processes of our cognitive functional architecture. Moods differ fundamentally from some of our other affective states and hence require distinct explanatory tools. The computational theory of mood I (...) propose places them within the context of other mental phenomena and is consistent with the empirical data on moods. (shrink)

Many commentators have remarked upon the striking points of correspondence that can be found in the works of Freud and Nietzsche. However, this essay argues that on the subject of desire their work presents us with a radical choice: Freud or Nietzsche. I first argue that Freud’s theory of desire is grounded in the principle of inertia, a principle that is incompatible with his later theory of Eros and the life drive. Furthermore, the principle of inertia is not essentially distinct (...) from his later theory of the death drive. Consequently, Freud’s theory of desire can only be interpreted consistently as a monism of the death drive. I then analyze Nietzsche’s attempt to ground his theory of desire in the concept of the will to power. I argue that Nietzsche’s view of desire is fundamentally opposed to the key elements of Freud’s theory of desire: the principle of constancy, the Freudian definition of the drive, and the pleasure principle. Next, I explicate the stakes of this opposition by analyzing the social consequences of each view for morality and justice. I argue that the Freudian subject seeks to dominate the social other, and that there is an insurmountable conflict between the satisfaction of desire and the demands of social life. Consequently, Freud’s view allows only for a negative conception of the social good in which morality is defined as the intrinsically impossible task of eliminating evil, and justice can be achieved only through the equal distribution of instinctual frustration. Finally, I argue that in Nietzsche’s theory of desire there is no essential conflict between individual desire and social life. The Nietzschean subject desires to manifest power in the form of activity that is independent of external agents, not to dominate the other. Consequently, Nietzsche’s view allows for the possibility of a positively defined concept of the social good in which morality is the affirmation and enhancement of every subject’s happiness, and justice can be achieved through the promotion and protection of an equality of power among subjects. (shrink)

Despite his rejection of the metaphysical conception of freedom of the will, Nietzsche frequently makes positive use of the language of freedom, autonomy, self-mastery, self-overcoming, and creativity when describing his normative project of enhancing humanity through the promotion of its highest types. A number of interpreters have been misled by such language to conclude that Nietzsche accepts some version of compatibilism, holding a theory of natural causality that excludes metaphysical or “libertarian” freedom of the will, while endorsing morally substantial alternative (...) conceptions of freedom, autonomy, and responsibility. I argue to the contrary that although Nietzsche’s rejection of... (shrink)

Nietzsche implicitly endorses a positive value system grounded in his concept of the will to power, a “noble” alternative to the “slavish” and life-denying values that he believes characterize modern European morality. His own power-affirming value system is usually presented amorally: as an alternative to morality, rather than as a competing morality. Most commentators believe this is necessarily so: because Nietzsche founds his values in the affirmation of power, they are incompatible with the concern for the well-being of others that (...) is characteristic of any authentic morality. This paper argues, on the contrary, that Nietzsche’s noble, power-affirming values are fully compatible with morality. It defends this view by rejecting two common misconceptions about Nietzsche’s philosophy: 1) the view that Nietzsche’s concept of the will to power is inseparable from domination, and 2) the view that noble values require and actively promote social hierarchy. (shrink)

In this paper, I directly oppose Nietzsche ’s endorsement of a morality of breeding to all forms of comparative, positive eugenics: the use of genetic selection to introduce positive improvement in individuals or the species, based on negatively or comparatively defined traits. I begin by explaining Nietzsche ’s contrast between two broad categories of morality: breeding and taming. I argue that the ethical dangers of positive eugenics are grounded in their status as forms of taming, which preserves positively evaluated character (...) traits and types through the active de-selection of negatively evaluated ones. The morality of taming is not a form of selection, but de-selection: the production of counter or anti-traits and types. Consequently, in its attempt to improve humanity, it tends necessarily toward violence as the elimination of de-selected forms of human life. In contrast, Nietzsche ’s morality of breeding selects traits and types by protecting them from de-selection—specifically, by attacking moral ideas, values, and practices designed to eliminate them. It tends not towards the destruction but preservation of types; its negativity targets not life but the ideas that disable, disempower, and eradicate forms of life. I argue, further, that the fundamental ethical difference between breeding and taming, and so between Nietzschean morality and eugenics, is found in their attitudes toward the natural world. The violence of eugenics as taming is grounded in its status as anti-natural, while Nietzsche ’s morality of breeding resists violence through its foundational affirmation of the conditions and limitations of the natural world: its resolute moral naturalism. Finally, I apply my interpretation of breeding and taming to two cases of comparative, positive eugenics: the historical case of racial eugenics and the so-called “designer baby” case in contemporary liberal eugenics. Nietzsche must condemn both as forms of the anti-natural morality of taming, to which the morality of breeding is diametrically opposed. (shrink)

In Three Essays on the Theory of Sexuality, Freud rejects the notion of a biologically determined connection of instinct to object, a position which helps him avoid the designation of all variations from heterosexuality as either “degenerate” or “pathological.” However, the gender roles and relations commonly attributed to heterosexuality are already implicit in his understanding of sexual instinct and aim. Consequently, even variations from the normal sexual object and aim exemplify, on his interpretation, the clichéd hierarchical opposition of femininity and (...) masculinity. Freud’s theory of sexuality thus implies that the erotic bond is inevitably one of domination, and that the only possible human relation is one of subject to object, activity to passivity, whole to part, and owner to property. My primary intention in this paper is to explore, in Freud’s analysis of fetishism, traces of an alternate possibility to oppositional hierarchical gender roles and the negative forms of social relation that rely upon them. While Freud---in keeping with common opinion---characterizes sexual fetishism as a distinctly masculine phenomenon, the text also supports a more interesting interpretation: that the non-pathological fetishist evades the construction of gender in terms of sexual roles and that, consequently, fetishism can serve as a critique of Freud’s masculine model of sexual instinct and relation. (shrink)

In the following essay, I argue that in the case of some works of art, moral evaluation should not play a role in artistic appraisal. While I reject the strong ethicist’s view—the view that moral evaluation may inform the artistic evaluation of any artwork—I will not do so in favor of the aestheticist’s position. The aestheticist argues for a rigid distinction between the moral and aesthetic evaluation of an artwork. On this view, the moral status of the work is independent (...) of and irrelevant to artistic value. This view would allow us, for example, to evaluate Leni Reifenstahl’s film The Triumph of the Will as a superior work of cinematic art, while at the same time condemning it on moral grounds. Rather than support a strict separation of aesthetic and moral elements in an artwork, I will suggest that in the case of certain types of artwork, it is inappropriate to use moral criteria in their artistic evaluation—even though the work’s moral content contributes to its artistic value. This is the case in artworks that (1) are “interrogative” in form and (2) have moral dilemmas as their principal theme. Briefly put, an interrogative artwork is one that poses a question or problem that remains unresolved in the work. I will begin by explaining in more detail what I mean by an interrogative artwork. Using the example of Duchamp’s “ready-made” sculpture Fountain, I will argue that it is inappropriate to artistically evaluate such works by appeal to criteria that they themselves call into question. I will then turn to the specific issue of morally interrogative artworks. I will consider Mark Twain’s The Adventures of Huckleberry Finn as a paradigmatic case of an interrogative artwork that poses an unresolved moral problem, and will contrast my own rejection of the moral appraisal of the novel to Wayne Booth’s attempt to provide a morally informed positive assessment of the novel. (shrink)

Eighteenth-century art historian Johann Joachim Winckelmann (1717-1768) shared with Hegel a profound admiration for the art and culture of ancient Greece. Both viewed ancient Greece as, in some sense, an ideal to which the modern world might aspire—a pinnacle of spiritual perfection and originality that contemporary civilization might, through an understanding of ancient Greek culture, one day equal or surpass. This rather competitive form of nostalgia suggests a paradoxical demand to produce an original and higher state of culture through the (...) imitation of another. In Hegel’s writings, this paradox goes beyond the relation of the modern world to the ancient world—he exposes the same paradox in ancient Greece’s relation to its own predecessors. The solution to the latter paradox—the possibility of the realization of ancient Greece as an original and self-contained civilization despite its cultural debts—would also, then, be the key to repeating the success of the ancient world in the modern, the overcoming of modern Europe’s cultural debt to the ancient world. The present essay examines how this paradox is revealed and resolved in the writings of Winckelmann and Hegel, and shows how this strategy of culture production—as imputed to the ancient world and aspired to in the modern—simultaneously attempts to justify and conceal a self-deceptive practice of cultural and political conquest. My focus will be on the two writers’ interpretations of ancient Greek art since, as I will suggest, their solution to the paradox of culture production turns out to be modeled upon the role of ancient Greek art in the invention and actualization of a cultural ideal of beauty, unity, and self-containment. (shrink)

Nietzsche’s psychological theory of the drives calls into question two common assumptions of ideology critique: 1) that ideology is fetishistic, substituting false satisfactions for true ones, and 2) that ideology is falsification; it conceals exploitation. In contrast, a Nietzschean approach begins from the truth of ideology: that capitalism produces an authentic contentment that makes the concealment of exploitation unnecessary. And it critiques ideology from the same standpoint: capitalism produces pleasures too efficiently, an overproduction of desire that is impossible to sustain (...) indefinitely. Nietzsche’s concept of the drives (Trieben) is grounded in his theory of the will to power. In contrast to Freud’s view that drives aim at satiation, pleasure through stimulus reduction, in Nietzsche’s view, they aim primarily at the “feeling of power” and the “happiness of high tension.” Nietzsche sees the desire for satiation as a symptom of weakness, a secondary, contingent aim that is incompatible with the fundamental drive to sustain and heighten the feeling of tension that accompanies strong desire. While the Freudian subject desires satisfaction, the Nietzschean subject is paradoxically frustrated by satisfaction, finding happiness in desire sustained by resistance and tension. If individuals desire desire as such, then exploitation and immiseration are not necessarily incompatible with their happiness. Consequently, we must reject the view that ideology is fetishistic: capitalism does not depend on an ersatz satisfaction in the commodity, a transferal of value from quality to quantity, use value to exchange value. Capitalism authentically satisfies desire precisely through its exploitative economic structure. The independence and unpredictability of the value of commodities and the immiseration of laborers produces discontents that enhance rather than frustrate desire. By continually introducing new, initially inaccessible commodities, then overcoming their inaccessibility through overproduction, capitalism sustains and intensifies desires. It promotes happiness not by satisfying wants but generating them, feeding the desire for desire, for the intensity of feeling that the brief pleasures of satiation would destroy. The commodity is not, then, a fetish, not a false satisfaction or aim, but a means, a prop that supports and sustains satisfaction as continued desire. Consequently, we must also reject the view that ideology is falsification: capitalism’s efficient production of happiness obviates the need to conceal its nature. Individuals tolerate capitalism not out of ignorance of exploitation but indifference to it; they prefer real happiness to a merely possible justice that might come at its expense. The critique of ideology must begin by acknowledging its truth. Rather than deny the real satisfactions of capitalism, it must demonstrate that they are unsustainable. (shrink)

In this paper, we introduce an enactive account of loving as participatory sense-making inspired by the “I love to you” of the feminist philosopher Luce Irigaray. Emancipating from the fusionist concept of romantic love, which understands love as unity, we conceptualise loving as an existential engagement in a dialectic of encounter, in continuous processes of becoming-in-relation. In these processes, desire acquires a certain prominence as the need to know (the other, the relation, oneself) more. We build on Irigaray’s account of (...) love to present a phenomenology of loving interactions and then our enactive account. Finally, we draw some implications for ethics. These concern language, difference, vulnerability, desire, and self-transformation. (shrink)

Anger is often an appropriate reaction to harms and injustices, but is it a politically beneficial one? Martha Nussbaum (Journal of the American Philosophical Association 1 (1), 41–56, 2015, Anger and Forgiveness. Oxford University Press, 2016) has argued that, although anger is useful in initially recruiting agents for action, anger is typically counterproductive to securing the political aims of those harmed. After the initial shockwave of outrage, Nussbaum argues that to be effective at enacting positive social change, groups and individuals (...) alike, must move quickly out of the state of anger. Feminist theorists (Frye, The Politics of Reality. Crossing Press, 1983; Lorde, 1997; Narayan, Hypatia 3 (2): 31–48, 1988) on the other hand have for long highlighted the efficacy of anger, as well as its moral and epistemic value, in fighting against the oppressive status quo. It might be thought therefore that for political action to be effective, a continued state of anger is preferable. Protestors must after all create and sustain a sense of moral obligation and justice. A main way of doing so is to promote successive moral shocks that trigger outrage (Jasper, Emotion Review 6 (3): 208–213, 2014). I present a novel, empirically informed defense of anger’s efficacy in political action. Nussbaum holds a traditional view on the nature of anger, inherited from Aristotle and the Stoics, which holds that anger constitutively involves a desire for retribution. The view that anger is counterproductive falls out of this and is dominant in academic work as well as in our personal and political lives. Based on work in social psychology, I argue that we need to reconsider this. In doing so, I highlight anger’s aim for recognition, rather than retribution, as key. Furthermore, I uncover conditions for anger’s political efficacy, as well as reasons for why the traditional view of anger has been so pervasive. (shrink)

Although it is now commonplace to take emotions to be the sort of phenomena for which there are reasons, the question of how to cash out the reason- responsiveness of emotions remains to a large extent unanswered. I highlight two main ways of thinking about reason-responsiveness, one that takes agential capacities to engage in norm-guided deliberation to underlie reason-responsiveness, and another which instead takes there to be a basic reason-relation between facts and attitudes. I argue that the latter approach should (...) be preferred. Not only does a reasons-basic approach promise to fare better in accounting for cases that its opponent struggles to accommodate, but it promises also to uncover a sui generis relation between emotions and their reasons which is at best obscured and at worst denied by its opponent. (shrink)

In this article I argue that characterizations of anger as a hostile emotion may be mistaken. My project is empirically informed and is partly descriptive, partly diagnostic. It is descriptive in that I am concerned with what anger is, and how it tends to manifest, rather than with what anger should be or how moral anger is manifested. The orthodox view on anger takes it to be, descriptively, an emotion that aims for retribution. This view fits well with anger being (...) a hostile emotion, as retribution is punitive. I will argue that a different view of anger deserves our attention. On this alternative view, anger aims for recognition of harms done, rather than for the punishment of those who have committed them. I argue that we have reason to favour a strong view that excludes retribution from anger’s main aims. In addition, I offer a diagnosis of the reasons that led the retributive view of anger to become, and remain, orthodoxy. This diagnosis provides indirect reason to give my descriptive proposal serious consideration, for it highlights that the orthodox view has dominated folk and philosophical conceptions of anger for reasons that do not speak in favour of the view’s veracity. The view that anger is a hostile emotion will therefore emerge as in need of serious scrutiny. (shrink)