El artículo presenta el panorama entero de las ideas políticas del notorio conservador peruano Monseñor Bartolomé Herrera. Se trata por vez primera de un estudio exhaustivo de las redes conceptuales y filosóficas de su peculiar concepción del republicanismo, que se califica aquí de “reaccionario”. Luego de incluirlo en su contexto en la historia de las ideas en la polémica entre liberales y conservadores, el texto sostiene que, aparte de sus influencias neoconservadoras restauracionistas, Herrera, considerado hasta hoy un conservador liberal, habría (...) sido más bien un consumidor militante –pero encubierto- del pensamiento reaccionario del Conde De Maistre, el Vizconde de Bonald y, más particularmente, de Agustín Barruel, fuente reaccionaria descuidada por los especialistas en el pensamiento político peruano. Herrera habría sido un tipo peculiar de republicano: Un republicano reaccionario. Aunque de manera simulada y escondiendo sus fuentes, el Obispo de Arequipa, en tono análogo al Valdegamas de 1848, habría desarrollado una concepción anticontractualista y antiliberal de la república peruana desde una teología política contrarrevolucionaria. (shrink)

Al final de su libro “La conciencia inexplicada”, Juan Arana señala que la nomología, explicación según las leyes de la naturaleza, requiere de una nomogonía, una consideración del origen de las leyes. Es decir, que el orden que observamos en el mundo natural requiere una instancia previa que ponga ese orden específico. Sabemos que desde la revolución científica la mejor manera de explicar dicha nomología ha sido mediante las matemáticas. Sin embargo, en las últimas décadas se han presentado algunas (...) propuestas basadas en modelos matemáticos que fundamentarían muchos aspectos de la realidad. Dos claros ejemplos provienen de Roger Penrose y Max Tegmark. Esto lleva a pensar en una posición no solo nomológica sino además nomogónica de la matemática. ¿Puede la Naturaleza estar fundada por las matemáticas como señalan algunos físico-matemáticos? Y en ese caso, ¿sería pertinente buscar una nomo-génesis de esta índole en la constitución de la conciencia? -/- At the end of his book “La conciencia inexplicada”, Juan Arana points out that nomology, explanation according to the laws of nature requires a nomogony, an account of the origin of the laws. This means that the order that we can observe in the natural World demands something prior to posit that specific order. Since the scientific revolution we know that the best way to explain that nomology has been through mathematics. Anyway, in recent decades a number of proposals based on mathematical models that found many aspects of reality has been offered. Two clear examples come from Roger Penrose and Max Tegmark. This drives us to think of a position of mathematics as not only nomological but also nomogonical. Can Nature be founded by mathematics as some physicists and mathematicians point out? And, in this case, would be relevant this kind of approach to search a nomo-genesis in the constitution of consciousness? (shrink)

Este proyecto responde a un momento histórico de gran importancia, que por supuesto no pudo ser más oportuno. Colombia celebra en el año 2006 los quince años de la promulgación de su Constitución Política, y los cambios de trascendentales surgidos a partir de su aplicación has sido prolíficos, Particularmente, el tema ambiental ha sobresalido dentro de las grandes transformaciones del país, y por ello no en vano hoy se afirma que tenemos una verdades Constitución ecológica. De igual forma, (...) la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario conmemora los die años de la creación de la especialización en Derecho Ambiental, y tal coincidencia histórica fue una motivación adicional para proponer la realización de un análisis de la evolución normativa surtida para proponer la realización de un análisis de la evolución normativa surtida en este decenio, una evaluación de la gestión ambiental colombiana y de sus distintos impactos en una sociedad que cuenta hoy en día con herramientas constitucionales legales para la defensa de sus derechos e interese colectivos. La Universidad del Rosario ha sido parte de esta evolución, desarrollando un rol activo con el cual se han abierto espacios de discusión y de proposición de alternativas, herramientas y experiencias en pro de la protección integral de la diversidad étnica, cultural y natural de la Nación colombiana. Así, se ha constituido como facilitadora del proceso de la formación de los nuevos actores y ha tenido gran posicionamiento en procesos de participación y de estructuración de proyectos institucionales ambientales. (shrink)

El consentimiento informado del paciente se inserta en el ámbito de su autonomía decisoria. Aunque presenta un sustrato corporal, este aparece combinado con elementos de índole moral que presuponen una noción concreta de persona como libre y autónoma. Tanto de las definiciones doctrinales como del material normativo se desprende que se trata de una posición jurídica subjetiva del paciente, alternativamente calificada como una “pretensión” o “derecho subjetivo en sentido estricto”, en términos hohfeldianos; un “derecho negativo de defensa”, o una “inmunidad”. (...) En España, el Tribunal Constitucional ha vinculado el consentimiento informado del paciente al derecho fundamental a la integridad física y moral (15 CE), lo cual permite plantear el análisis en clave iusfundamental. Con todo, se advierten dudas e incompatibilidades entre la explicación habitual del consentimiento informado, su fundamento constitucional y su regulación jurídica. El objetivo del presente libro consiste en proporcionar una definición integral del consentimiento informado como derecho subjetivo del paciente y como manifestación de un derecho fundamental, a partir de una óptica poliédrica que aporta certeza en la práctica asistencial y jurídica. // The patient's right to informed consent is inserted within the scope of his decisional autonomy. Although it has a bodily background, it is combined with features of moral nature, which presupposes a concrete notion of the person as free and autonomous. Both, doctrinal approaches and normative legal material show that it is a subjective legal position of the patient, being alternatively qualified as a Hohfeldian “claim” or a “subjective right in a strict sense”; a "negative right" or an "immunity." The Spanish Constitutional Court has linked the informed consent of the patient to the fundamental right to physical and moral integrity (15 CE), which allows us to propose a fundamental rights-based analysis. Nonetheless, doubts and inconsistencies are perceived between the customary explanation of informed consent, its constitutional foundation and its legal regulation. The aim of this book is to provide a comprehensive definition of informed consent as subjective right of the patient and expression of a fundamental right, from a multi-fold perspective that provides certainty in both legal and health care practice. (shrink)

Nuestro recorrido será el siguiente. En el capítulo primero examinamos la noción de unión del cuerpo y el alma que Descartes formula desde el inicio de Las pasiones del alma (§2), noción anticipada por otros textos (Principia II §2) pero muy original, y que recusa todo dualismo, en tanto concibe una unión no substancial, en la que el alma está unida, de modo más o menos estrecho, a todos los cuerpos que la afectan, como "corps de dehors", de manera tal (...) que todos los sentimientos, internos o externos, en tanto referidos al cuerpo, pueden ser ubicados en una misma exterioridad respecto al alma (sección §1). Esta noción de unión: a) coincide plenamente con la experiencia del poder o capacidad del alma para actuar sobre el cuerpo, o recibir la acción del cuerpo, de manera tal de excluir definitivamente toda referencia a la substancia espiritual, corporal o compuesta; b) establece una diferencia meramente cuantitativa entre mi cuerpo y los cuerpos del mundo, porque la unión al cuerpo es más o menos estrecha, según sea más o menos inmediata la acción del cuerpo sobre el alma. La primera consecuencia de lo anterior es la siguiente: Las pasiones del alma no establece distinción alguna entre sentimientos interiores y exteriores, porque el lugar del agente (las partes de nuestro cuerpo, los cuerpos del mundo) no sirven ya más como criterio para la distinción entre los modos de la sensibilidad (sección §2). Es precisamente en este punto fundamental que la investigación cartesiana sobre las pasiones se distingue definitivamente del análisis de la sensibilidad realizado en la cuarta parte de Los Principios de la Filosofía, en donde la pasión era considerada como un sentimiento interior, junto con los apetitos naturales (IV §190), por oposición a los cinco sentidos exteriores (IV §§ 191-195). Luego del examen de la definición de pasión, en el próximo capítulo, podremos preguntar: dadas, por un lado, la interioridad de la pasión al alma, y por otro, el emplazamiento de todos los cuerpos en el mismo afuera, «dehors», respecto del alma, ¿cabe buscar, en la pasión, el sentimiento de un corps de dedans? Anticipemos que la reforma conceptual de la unión del cuerpo y el alma exige y a la vez resulta de una reforma lexical especialmente interesante porque, al excluir toda referencia a las substancias o a la substancialidad de la unión, a) identifica esta última con la capacidad o potencia del alma de afectar o ser afectada por el cuerpo (sección §3); b) debe describir la unión como un «estar (del alma) junto (al cuerpo), ( être jointe)», que califica la estrechez de la unión por la inmediatez de la acción (sección §4). Finalmente, esta conjunción del alma y del cuerpo anticipa de manera coherente la doctrina cartesiana del amor, el cual se define por la capacidad del alma de unirse (« se joindre ») a los objetos que la afectan en la apariencia de bondad. El capítulo segundo se dedicará a la definición de pasión (Pasiones §§21-28), el único sentimiento interior al alma misma porque el único que es tal como aparece, en una evidencia que no puede ser entendida mas que en relación, todavía indeterminada, con la evidencia primera ego sum, ego existo, en la Meditación Segunda, y especialmente con su última formulación, en la certeza del « creo ver » («videre videor»). El carácter inaugural de esta definición reside en los puntos siguientes: a) la relación con el alma convierte a la pasión en el único sentimiento que es tal como se siente, pero al mismo tiempo, b) inaugura una nueva forma de error posible, todavía indeterminado, pero de otro orden que aquél al que nos somete la naturaleza extrínseca del resto de las percepciones (sección §1). Ahora bien, la pasión es tal como se siente porque no es un « ver », videre, y por lo tanto no le corresponde revelar el ego sum (« ego sum qui sentio » VII, 29, 11), a través de un « creo ver », videre videor (sección §3). Quisimos probar que esto es perfectamente coherente con la doble enumeración de los modos del pensamiento, en la Segunda y Tercera Meditación, (VII, 28 y 35, respectivamente) y con la clasificación de los pensamientos (ideas, juicios, voluntades, afecciones), establecida en la Meditación Tercera (VII, 38) (sección §2). Pero la pasión, a la vez que inaugura una interioridad, se recibe en el alma, como algo que no proviene de ella (Pasiones §17). Es aquí, donde se da a conocer el carácter inaugural y a la vez paradójico de la pasión: en ella, la interioridad del alma a sí se conoce, por primera vez, en una modalidad particular de la recepción sensible. Examinamos esa doble condición, interioridad y recepción, en la sección §7, la última de este segundo capítulo. Dos consecuencias. La primera: a partir de la definición de pasión, la investigación sobre la cualidad sensible se independiza del examen de la realidad objetiva (sección §4). La pasión puede por lo tanto inaugurar una verdad y un modo de error que se separa definitivamente del objeto representado como cosa o privación de cosa. No seremos los primeros en decir que la pasión, el saber afectivo en general, sólo puede dirigirse a un no-objeto (F. Alquié). Pero hay que agregar que la definición de pasión, al recuperar su evidencia primera, abre a la meditación el campo de una realidad inobjetivable, o, mejor, de una modalidad de la objetividad definitivamente irreal, que ya ha sido descubierta por J-L. Marion, por lo menos para el caso particular de la admiración, y que sólo podrá ser de ser descripta en el momento de definir las pasiones particulares. La segunda consecuencia reside en la relegación definitiva de toda explicación de la pasión por la causa eficiente (sección §6). En efecto, Descartes deja de lado las funciones del cuerpo como criterio de clasificación de los modos de la sensibilidad, y la relega a la segunda parte de la segunda parte de su definición, de manera tal que la causa de la pasión no explica nada y por el contrario, es ella la que debe ser explicada. Si se admite una doble constitución de la metafísica cartesiana, nuestro esfuerzo conduce a mostrar que la noción de pasión, y la investigación que ella abre, pertenece a una metafísica presidida por su primera figura, cogitatio, antes que por la segunda, causa. La investigación sobre los efectos de la pasión, que comprende los artículos §§40 a 48 de Las pasiones del alma, y a la que dedicamos nuestro capítulo III, debe ser leída en continuidad al texto de la Meditación Sexta, en tanto viene a responder a la pregunta siguiente: ¿cuál es el modo de la pasividad que caracteriza a la pasión y la distingue de otros modos del sentimiento como de otros modos de constricción a la voluntad? Si la pasión, se recibe en el alma, ¿cómo se siente esa proveniencia, si por definición queda excluida toda relación al cuerpo como causa o como objeto? En primer lugar, aquello que caracteriza a la pasión es que ella tiene como efecto una disposición a querer. Pero, dado que la voluntad es esencialmente libre, la disposición a querer en el alma tiene a su vez un efecto igualmente necesario, este es, una respuesta del alma a la disposición a querer que es en ella, respuesta que Descartes llama (no) consentimiento a los efectos de la pasión (§46; §80). A partir del artículo §40, la investigación sobre las pasiones se introduce resueltamente en el ámbito de una moral, como una ciencia de los efectos (sección §1). En segundo lugar, y por lo anterior, la pasión, puede ser, en su interioridad y proximidad al alma, directamente contraria a la voluntad (365, 12-13), justamente, porque ella es el único sentimiento que tiene como efecto necesario en el alma una disposición a querer (§40). Lejos de presentar un mero obstáculo a una determinación del alma, la pasión se recibe como una invitación, a la cual el alma debe imperativamente responder. El punto a destacar (sección §2) es el siguiente: Descartes describe aquí una verdadera autoafección indirecta, por la cual el alma puede excitar en sí una pasión voluntaria (362, 28 ; 363, 2; 486, 6-9), autoafección de la cual es absolutamente incapaz en el caso del resto de los sentimientos, tal como quedaba establecido desde la Meditación Sexta. Así, el cuerpo que actúa inmediatamente sobre el alma, al cual ella está más estrechamente unida, abandona su condición de mero intermediario entre los cuerpos y el alma y pasa a ser, en una autoafección voluntaria, el intermediario entre una acción del alma y una pasión en el alma. En la sección §3 se agrega esto: la pasión, a diferencia de todos los sentimientos, no se siente en el instante. Por el contrario, en ella, el sentir se despliega en el tiempo y se hace por lo tanto independiente de la acción de los cuerpos sobre los sentidos internos o externos. Esto se debe a lo siguiente: primero, en la pasión, el cuerpo actúa como una totalidad indivisible. Segundo: el cuerpo actúa sobre sí. En la pasión, tercero, el cuerpo actúa de manera tal que su acción se presenta siempre como una exigencia al ejercicio efectivo de la libertad. Finalmente, en la pasión, la totalidad de las funciones del cuerpo se someten definitivamente a la voluntad, de manera que el alma puede afectarse a sí en una pasión voluntaria. Quisiéramos proponer (sección §3) que la experiencia del cuerpo en la pasión merece ser nombrada como la experiencia de un cuerpo de dedans, que se presenta en la repugnancia o el consentimiento y cuya acción no se siente en un lugar (en una internidad que no establece ninguna distinción con la exterioridad de los cuerpos del mundo), sino en el alma misma, en una interioridad que hace imposible la reducción del cuerpo sentido a la categoría común de objeto o causa. Ahora bien, la investigación sobre la pasión puede introducirse en el ámbito de la moral con una condición: que la pasión permita el acceso del ego a un alter ego, o según la fórmula tradicional utilizada por Descartes, a un «otro sí mismo», alter ipse. Es el problema que abordamos en el capítulo IV. Queda claro que las Meditaciones Metafísicas impiden, o mejor, ocluyen de modo parentemente definitivo, ese acceso. Pero, en Las pasiones del alma, Descartes, introduce un género muy particular de objeto , «otros objetos, que consideramos causas libres, capaces de hacer el bien y el mal » (§55, 374, 5-7). Más aún, la libertad del agente se erige en criterio de clasificación de segundo orden para todas las pasiones simples, con excepción del deseo. El punto a notar aquí (sección §1) es el siguiente: el ego no se ve afectado por la causa libre porque infiera que ella, a diferencia de otras, actúa moralmente sobre él, con independencia de toda determinación mecánica. Es al revés: el ego siente la acción de una causa libre porque se ve afectado por la libertad del agente; es esa afección la que otorga a los actos del otro el carácter moral de buenos o malos. Esto se prueba en el respeto o la veneración (§162): aquello que nos afecta no es la supuesta bondad o la maldad de los actos, sino inmediatamente aquello que los hace tales, esto es, la « capacidad » de hacer el bien o el mal. De aquí que el hijo, cuyos actos evidentemente no son morales, pueda nombrarse, entre los objetos de amor, como un « otro(s) sí mismo» (§82, 389, 15). A fin de precisar el sentido y los alcances de esta alteridad, debemos detenernos en la definición cartesiana del amor (secciones §§2-3). Esa definición debe, en primer lugar, distinguirse claramente de aquella que Descartes había ensayado dos años antes, en la carta a Chanut del 1 de febrero de 1647. El problema que preocupa a Descartes no es ya más la definición de un amor intelectual, sino la de un amor puro, que Descartes distingue precisamente de las pasiones que « participan del amor » (§82, título), mezcla de deseo y « otras pasiones particulares » (§82 389, 9-10). El amor puro es una pasión que no tiene relación alguna al cuerpo, porque se siente sin placer y es la primera de las pasiones « que pertenecen al alma », según la distinción establecida en los títulos de §137 y §139. Esta distinción se establece estrictamente dentro del ámbito del amor pasión porque no considera en ningún momento el alma en tanto separada del cuerpo, condición del amor intelectual (IV, 602, 4-8), sino como « nuestra mejor parte » (§139, 432, 5). El único que merece sin reparos el título de « amor puro » es el amor paterno, el único en el que se cumple la tríada, pureza, posesión perfecta, alteridad. En la sección §4 nos detenemos en los modos del engaño propio de las pasiones, en general, y del amor en particular, para entender el último rasgo que Descartes le otorga al amor puro, este es, el de ser un amor verdadero, que elude todas las formas de engaño a las que las pasiones pueden someternos, y puede por lo tanto ocupar el lugar del verdadero conocimiento. La teoría cartesiana del amor permite así dos conclusiones. Primera: la alteridad sirve para distinguir definitivamente el amor del deseo, el amor puro de las pasiones que participan de él, los grados de perfección del amor, amor paterno, amistad honesta, y, finalmente, la formas del amor, afección, amistad y devoción. Segundo, antes de toda reflexión sobre el deseo, es decir, antes de considerar la perfectibilidad del ego por la posesión de bienes que dependan exclusivamente de nuestra voluntad, Descartes escribe que el alma se perfecciona en el amor, por la unión al bien verdadero, mientras que se envilece y rebaja en su unión con un bien excesivamente estimado (§139, 432, 12-20 ; §142, 435, 18 –22). En la sección §5 examinamos el efecto del amor, la benevolencia, que Descartes, haciendo caso omiso de la tradición, define como una verdadera beneficencia, como un acto de donación, que no necesita de ningún deseo para hacerse efectivo. El punto a destacar aquí es que Descartes considera que el otro al que el alma se une es la « mejor parte » del todo que resulta de la unión (§82, 389, 16-17). Por este exceso, el generoso, sobre la estrechez de la unión al cuerpo, decide por la estrechez de la unión a otra alma, y privilegia el objeto de amor sobre el amor a la vida. Brevemente: la amistad cartesiana tiende a la devoción y rompe con toda noción de amistad fundada en la igualdad. Esto nos permite, en la sección §6 hacer notar cómo la teoría del amor resignifica un léxico que Descartes recibe de Aristóteles y Santo Tomás. La comparación, al menos inicial, con esos autores está dirigida a incluir a Descartes en una historia del amor. El quinto capítulo traza el largo itinerario de la noción de virtud, a través de la Correspondencia, y se detiene especialmente en las cartas mencionadas más arriba, ( a Elisabeth, 15 septiembre 1645; a Chanut, 1 febrero 1648) en las que Descartes ensaya y abandona una primera forma de moral definitiva, especialmente problemática, en tanto aspira, por primera vez, a deducir el amor a Dios de la idea de Dios, y se dirige a pensar al ego como parte de totalidades (familia, vecindad, Estado) que han sido, ellas también, creadas por Dios. Esta reflexión sobre el amor a Dios es todavía independiente de la reflexión sobre las pasiones, que recién comienza. Intentamos aquí despejar la intención cartesiana que puede resumirse así: de la misma manera que Dios, creador de toda verdad, es fundamento de toda ciencia y toda verdad se halla ya contenida en Su idea, es Dios, creador de totalidades físicas, sociales o políticas, el fundamento de todo amor, aunque no se lo conozca, o sólo confusamente, como tal; de modo que en todo acto de renuncia por la totalidad, amamos a Dios, en un amor sensible, aunque nada en Él sea imaginable. Sin embargo, una vez adquirida, en Las pasiones del alma, la definición de pasión e incluida la noción de consentimiento en la definición definitiva del amor, aquella vía de análisis, que parte de un ego ya incluido en las totalidades de las que forma parte como persona, agota definitivamente sus posibilidades y debe ser abandonada. Debemos preguntar, entonces: qué queda de esta ardua reflexión sobre el amor a Dios en Las pasiones del alma? Principalmente, Descartes recupera de aquellas cartas la reflexión sobre la Providencia divina, en los artículos §§146-147. Pero entre las cartas de 1645-1647 y el texto de Las pasiones del alma, hay una diferencia capital. La reflexión sobre la Providencia divina, en 1649, no hace mención alguna al amor, parece abandonar toda aspiración a fundar, en el amor a Dios, el amor a otros hombres y se dirige exclusivamente a establecer la regla del deseo, intermediario privilegiado entre pasión y acción (§143, 435, 26-29). Ahora bien, una moral que no tuviera otra regla que la del deseo presentaría dos características distintivas. Primero, la indagación sobre el bien verdadero se agota en la determinación del bien verdaderamente posible; son pues igualmente buenos todos los bienes igualmente estimables e igualmente posibles. De aquí, en segundo lugar, que la noción de virtud no pueda otorgar a la voluntad otro bien que su mero ejercicio, vacío de todo contenido. Ha sido pues posible interpretar que, la moral cartesiana, en el momento de alcanzar su fundamento, se independiza de ella, como otra potencia igualmente arbitraria, que no puede someterse a otro fin que el de imitar a Dios por la inmutabilidad de la decisión. En el capítulo sexto, dedicado a la definición de generosidad, nosotros propondremos, al contrario, que el texto de Las pasiones del alma, cuya teoría del amor aquella interpretación debe desconocer, permite otra lectura de la moral cartesiana. Sucede que Descartes cambia radicalmente el punto de partida de su reflexión : en las cartas de 1645-1647, la omnipotencia divina exigía considerar el ego como parte de distintas totalidades, a las que se haya ligado de hecho. En 1649, la unión no describe una situación existencial, impuesta por nacimiento, vecindad o juramento, porque no accede a una situación de hecho más que por el consentimiento libre y lúcido del ego a la unión efectiva con el bien amado. De aquí, proponemos, se siguen dos consecuencias. La primera (sección §2): una reformulación del problema del amor a Dios. La omnipotencia divina no se conoce como aquí como Providencia, es decir, en el decreto universal que determina la fatalidad de todas las cosas, sino en el acto singular de una donación personal y desmedida, la libre disposición de nuestras voluntades, por la cual la criatura se reconoce semejante a su Creador (§152). El generoso reconoce que el libre albedrío, el único bien por el cual puede estimarse a sí mismo, es, tal como quedaba establecido desde la Meditación Cuarta, un don divino y el reconocimiento por un don recibido es una pasión, la gratitud, la cual, a diferencia de la admiración, la esperanza o la seguridad, es una especie del amor, siempre virtuosa (§§193-194). En efecto, la reflexión sobre la Providencia, es apenas uno de los modos de reglar el deseo, el segundo, porque el primero es, justamente, la generosidad, que se define con total prescindencia del conocimiento de la fatalidad de todas las cosas (§145, 437, 27-438, 3). Investigamos aquí los tres rasgos del don divino: infinitud formal, pertenencia verdadera, distribución perfecta. La segunda consecuencia, que confirma la primera (secciones §§3-4), es la reformulación del amor a otros hombres. En efecto, no arriesgaremos demasiado al proponer que la definición de generosidad, lejos de agotarse en los artículos §§152-153, comprende los artículos §154 y §155 y culmina, finalmente, en el §156. Así entendida, la generosidad es una autoafección que, como tal, determina, prioritaria y precisamente, el modo en que el generoso es afectado por los otros hombres, en tanto causas libres, semejantes al ego, y por lo tanto semejantes a Dios. La generosidad se define pues en el horizonte de la alteridad porque el generoso no sería tal si no estimara a todos y cada uno de los hombres como generosos posibles (§154) y si no redescubriera su capacidad de hacer el mal por comparación al mal efectivamente realizado por ellos (§155). De aquí, finalmente, la regla definitiva de la moral cartesiana (§156), regla que, al definir la mejor acción posible, otorga un contenido definitivo a la firme resolución de hacer el bien, esta es: imitar la donación original, haciendo el bien a todos los hombres. Luego, la ausencia de una reflexión sobre el amor a Dios, en Las pasiones del alma, no es, todavía, una desaparición, ya que el acto de donación divina condiciona definitivamente la regla moral como una imitación, que se concibe como una repetición, igualmente gratuita, de aquella donación original. La relación entre ambos puntos se prueba en lo siguiente: Descartes afirma que el efecto necesario de la benevolencia generosa, la gratitud es uno de las principales vínculos de la sociedad entre los hombres (§194, 474, 13-15), la cual se funda pues en el mismo vínculo que une al hombre generoso con Dios: gratitud por la gratuidad de la donación (sección §6). La afirmación cartesiana es de un laconismo insalvable, pero recupera un texto hasta aquí descuidado, la Carta a Voetius de 1643, la primera reflexión cartesiana sobre el amor y la única dedicada a examinar las leyes que de él se deducen, como una jus caritatis (sección §7). Examinamos en la seccción §8 la problemática relación, o ausencia de relación, entre esas leyes de amistad y la ley civil, jus civile, basada en la autoridad del Príncipe. Finalmente, en la Conclusión, podemos detenernos en un problema ya dos veces pospuesto, este es, el que resulta de la equivalencia que Descartes establece entre amistad honesta y caridad cristiana. (IV, 309, 2-4; IV , 612, 14), equivalencia que la noción de generosidad está lejos de contradecir y que recupera la «gran afinidad» (VIII-2, 112, 24-25) entre las leyes de la amistad y las leyes de caridad, que Descartes había desarrollado en aquel capítulo séptimo de la Carta a Voetius. El carácter problemático de esta equivalencia es evidente: si el amor natural, por exceso, aspira a la caridad, es a riesgo que la caridad, por defecto, deje de ser cristiana. Esa afinidad no ha merecido mayor atención por parte de la metafísica y de sus historiadores. Pero, ha merecido la mayor atención por parte de la destitución de la metafísica que lleva a cabo Blaise Pascal quien descubre y acusa, en esa afinidad, el último esfuerzo de la filosofía cartesiana, dirigida a otorgarle al ego su última y más controversial primacía, la del acceso a Dios por el amor. -/- . (shrink)

[from the publisher's website] Questions about the existence and attributes of God form the subject matter of natural theology, which seeks to gain knowledge of the divine by relying on reason and experience of the world. Arguments in natural theology rely largely on intuitions and inferences that seem natural to us, occurring spontaneously—at the sight of a beautiful landscape, perhaps, or in wonderment at the complexity of the cosmos—even to a nonphilosopher. In this book, Helen De Cruz (...) and Johan De Smedt examine the cognitive origins of arguments in natural theology. They find that although natural theological arguments can be very sophisticated, they are rooted in everyday intuitions about purpose, causation, agency, and morality. Using evidence and theories from disciplines including the cognitive science of religion, evolutionary ethics, evolutionary aesthetics, and the cognitive science of testimony, they show that these intuitions emerge early in development and are a stable part of human cognition. -/- De Cruz and De Smedt analyze the cognitive underpinnings of five well-known arguments for the existence of God: the argument from design, the cosmological argument, the moral argument, the argument from beauty, and the argument from miracles. Finally, they consider whether the cognitive origins of these natural theological arguments should affect their rationality. (shrink)

In this paper I articulate and defend a view that I call phenomenal dogmatism about intuitive justification. It is dogmatic because it includes the thesis: if it intuitively seems to you that p, then you thereby have some prima facie justification for believing that p. It is phenomenalist because it includes the thesis: intuitions justify us in believing their contents in virtue of their phenomenology—and in particular their presentational phenomenology. I explore the nature of presentational phenomenology as it occurs perception, (...) and I make a case for thinking that it is present in a wide variety of logical, mathematical, and philosophical intuitions. (shrink)

El capítulo parte por ubicar el contexto social y político en el que se enmarca el cambio constitucional de 1991 en Colombia, asimismo, sus antecedentes jurídicos-políticos, a fin de dar cuenta de las diversas estrategias utilizadas para su aprobación y desarrollo. Seguidamente, nos ocupamos de las discusiones que al interior de la ANC se dan sobre la salud, y la forma bajo la cual se configuran las políticas sociales bajo la nueva forma de Estado Social de Derecho, para presentar finalmente (...) algunos elementos de discusión. (shrink)

Prior to the nineteenth century, those who are now regarded as scientists were referred to as natural philosophers. With empiricism, science was claimed to be a superior form of knowledge to philosophy, and natural philosophy was marginalized. This claim for science was challenged by defenders of natural philosophy, and this debate has continued up to the present. The vast majority of mainstream scientists are comfortable in the belief that through applying the scientific method, knowledge will continue to (...) accumulate, and that claims to knowledge outside science apart from practical affairs should not be taken seriously. This is referred to as scientism. It is incumbent on those who defend natural philosophy against scientism not only to expose the illusions and incoherence of scientism, but to show that natural philosophers can make justifiable claims to advancing knowledge. By focusing on a recent characterization and defense of natural philosophy along with a reconstruction of the history of natural philosophy, showing the nature and role of Schelling’s conception of dialectical thinking, I will attempt to identify natural philosophy as a coherent tradition of thought and defend it as something different from science and as essential to it, and essential to the broader culture and to civilization. (shrink)

Neo‐Aristotelian ethical naturalism purports to show that moral evaluation of human action and character is an evaluation of natural goodness—a kind of evaluation that applies to living things in virtue of their nature and based on their form of life. The standard neo‐Aristotelian view defines natural goodness by way of generic statements describing the natural history, or the ‘characteristic’ life, of a species. In this paper, I argue that this conception of natural goodness commits the neo‐Aristotelian (...) view to a problematic anti‐individualism that results in the wrong assessment of individuals with uniquely adaptive adjustments. I then offer an alternative account of natural goodness that avoids this problem. Instead of relying on generic statements about a species, my account defines natural goodness based on counterfactual conditionals describing the modal properties of a single individual. I argue that this modal‐explanatory account gives a conception of natural goodness that is more intuitively plausible and better suited to capture the diversity and plasticity distinctive of life. (shrink)

Lewis's notion of a "natural" property has proved divisive: some have taken to the notion with enthusiasm, while others have been sceptical. However, it is far from obvious what the enthusiasts and the sceptics are disagreeing about. This paper attempts to articulate what is at stake in this debate.

Is there a ‘common element’ in Buddhist ethical thought from which one might rationally reconstruct a Buddhist normative ethical theory? While many agree that there is such an element, there is disagreement about whether it is best reconstructed in terms that approximate consequentialism or virtue ethics. This paper will argue that two distinct evaluative relations underlie these distinct positions; an instrumental and constitutive analysis. It will raise some difficulties for linking these distinct analyses to particular normative ethical theories but will (...) give reasons to think that both analyses may be justified. It will close with some reflections on the complexity involved in trying to establish a single and homogeneous position on the nature of Buddhist ethics. (shrink)

This volume introduces a wide range of important views, questions, and controversies in and about contemporary metaethics. It is natural to ask: What, if anything, connects this extraordinary range of discussions? This introductory chapter aims to answer this question by giving an account of metaethics that shows it to be a unified theoretical activ- ity. According to this account, metaethics is a theoretical activity characterized by an explanatory goal. This goal is to explain how actual ethical thought and talk—and (...) what (if anything) that thought and talk is distinctively about—fits into reality. We begin by introducing and developing this account, and illustrating it via discus- sion of a simple illustrative metaethical theory: Simple Subjectivism. We then explain important upshots of the characterization. Our account is novel and controversial, as is the status of metaethics as a theoretically fruitful project. We thus compare our account to competing characterizations of the field, and explain how our account permits us to address certain challenges to the theoretical significance of a distinctively metaethical project. In the conclusion, we explain why, given our account, one might think that meta- ethics matters, and explain how we understand the history and future of self-conscious metaethical theorizing. As we will emphasize, we should expect new ways of approaching the explanatory project at the heart of metaethics to emerge in the coming years, as the tools and resources we have for tackling that project expand. Our hope is that by empha- sizing the centrality of the explanatory project itself, rather than just focusing narrowly on the views that have been developed so far by those engaged in that project, we can help encourage and facilitate the development of new questions, arguments, and views that help move the field forward. (shrink)

This thesis explores and discusses foundational issues concerning the relationship between phenomenological philosophy and the enactive approach to cognitive science, with the aim of clarifying, developing, and promoting the project of enactive phenomenology. This project is framed by three general ideas: 1) that the sciences of mind need a phenomenological grounding, 2) that the enactive approach is the currently most promising attempt to provide mind science with such a grounding, and 3) that this attempt involves both a naturalization of phenomenology (...) and a phenomenologization of the concept of nature. More specifically, enactive phenomenology is the project of pursuing mutually illuminative exchanges between, on the one hand, phenomenological investigations of the structures of lived experience and embodied existence and, on the other, scientific accounts of mind and life – in particular those framed by theories of biological self-organization. The thesis consists of two parts. Part one is an introductory essay that seeks to clarify some of enactive phenomenology’s overarching philosophical commitments by tracing some of its historical roots. Part two is a compilation of four articles, each of which intervenes in a different contemporary debate relevant to the dissertation’s project. (shrink)

El propósito de este artículo es presentar una aproximación fenomenológica a la experiencia intersubjetiva en contraste a las teorías de la mente y a como estas conciben dicho tipo de experiencia. Se identificará un supuesto esencial de estas teorías según el cual todo tipo de intersubjetividad supone una inferencia y, por lo tanto, elementos normativos. Se argumentará que las investigaciones de Husserl a propósito del concepto de “sentido noemático”, en relación con su concepción del horizonte experiencial, revelan un tipo de (...) experiencia constitutiva e intersubjetiva que es condición de posibilidad de la normatividad supuesta por los teóricos de la mente. Esto sugiere un camino a seguir para lograr encontrar soluciones a cuestiones escépticas tales como el solipsismo y la existencia del mundo exterior. -/- The purpose of this paper is to present a phenomenological approach to intersubjective experience contrasting it with the theories of mind and how them conceive such kind of experience. It will be identified an essential presupposition of these theories according to which all kind of intersubjectivity involve an inference, and therefore, normative elements. It will be argued that Husserl’s investigations regarding the notion of “noematic sense”, related with his concept of experiential horizon, disclose a kind of constitutive and intersubjective experiences which serves as a possibility condition of the normativity which is took for granted by the theories of mind. This suggests a road to follow when trying to find solutions to skeptical problems such as solipsism and the existence of the external world. (shrink)

Sample chapter from H. Asgeirsson, The Nature and Value of Vagueness in the Law (Hart Publishing, 2020), in which I present and partially defend a version of what has come to be called the communicative-content theory of law. Book abstract: Lawmaking is – paradigmatically – a type of speech act: people make law by saying things. It is natural to think, therefore, that the content of the law is determined by what lawmakers communicate. However, what they communicate is sometimes (...) vague and, even when it is clear, the content itself is sometimes vague. The monograph examines the nature and consequences of these two linguistic sources of indeterminacy in the law with the aim of providing plausible answers to three related questions: In virtue of what is the law vague? What might be good about vague law? How should courts resolve cases of vagueness? (shrink)

En Europa vivimos inmersos dentro de una pluralidad de sistemas constitucionales: tanto los sistemas estatales como el sistema de la Unión Europea. Esto podía llevar a ciertas situaciones de conflicto, al menos en una perspectiva teórica en principio, y por ello se ha tratado de explicar y solucionar la tutela de los derechos fundamentales en la Unión Europea mediante la teoría llamada «pluralismo constitucional». Sin embargo, se plantean dudas que pueden llevarnos a considerar dicha teoría como una mera «construcción artificial» (...) que no haría sino ocultar los verdaderos problemas de la tutela de los derechos fundamentales en la Unión Europea. (shrink)

En el presente artículo se presenta el panorama y algunos de los más importantes avances que en Colombia se han dado en materia ambiental desde la Constitución Política de 1991. La metodología llevada a cabo es descriptiva y analítica, en tanto se estudian no sólo las normas sino las sentencias más relevantes que se han constituido en un hito en la protección de los derechos ambientales. En tal sentido, lo que se pretende evidenciar es la existencia de un panorama (...) de constitucionalización de los derechos ambientales con signicativos avances tales como el rol preponderante que ha adquirido el principio de precaución o el reconocimiento de la función ecológica de la propiedad. (shrink)

My aim in this chapter is to take the complexity of our histories of rights as seriously as the nature of rights themselves. Let me say immediately that the point is not to satisfy our sense of moral superiority by smugly pointing out the prejudices found in arguments made over three hundred years ago. We have more than our own share of problems and prejudices to deal with. Rather, in coming to grips with this history, and especially how early-modern political (...) theorists struggled with the extension and application of natural rights to the ‘New World’, we may learn something about our own struggles to extend human rights beyond the boundaries of the state system of which Grotius, Hobbes, Locke and Vattel were among the key intellectual architects. For Richard Tuck, the autonomous rights-bearing agent at the heart of liberal individualism is a product of seventeenth-century theorizing about the nature of the autonomous state acting in the international sphere. The sovereign individual is the ‘traditional cousin of the sovereign state’, argues Tuck, and especially the aggressive, violent, and minimally constrained relative described by Hugo Grotius, Thomas Hobbes, John Locke and Emer de Vattel. Thus the connection between liberalism and imperialism, on this reading, is not merely chronological or historical but metaphysical. The analogy between the sovereign state and the sovereign individual acting on the basis of their natural rights, constrained by the recognition of the basic rights of others (but not much more than that) represents an influential vision of liberal freedom. This minimalist account of freedom represents only one vision, however, and Tuck’s account of the pre-history of liberal rights has to be balanced against other conceptions, including more emancipatory ones. (shrink)

The emerging contemporary natural philosophy provides a common ground for the integrative view of the natural, the artificial, and the human-social knowledge and practices. Learning process is central for acquiring, maintaining, and managing knowledge, both theoretical and practical. This paper explores the relationships between the present advances in understanding of learning in the sciences of the artificial, natural sciences, and philosophy. The question is, what at this stage of the development the inspiration from nature, specifically its computational (...) models such as info-computation through morphological computing, can contribute to machine learning and artificial intelligence, and how much on the other hand models and experiments in machine learning and robotics can motivate, justify, and inform research in computational cognitive science, neurosciences, and computing nature. We propose that one contribution can be understanding of the mechanisms of ‘learning to learn’, as a step towards deep learning with symbolic layer of computation/information processing in a framework linking connectionism with symbolism. As all natural systems possessing intelligence are cognitive systems, we describe the evolutionary arguments for the necessity of learning to learn for a system to reach humanlevel intelligence through evolution and development. The paper thus presents a contribution to the epistemology of the contemporary philosophy of nature. (shrink)

Commitment to sparseness amounts to the idea that there is an objective, worldly privileging of certain properties over others that makes the privileged properties suited to play certain roles, and is responsible for their playing such roles. In this chapter I offer a brief, opinionated overview of sparseness. I begin by examining a set of problems that I call “problems of abundance”, which generate canonical motivations for sparseness. I then survey some influential approaches to sparseness and the roles that they (...) attribute to sparse properties, noting that on most approaches sparse properties are deeply connected to inquiry. Finally I consider some problems for sparseness, focusing on the purported connections between sparseness and inquiry, particularly in philosophy of science and inquiry into the social world. (shrink)

Properties have an important role in specifying different views on laws of nature: virtually any position on laws will make some reference to properties, and some of the leading views even reduce laws to properties. This chapter will first outline what laws of nature are typically taken to be and then specify their connection to properties in more detail. We then move on to consider three different accounts of properties: natural, essential, and dispositional properties, and we shall see that (...) different conceptions of properties also result in different views of the modal status of laws, such as the question of whether laws are metaphysically necessary or contingent. Finally, there are also important links specifically between properties, natural kinds, and laws of nature that deserve our attention. (shrink)

Human nature is frequently evoked to characterize our species and describe how it differs from others. But how should we understand this concept? What is the nature of a species? Some take our nature to be an essence and argue that because humans lack an essence, they also lack a nature. Others argue for non-essentialist ways of understanding human nature, which usually aim to provide criteria for sorting human traits into one of two bins, the one belonging to our nature (...) and the other outside our nature. This Element argues that both the essentialist and trait bin approaches are misguided. Instead, the author develops a trait cluster account of human nature, which holds that human nature is based on the distribution of our traits over our (actual and possible) life histories. One benefit of this account is that it aligns human nature with the human sciences, rendering the central concern of the human sciences to be the study of human nature. (shrink)

The paper introduces a special issue of the journal Philosophical Problems in Science (ZFN) on the topic of the nature and norms of scientific explanation.

Seit Beginn der frühen Neuzeit ist das naturwissenschaftliche Verfahren maßgeblich durch ein neues Konzept geprägt: das Konzept des experimentellen, gestalterischen Eingriffs in die Natur. Es geht nun nicht mehr darum, eine Geschichte der "freien und ungebundenen Natur" (Bacon) zu erzählen, die in ihrem eigenen Lauf belassen und als vollkommene Bildung betrachtet wird. Es geht vielmehr darum, der "gebundenen und bezwungenen Natur" (Bacon) vermittels der experimentellen Tätigkeit des Menschen die Geheimnisse zu entreißen. Diese technisch-praktische Konzeption grenzt sich explizit von den klassischen (...) kontemplativen Wissenschaftsvorstellungen der Antike ab. Wie es Kant paradigmatisch in Bezug auf Bacon formuliert hat, ist diese "Revolution der Denkart" maßgeblich durch ein gewandeltes Verständnis des Verhältnisses des Menschen zur Natur geprägt. Der Mensch als Experimentator hat für Kant nicht mehr die "Qualität eines Schülers", der sich passiv von der Natur belehren läßt und an ihrem "Leitbande" (Kant) gegängelt wird. Seine neu gewonnene Autorität verleiht ihm vielmehr den Status eines Richters, der nun die Natur nötigen kann, auf gestellte Fragen zu antworten. Die Laborforschung der modernen Naturwissenschaft ist von den Formen der alten Naturwissenschaft so weit entfernt, daß sie den Vorwurf auf sich zog, sie untersuche Artekakte, aber nicht Natur. Die grundlegenden Theorien über Natur können in der Regel nur unter den künstlichen Bedingungen des Labors aufgestellt werden. Daraus darf aber nicht geschlossen werden, die anhand von Laborphänomenen aufgestellten und getesteten Theorien handelten nicht von der Natur außerhalb der Labore. Aber ihrer exakten und detaillierten Anwendung auf Prozesse außerhalb der Labore stehen eine Fülle von Schwierigkeiten entgegen. Insofern markiert das Labor sehr wohl eine Grenze exakter Naturforschung, die für den Umgang der wissenschaftlich-technischen Zivilisation mit der Natur wichtige Konsequenzen hat. Inhalt: Kristian Köchy / Gregor Schiemann: Natur im Labor Lothar Schäfer: Die Erscheinung der Natur unter Laborbedingungen Holm Tetens: Das Labor als Grenze der exakten Naturforschung Christoph Rehmann-Sutter: Genes in Labs - Concepts of Development and the Standard Environment Kristian Köchy: Lebewesen im Labor. Das Experiment in der Biologie Jutta Weber: Mannigfaltige Techno-Naturen. Von epistemischen Modellsystemen und situierten Maschinen Thomas Sören Hoffmann: Gezeigte versus sich zeigende Natur. Eine Skizze im Blick auf das Verhältnis von Labor und Natur Klaus Michael Meyer-Abich: Laborforschung im Erkenntnishandeln der Experimentiergesellschaft. Eine holistisch-pragmatische Perspektive für die Wissenschaftstheorie. (shrink)

It is no exaggeration to say that there has been an explosion of activity in the field of philosophical enquiry that is known as natural theology. Having been smothered in the early part of the twentieth century due to the dominance of the anti-metaphysical doctrine of logical positivism, natural theology began to make a comeback in the late 1950s as logical positivism collapsed and analytic philosophers took a newfound interest in metaphysical topics such as possibility and necessity, causation, (...) time, the mind-body problem, and God. This chapter begins by considering how we might characterise natural theology as a field of enquiry. It then proceeds to survey the landscape of contemporary natural theology, which has spawned a large and at times highly technical body of literature. Finally, consideration is given to two epistemological issues confronting the theist who wishes to appeal to natural theology, which could be termed the problem of the gap(s) and the problem of accessibility. (shrink)

This is a critical, but sympathetic, examination of the manifesto for naturalized metaphysics that forms the first chapter of James Ladyman and Don Ross's 2006 book, Every Thing Must Go, but it has wider implications than this description suggests.

In ‘Induction and Natural Kinds’, I proposed a solution to the problem of induction according to which our use of inductive inference is reliable because it is grounded in the natural kind structure of the world. When we infer that unobserved members of a kind will have the same properties as observed members of the kind, we are right because all members of the kind possess the same essential properties. The claim that the existence of natural kinds (...) is what grounds reliable use of induction is based on an inference to the best explanation of the success of our inductive practices. As such, the argument for the existence of natural kinds employs a form of ampliative inference. But induction is likewise a form of ampliative inference. Given both of these facts, my account of the reliability of induction is subject to the objection that it provides a circular justification of induction, since it employs an ampliative inference to justify an ampliative inference. In this paper, I respond to the objection of circularity by arguing that what justifies induction is not the inference to the best explanation of its reliability. The ground of induction is the natural kinds themselves. (shrink)

The classical (set-theoretic) concept of structure has become essential for every contemporary account of a scientific theory, but also for the metatheoretical accounts dealing with the adequacy of such theories and their methods. In the latter category of accounts, and in particular, the structural metamodels designed for the applicability of mathematics have struggled over the last decade to justify the use of mathematical models in sciences beyond their 'indispensability' in terms of either method or concepts/entities. In this paper, I argue (...) that these metamodels employ structures of different natures and epistemologies, and this diversity does pose a serious problem to the intended justification. (shrink)

Commitment to sparseness amounts to the idea that there is an objective, worldly privileging of certain properties over others that makes the privileged properties suited to play certain roles, and is responsible for their playing such roles. In this chapter I offer a brief, opinionated overview of sparseness. I begin by examining a set of problems that I call “problems of abundance”, which generate canonical motivations for sparseness. I then survey some influential approaches to sparseness and the roles that they (...) attribute to sparse properties, noting that on most approaches sparse properties are deeply connected to inquiry. Finally I consider some problems for sparseness, focusing on the purported connections between sparseness and inquiry, particularly in philosophy of science and inquiry into the social world. (shrink)

Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa, la Carta de Derechos Fundamentales adquiere eficacia jurídica, y se prevé la posibilidad de que la Unión Europea se adhiera al Convenio de Roma. En este trabajo pretendemos acercarnos a los antecedentes que han justificado una huída de la tutela de los derechos fundamentales de base jurisprudencial desarrollada por el Tribunal de Justicia hacia una formalización de la misma, a través de dos caminos: la formalización a través de una declaración de (...) derechos que se ha concretado en la Carta de Derechos Fundamentales, y la adhesión al Convenio de Roma. Finalmente trataremos de esbozar las perspectivas que se abren en el horizonte constitucional de la Unión Europea, donde gozamos ya de un Tribunal de Justicia que ejercerá una función tan constitucional como la tutela de los derechos fundamentales, contenidos ya en una declaración con fuerza jurídica, cuya interpretación se vincula al Convenio de Roma. (shrink)

Modern information communication technology eradicates barriers of geographic distances, making the world globally interdependent, but this spatial globalization has not eliminated cultural fragmentation. The Two Cultures of C.P. Snow (that of science– technology and that of humanities) are dri6ing apart even faster than before, and they themselves crumble into increasingly specialized domains. Disintegrated knowledge has become subservient to the competition in technological and economic race leading in the direction chosen not by the reason, intellect, and shared value-based judgement, but rather (...) by the whims of autocratic leaders or fashion controlled by marketers for the purposes of political or economic dominance. If we want to restore the authority of our best available knowledge and democratic values in guiding humanity, first we have to reintegrate scattered domains of human knowledge and values and offer an evolving and diverse vision of common reality unified by sound methodology. This collection of articles responds to the call from the journal Philosophies to build a new, networked world of knowledge with domain specialists from different disciplines interacting and connecting with other knowledge-and-values-producing and knowledge-and-values- consuming communities in an inclusive, extended, contemporary natural–philosophic manner. In this process of synthesis, scientific and philosophical investigations enrich each other—with sciences informing philosophies about the best current knowledge of the world, both natural and human-made—while philosophies scrutinize the ontological, epistemological, and methodological foundations of sciences, providing scientists with questions and conceptual analyses. This is all directed at extending and deepening our existing comprehension of the world, including ourselves, both as humans and as societies, and humankind. -/- Print copies (17. (shrink)

Conservadurismo y dogmática constitucional en Japón. Conservatism and the dogmatic part of constitution in Japan.

Modern science began as natural philosophy, an admixture of philosophy and science. It was then killed off by Newton, as a result of his claim to have derived his law of gravitation from the phenomena by induction. But this post-Newtonian conception of science, which holds that theories are accepted on the basis of evidence, is untenable, as the long-standing insolubility of the problem of induction indicates. Persistent acceptance of unified theories only in physics, when endless equally empirically successful disunified (...) rivals are available, means that physics makes a persistent, problematic metaphysical assumption about the universe: that all disunified theories are false. This assumption, precisely because it is problematic, needs to be explicitly articulated within physics, so that it can be critically assessed and, we may hope, improved. The outcome is a new conception of science—aim-oriented empiricism—that puts science and philosophy together again, and amounts to a modern version of natural philosophy. Furthermore, aim-oriented empiricism leads to the solution to the problem of induction. Natural philosophy pursued within the methodological framework of aim-oriented empiricism is shown to meet standards of intellectual rigour that science without metaphysics cannot meet. (shrink)

Progressive family policy regimes typically aim to promote and protect women’s opportunities to participate in the workforce. These policies offer significant benefits to affluent, two-parent households. A disproportionate number of low-income and impoverished families, however, are headed by single mothers. How responsive are such policies to the objectives of these mothers and the needs of their children? This chapter argues that one-size-fits-all family policy regimes often fail the most vulnerable household and contribute to intergenerational poverty in two ways: by denying (...) at-risk children adequate parenting, and by undermining their mothers’ legitimate interest in nurturing and caring for their own children. The capabilities of these mothers and the well-being of their children are better served by policies which recognise maternal caregiving as a productive and valuable occupation meriting equal respect and social support. (shrink)

The intuitive distinction between natural and unnatural properties (e.g., green vs. grue) informs our theorizing not only in fundamental physics, but also in non-fundamental domains. This paper develops a reductive account of this broad notion of naturalness that covers non-fundamental properties: for a property to be natural, I propose, is for it to figure in a law of nature. After motivating the account, I defend it from a potential circularity charge. I argue that a suitably broad notion of (...) lawhood can be defined independently of naturalness, if we help ourselves to the notion of a fundamental physical property. I end by showing how the notions of naturalness and lawhood that my account delivers help illuminate a number of other important philosophical notions, like causation, reference/meaning, and rational induction. (shrink)

Recent work on Natural Kind Essentialism has taken a deflationary turn. The assumptions about the grounds of essentialist truths concerning natural kinds familiar from the Kripke-Putnam framework are now considered questionable. The source of the problem, however, has not been sufficiently explicated. The paper focuses on the Twin Earth scenario, and it will be demonstrated that the essentialist principle at its core (which I call IDENT)—that necessarily, a sample of a chemical substance, A, is of the same kind (...) as another sample, B, if and only if A and B have the same microstructure—must be re-evaluated. The Twin Earth scenario also assumes the falsity of another essentialist principle (which I call INST): necessarily, there is a 1:1 correlation between (all of ) the chemical properties of a chemical substance and the microstructure of that substance. This assumption will be questioned, and it will be argued that, in fact, the best strategy for defending IDENT is to establish INST. The prospects for Natural Kind Essentialism and microstructural essentialism regarding chemical substances will be assessed with reference to recent work in the philosophy of chemistry. Finally, a weakened form of INST will be presented. (shrink)

Both realist and anti-realist accounts of natural kinds possess prima facie virtues: realists can straightforwardly make sense of the apparent objectivity of the natural kinds, and anti-realists, their knowability. This paper formulates a properly anti-realist account designed to capture both merits. In particular, it recommends understanding natural kinds as ‘categorical bottlenecks,’ those categories that not only best serve us, with our idiosyncratic aims and cognitive capacities, but also those of a wide range of alternative agents. By endorsing (...) an ultimately subjective categorical principle, this view sidesteps epistemological difficulties facing realist views. Yet, it nevertheless identifies natural kinds that are fairly, though not completely, stance-independent or objective. (shrink)

The new externalist picture of natural kind terms due to Kripke, Putnam, and others has become quite popular in philosophy. Many philosophers of science have remained sceptical. Häggqvist and Wikforss have recently criticised this view severely. They contend it depends essentially on a micro-essentialist view of natural kinds that is widely rejected among philosophers of science, and that a scientifically reasonable metaphysics entails the resurrection of some version of descriptivism. It is argued in this paper that the situation (...) is not quite as dark for the new theory of reference as many critics suggest. There are several distinct questions here which should not be conflated and ought to be dealt with one by one. Descriptivism remains arguably problematic. (shrink)

I respond to Karin de Boer, Thomas Land, and Claudio La Rocca’s comments on Kant’s Critique of Pure Reason and the Method of Metaphysics (CUP 2023). I first provide a quick outline of some of the main claims I make in the book. I then directly address their criticisms, which I group into three categories. The first group of comments raises doubts concerning my characterization of the central tasks of the critique of pure reason. The second targets the fact that (...) I downplay faculty analysis as an essential characteristic of the critique. The third has to do with my claim that the Critique of Pure Reason aims to show that metaphysics is capable of architectonic unity, where this unity is only achievable when we construe metaphysics according to the worldly concept of philosophy. (shrink)

This document represents some preliminary and unpublished content of a chapter in the edited book titled A New Theory of Serendipity: Nature, Emergence and Mechanism, which will soon be published and distributed by De Gruyter Poland (Sciendo Imprint; part of Walter de Gruyter GmbH, Berlin, Germany). -/- A proper referencing should be like: -/- Tam-Tri Le. (2022). Natural and social survival: the drivers of serendipity. In: QH Vuong. (Ed.) A New Theory of Serendipity: Nature, Emergence and Mechanism (pp. 75-90). (...) Berlin, Germany: De Gruyter. (shrink)

In this paper I offer a unified causal account of natural kinds. Using as a starting point the widely held view that natural kind terms or predicates are projectible, I argue that the ontological bases of their projectibility are the causal properties and relations associated with the natural kinds themselves. Natural kinds are not just concatenations of properties but ordered hierarchies of properties, whose instances are related to one another as causes and effects in recurrent causal (...) processes. The resulting account of natural kinds as clusters of core causal properties that give rise to clusters of derivative properties enables us to distinguish genuine natural kinds from non-natural kinds. For instance, it enables us to say why some of the purely conventional categories derived from the social domain do not correspond to natural kinds, though other social categories may. (shrink)

Many believe that objective morality requires a theistic foundation. I maintain that there are sui generis objective ethical facts that do not reduce to natural or supernatural facts. On my view, objective morality does not require an external foundation of any kind. After explaining my view, I defend it against a variety of objections posed by William Wainwright, William Lane Craig, and J. P. Moreland.

The performance of natural behavior is commonly used as a criterion in the determination of animal welfare. This is still true, despite many authors having demonstrated that it is not a necessary component of welfare – some natural behaviors may decrease welfare, while some unnatural behaviors increase it. Here I analyze why this idea persists, and what effects it may have. I argue that the disagreement underlying this debate on natural behavior is not one about which conditions (...) affect welfare, but a deeper conceptual disagreement about what the state of welfare actually consists of. Those advocating natural behavior typically take a “teleological” view of welfare, in which naturalness is fundamental to welfare, while opponents to the criterion usually take a “subjective” welfare concept, in which welfare consists of the subjective experience of life by the animal. I argue that as natural functioning is neither necessary nor sufficient for understanding welfare, we should move away from the natural behavior criterion to an alternative such as behavioral preferences or enjoyment. This will have effects in the way we understand and measure welfare, and particularly in how we provide for the welfare of animals in a captive setting. (shrink)

Empathy is many things to many people. Depending on who you ask, it is feeling what another person feels, feeling bad for another person’s suffering, understanding what another person feels, imagining yourself in another person’s situation and figuring out what you would feel, or your brain activating as if you were experiencing the emotion another person is experiencing. These are just some of the various notions of empathy that are at play in philosophy, cognitive science, neuroscience, developmental psychology, and primatology. (...) In this chapter, we will not stipulate a definition of empathy per se. Instead, we will review the development of empathy and purported mechanisms of empathy, which will allow us to tease apart various dimensions of empathy related concepts. Understanding the various dimensions of empathy provides context for some recent critiques of empathy as a moral compass and suggests several directions for future fruitful scientific and philosophical work on empathy. (shrink)

The aim of natural language ontology is to uncover the ontological categories and structures that are implicit in the use of natural language, that is, that a speaker accepts when using a language. This article aims to clarify what exactly the subject matter of natural language ontology is, what sorts of linguistic data it should take into account, how natural language ontology relates to other branches of metaphysics, in what ways natural language ontology is important, (...) and what may be distinctive of the ontological categories and structures reflected in natural language. (shrink)

This is a book about normativity -- where the central normative terms are words like 'ought' and 'should' and their equivalents in other languages. It has three parts: The first part is about the semantics of normative discourse: what it means to talk about what ought to be the case. The second part is about the metaphysics of normative properties and relations: what is the nature of those properties and relations whose pattern of instantiation makes propositions about what ought to (...) be the case true. The third part is about the epistemology of normative beliefs: how we could ever know, or even have rational or justified belief in, propositions about what ought to be the case. (shrink)

This paper addresses philosophical issues concerning whether mental disorders are natural kinds and how the DSM should classify mental disorders. I argue that some mental disorders (e.g., schizophrenia, depression) are natural kinds in the sense that they are natural classes constituted by a set of stable biological mechanisms. I subsequently argue that a theoretical and causal approach to classification would provide a superior method for classifying natural kinds than the purely descriptive approach adopted by the DSM (...) since DSM-III. My argument suggests that the DSM should classify natural kinds in order to provide predictively useful (i.e., projectable) diagnostic categories and that a causal approach to classification would provide a more promising method for formulating valid diagnostic categories. (shrink)

The notion that natural selection is a process of fitness maximization gets a bad press in population genetics, yet in other areas of biology the view that organisms behave as if attempting to maximize their fitness remains widespread. Here I critically appraise the prospects for reconciliation. I first distinguish four varieties of fitness maximization. I then examine two recent developments that may appear to vindicate at least one of these varieties. The first is the ‘new’ interpretation of Fisher's fundamental (...) theorem of natural selection, on which the theorem is exactly true for any evolving population that satisfies some minimal assumptions. The second is the Formal Darwinism project, which forges links between gene frequency change and optimal strategy choice. In both cases, I argue that the results fail to establish a biologically significant maximization principle. I conclude that it may be a mistake to look for universal maximization principles justified by theory alone. A more promising approach may be to find maximization principles that apply conditionally and to show that the conditions were satisfied in the evolution of particular traits. (shrink)